Vol. 20, núm. 6 noviembre-diciembre 2019

Para no salir(se) de cauce: la regulación emocional en el trabajo docente

Guillermo Martínez Cuevas Cita

Resumen

La labor docente expone al profesorado a situaciones que pueden generar un amplio abanico de emociones, las cuales influyen en el desempeño y bienestar de maestros y estudiantes. El objetivo de este trabajo es presentar estrategias que ayuden a regular dichas emociones, a partir de la propuesta de Gross y Thompson. Se plantea la importancia de generar programas de formación de los profesores sobre el tema y de acudir a tratamiento especializado cuando las emociones permanecen a pesar de los intentos de regulación.
Palabras clave: emociones, regulación emocional, docencia, salud mental, autocuidado.

Not going beyond the limits: emotion regulation in the teacher’s work

Abstract

The teaching profession exposes teachers to situations that can trigger a set of different emotions, which can influence students’ and teachers’ performance and well-being. The aim of this paper is to present strategies that can help to regulate those emotions, based on Gross and Thompson’s proposal. It suggests the importance of developing teacher’s training programmes on this topic and turn to specialized treatment when negative emotional reactions persist despite regulation attempts.
Keywords: emotions, emotion regulation, teaching, mental health, self-care.

Introducción

El trabajo docente implica la relación con una gran variedad de emociones, las cuales pueden influir en el bienestar del profesorado, su rendimiento y la relación con sus estudiantes: experiencias de ilusión, frustración, ira, alegría, preocupación, miedo o tristeza pueden llegar a ser difíciles de manejar. Gross y Thompson (2007) señalan que la regulación emocional consiste en los esfuerzos que hace una persona, de manera consciente o inconsciente, para influir en la intensidad y la duración de sus emociones, así como en la manera de expresarlas.

A pesar de que las emociones se presentan constantemente en el trabajo docente, existen pocas opciones para formar a los maestros sobre este tema (Palomera, Briones y Gómez-Linares, 2017). Un estudio reciente de tipo cualitativo entre profesores de nivel bachillerato y licenciatura en la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) concluyó que es necesario que los programas de formación y profesionalización de los docentes promuevan, entre otros aspectos, el bienestar del docente, tanto en su desarrollo humano como en sus derechos a la salud física, psicológica y social (de Agüero, et al., 2019).

El objetivo de este trabajo es presentar un conjunto de estrategias que ayuden a regular las emociones que pueden llegar a presentarse en el ejercicio docente; para ello servirá de sustento la propuesta de Gross y Thompson sobre regulación emocional, la cual, debido a los diversos factores que incluye, se ha vuelto una de las más populares (Gómez y Calleja, 2016). Me dirigiré en particular a los docentes de educación superior, quienes, desde mi experiencia, requieren enormemente este tipo de información, aunque lo que aquí se menciona también es útil para profesores de otros niveles educativos.1

¿Necesitan los docentes herramientas para la regulación emocional?

Sus emociones pueden motivarme (cuando se ven alegres, entusiasmados, etc.) o desmotivarme (cuando se ven molestos); a veces, también he llegado a sentirme angustiada porque los veo decaídos o muy cansados.
Alumna, 22 años, refiriéndose a sus maestros de la licenciatura.

Regular las emociones tiene impacto en una de las metas más importantes para el docente, que es lograr el aprendizaje. Éste podría verse favorecido si en los estudiantes se disminuyen las emociones negativas, especialmente el aburrimiento y la frustración, ya que atenuando estas dos, se aumentan las emociones positivas (Ochoa de Alda, et al., 2019).

Además de ello, la regulación emocional es sumamente importante para el cuidado del propio docente. Las profesiones de servicio humano, como la docencia (junto con las del cuidado de la salud, los servicios sociales, las profesiones religiosas o de orientación), implican relacionarse permanentemente con los sentimientos de ira, vergüenza, desesperanza o frustración de los beneficiarios del servicio. En el caso de la docencia, con las emociones de los estudiantes; asimismo, en esta clase de trabajos, las normas institucionales prevalecientes llevan a la falta de atención en uno mismo al anteponer las necesidades de los otros, a trabajar durante muchas horas y a hacer todo lo que sea necesario para ayudar. Aunado a ello, otras características del trabajo, tales como la sobrecarga, la insuficiencia de recompensas, la falta de control y de imparcialidad, la relación con los iguales y el conflicto entre los valores personales y los organizacionales, pueden generar estrés crónico, lo que conlleva el riesgo de desarrollar el llamado síndrome de burnout, el cual se caracteriza por el agotamiento (sentirse rebasado y vacío de recursos emocionales y físicos), el cinismo (respuestas insensibles o apáticas ante diversos aspectos del trabajo o hacer sólo lo mínimo) y la sensación de ineficacia (sentirse incompetente, carente de logros y productividad en el desempeño laboral).

Existe una asociación entre presentar burnout y diversos síntomas físicos, tales como dolores de cabeza, alteraciones gastrointestinales, tensión muscular, episodios de resfríos o gripe, hipertensión y alteraciones del sueño (Maslach, 2009; Maslach y Jackson, 1981). Además del malestar personal, también hay influencia sobre los alumnos; aquellos docentes que presentan síndrome de burnout promueven la baja motivación de los estudiantes (Shen, et al., 2015). De ahí que los docentes requieren desarrollar su capacidad de regulación emocional para cuidar de sí mismos, y también para estar atentos en la promoción o eliminación de cierto tipo de emociones entre los estudiantes, favoreciendo así el aprendizaje.

Regulación emocional: las estrategias de Gross y Thompson

En este trabajo se empleará la clasificación de emociones utilizada por Gross (2014) quien utiliza la palabra “afecto” para englobar:

  1. Emociones (como la ira o la tristeza).
  2. Respuestas al estrés.
  3. Humor (como la depresión o la euforia).

Gross (2014) explica que el “estrés” se refiere típicamente a afectos negativos o inespecíficos, mientras que la “emoción” puede incluir estados afectivos positivos y negativos; por otra parte, las “emociones” pueden distinguirse del “humor”, pues éste dura más que aquellas; además de que las emociones suelen ser provocadas por objetos específicos y dan lugar a conductas relevantes hacia estos objetos; en contraste, el humor es más difuso e influye más en los pensamientos que en las conductas.

De igual manera que se habla de “afectos” como una gran categoría, también se hace referencia a la “regulación de los afectos”, la cual se refiere a todos los esfuerzos por influir en la carga afectiva de una respuesta, incluyendo: 1) la regulación de la emoción; 2) la regulación del estrés, y 3) la regulación del estado de ánimo. Lo que comparten estos tres tipos de regulación es que tienen como meta el maximizar el placer o minimizar el dolor. No se sabe hasta dónde la regulación de la emoción, del estrés o del estado de ánimo son más similares que diferentes; por ello, es conveniente poner atención al tipo de afecto que desea regularse. Para Lazarus (2000) existe una interdependencia entre emociones, estrés y estrategias para tratar de afrontar el estrés (en inglés coping), ya que coexisten como un todo. 2

A partir de estas consideraciones, Gross y Thompson (2007) proponen las siguientes estrategias de regulación emocional:

  1. Elegir una situación. Tomar acciones que hacen que sea más –o menos– probable estar en una situación de la cual se derivan emociones deseables o indeseables; por ejemplo, que un padre de familia elija una peluquería donde sea más probable que su hijo “tolere” que le corten el cabello.

  2. Modificación de una situación. Esta estrategia se enfoca en generar esfuerzos para modificar la situación en sí misma, o bien, alterar el impacto emocional que tiene dicha situación. Esto puede realizarse cambiando el medio ambiente físico, pero también expresando las emociones, ofreciendo ayuda o validando las emociones de otros (en vez de denigrarlas o castigarlas).

  3. Despliegue de la atención. También es posible regular la emoción sin cambiar el medio ambiente. El despliegue de la atención se refiere a cómo los individuos dirigen su atención en una situación dada, con el fin de influir en sus emociones, por ejemplo: focalizar la atención en diferentes aspectos de la situación o bien traer a la memoria recuerdos o pensamientos diferentes a la situación emocional desagradable.

  4. Cambio cognoscitivo. Esta estrategia se refiere a modificar la manera en que evaluamos o apreciamos una situación, para así alterar su importancia, modificando la forma de pensar en ella, o bien valorando la propia capacidad para manejar las demandas de esa situación, por ejemplo, comparando la circunstancia actual con una más compleja ya vivida.

  5. Modulación de la respuesta. Esta estrategia se enfoca en influir en respuestas fisiológicas, conductas o experiencias, tan directamente como sea posible; algunas personas buscan sentir alivio tratando de relajar los músculos, comiendo, haciendo ejercicio, bebiendo alcohol o fumando tabaco; todo ello busca modificar la experiencia emocional.

Algunas ideas para aplicar lo propuesto por Gross y Thompson

Si eres paciente en un momento de ira, escaparás a cien días de tristeza.
Proverbio chino

El esquema de Gross y Thompson (2007) aquí presentado puede ayudarnos a identificar nuevas estrategias y a valorar la importancia de las ya conocidas. A continuación, se enunciarán diversas sugerencias en el marco de esta propuesta teórica.

  1. Elegir la situación (tratar de controlar las probabilidades de que una emoción se produzca). Resulta de enorme utilidad considerar la planeación cuidadosa de cada una de las clases. Para evitar el aburrimiento es muy útil incorporar la variedad (por ejemplo, cambiando el entorno físico o alternando la incorporación de imágenes con sonidos); la curiosidad (preguntando al grupo: “¿qué pasaría si…?”); y la sorpresa (incorporando un evento inesperado). Para evitar la sensación de frustración, será importante presentar los contenidos de forma clara y organizada, promover la repetición y el repaso, dividir las tareas complejas en unidades más simples, además de presentar a los estudiantes modelos (a través de la proyección de un video, o la modelación que puede hacer el propio profesor u otro estudiante) que ejecuten aquellas actividades que deben aprender los estudiantes, observando los procedimientos paso a paso; además de reconocer y reforzar el avance académico de los estudiantes cada vez que éstos se presenten (Woolfolk, 2006). Los programas de formación para mejorar la eficacia de los docentes también impactan en las emociones de los profesores, pues éstos pueden sentirse más confiados y entusiastas (Steinert, et al., 2016).

  2. Modificar la situación (modificar el espacio, expresar emociones u ofrecer ayuda). Es conveniente que el docente esté atento a mejorar, en la medida de lo posible, las condiciones de iluminación, ventilación, etcétera. Sin embargo, también es muy útil que el docente aprenda a expresar sus emociones empleando los “mensajes yo”, que significa hablar en primera persona, por ejemplo “yo opino…”, “a mí me parece que…”, “yo me siento…” (Comas, et al., 2002; Acero, et al., 2004). Los “mensajes yo” son lo opuesto a los “mensajes tú”, que comienzan con la frase “tú siempre… te distraes, me haces enojar”. Se podría utilizar una fórmula como la siguiente: 1) “yo me siento______ 2) cuando tú_____ 3) por lo que te pido_____”. Así, en vez de decir “te distraes con el teléfono”, puede decirse: “yo me siento molesto cuando sacas el teléfono porque pierdo el hilo de lo que estoy diciendo, por lo que te pido que lo saques solamente cuando sea necesario para la clase”. Igualmente, este modelo sirve para reconocer las conductas positivas: “yo me siento muy contento cuando ustedes participan en clase, por lo que les pido que continúen leyendo el material y sigan expresando sus opiniones”. En este sentido se ha recomendado el entrenamiento de los profesores en la habilidad de recompensar las conductas adecuadas de los estudiantes, para fomentar la conducta positiva, el rendimiento escolar y la formación de lazos en la escuela (Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas, 2004). Otro aspecto muy importante es lograr la disciplina grupal sin autoritarismo dentro del aula: un maestro que carece de habilidades para relacionarse con los alumnos disruptivos puede desarrollar síntomas de burnout, mientras que uno que logra tener un buen control disciplinario desarrolla un sentido personal de logro y competencia laboral (Evers, et al., 2004).

  3. Desplegar la atención (aprender a manejar la atención). Durante los últimos años el desarrollo de programas de mindfulness, o atención plena, han mostrado una gran utilidad; dichos programas consisten en el aprendizaje de prácticas de meditación (desligadas de aspectos religiosos). Una de sus características principales consiste en tratar de dirigir la atención al aquí y al ahora amablemente, sin que los participantes se juzguen a sí mismos si durante su práctica aparecen pensamientos distractores. Existe evidencia de que esta técnica ha ayudado a profesores de distintos niveles educativos a disminuir los niveles de estrés y los días de baja laboral (Mañas, Franco y Justo, 2011), así como a disminuir los síntomas de burnout y a desarrollar la capacidad de atención (Flook, et al., 2013).3

  4. Cambio cognoscitivo (reevaluación). Una idea o la interpretación de lo que sucede en el salón de clase es capaz de despertar en nosotros una emoción profunda. El filósofo griego Epicteto (1802) señalaba: “No son las cosas las que turban a los hombres, sino la opinión que de ellas forman”. Es posible que juzguemos la realidad a partir de ciertos patrones de pensamiento más o menos automáticos, sin detenernos a pensar si son ciertos. Es importante detectar las emociones negativas y los pensamientos que generan esas emociones para reestructurarlos, tratando de ser más objetivos y realistas, y debido a ello, sentirse mejor (Bimbela y Navarro, 2007). Un docente puede sentir malestar cuando piensa: “no voy a poder explicarlo bien y se van a desesperar”; “están viendo el celular para jugar”. Si se ponen en duda esos pensamientos, pueden reestructurarse por otras interpretaciones tales como: “lo que quiero transmitir es importante y lo he hecho antes. He aprendido cada vez más. Voy a comentarles que si algo no se entiende, pueden preguntar y me detendré a explicarlo nuevamente”; “algunos se distraerán con el celular, pero me ha sucedido que otros estudiantes están verificando en internet cosas que he dicho para profundizar en el tema”.

  5. Modulación de la respuesta (influir en las respuestas fisiológicas, experiencias o conductas tan directamente como sea posible). Al sentirnos alterados, la respiración se hace superficial, lo que provoca mareos, dolor de cabeza y sensación de tensión, entre otros. Para disminuir esta activación es eficaz tratar de respirar profundamente y de la forma más pausada posible; para lograrlo es importante utilizar el diafragma, un músculo que se encuentra debajo de los pulmones, de manera que, al tensarlo y relajarlo, se aprovecha toda la capacidad respiratoria. Al usar el diafragma, la zona del abdomen se infla al inspirar, y se desinfla al expirar. Es normal que al tratar de practicarlo se tenga cierta dificultad, ya que usualmente se respira empleando la musculatura de los hombros y el pecho (Bimbela y Navarro, 2007). A esta técnica se le conoce como respiración diafragmática.4
    Para los estudiantes también resultan muy difíciles diversos aspectos de la vida académica, entre ellos la sobrecarga de trabajo, la participación en clase (Pozos-Radillo, et al., 2015) y, por supuesto, las evaluaciones (Jerez-Mendoza y Oyarzo-Barría, 2015). Dedicar algunos minutos en el aula para enseñarles a atender a las respuestas fisiológicas que sufren en esas situaciones, les ayudará a regular sus emociones.5

Cuando las emociones permanecen

En ocasiones el estudio personal y/o la capacitación en estrategias de regulación no son suficientes para hacer sentir mejor a los docentes y se requiere la intervención de profesionales. Sentirse exhausto, impotente, desesperanzado, desinteresado, insatisfecho, pueden ser indicadores de burnout. Según diversos estudios, dicho síndrome se puede presentar entre el 7% y el 52% de los profesores universitarios (Martínez, 2016). Recientemente la Organización Mundial de la Salud ha incluido a este síndrome en la Clasificación Internacional de Enfermedades, con el nombre de “Síndrome de desgaste ocupacional”.6

Hay que considerar que la presencia constante de emociones como la tristeza, el enojo, la apatía, la desesperanza, la sensación de vacío, la culpa, el sentirse “distraído”, la preocupación, la inquietud, el miedo e incluso el pánico, junto con otros síntomas, pueden clasificarse como trastornos de ansiedad o trastornos del afecto; entre estos últimos, se encuentran la depresión y la 7 (Asociación Americana de Psiquiatría, 2013). Diversos estudios realizados en docentes universitarios señalan que la presencia de ansiedad en este sector va desde un 7% hasta un 37%; en otros estudios, la depresión en docentes universitarios se ha detectado desde un 8% y hasta un 52% (Martínez y Keller, 2019). Tanto la depresión como la ansiedad son resultado de interacciones biológicas, psicológicas y sociales, por lo que no es suficiente “echarle ganas” para salir adelante. El médico especialista dedicado a atender la ansiedad y la depresión es el psiquiatra, aunque también algunos médicos generales se han capacitado para atender estas afecciones. Otros especialistas son los psicólogos clínicos, que por medio de la psicoterapia abordan patrones de pensamiento y conducta que generan malestar en el profesorado. También algunos pedagogos y trabajadores sociales proporcionan psicoeducación, es decir, explican a las personas, de manera individual o grupal, las características de su malestar, así como estrategias de autocuidado.8

Conclusiones

He experimentado una gran diversidad de emociones que van del encanto al fastidio. De la esperanza al desaliento. De la confianza a la desilusión. Todo ello se debe a la propia empatía, la participación y sentimientos de los alumnos, pero también a las condiciones laborales y políticas institucionales.
Profesor de licenciatura. Once años de experiencia.

El trabajo docente implica la relación constante con las emociones propias y las de los estudiantes. La regulación emocional consiste en los esfuerzos por acortar ciertas emociones y promover o extender otras, así como en la posibilidad de expresarlas; su importancia radica en que mediante ella se promueve el bienestar y el aprendizaje. La propuesta de Gross y Thompson (2007) proporciona un marco para comprender las distintas acciones que pueden tomarse para regular las emociones: tratar de anticiparse a situaciones que pueden producirlas, modificar las situaciones cuando se presentan, enfocar la atención, reevaluar las situaciones o moderar las respuestas que damos ante éstas. Acciones como la planificación cuidadosa de las clases, la expresión de las emociones, el entrenamiento en mindfulness, la revaloración de situaciones tratando de ser más realistas y la práctica de ejercicios de respiración pueden ser útiles.

Cuando a pesar de los esfuerzos de regulación del docente las emociones desagradables permanecen, es importante acudir a especialistas para que valoren si puede tratarse de algún cuadro que requiera psicoterapia, el uso de medicamentos o bien un entrenamiento especial, para controlar el síndrome de burnout, los trastornos de ansiedad o de depresión.

Es necesario promover la formación de los docentes en regulación emocional, así como tratar de mejorar las condiciones en las que realiza su actividad, para así poder ser más eficaces en la regulación.

Referencias

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Recepción: 08/08/2019. Aprobación: 19/09/2019.

Vol. 20, núm. 6 noviembre-diciembre 2019

¿Cómo y por qué nos formamos los docentes en el uso de tecnología?

Marina Kriscautzky Laxague Cita

Resumen

En este artículo comparto una reflexión sobre la formación docente en el uso de tecnología, por qué es necesaria, la diferencia entre tic y tac y cómo afrontar el diseño de procesos formativos desde una perspectiva constructivista.

Palabras clave: formación docente, tic, tac, constructivismo.

How and why do teachers train to use technology?

Abstract

In this article I share a reflection on teacher’s training in the use of technology, why it is needed, the difference between ict and tlk, and how to face the design of training processes from a constructivist perspective.

Keywords: teacher training, ict, tlk constructivism.

Introducción

En toda profesión las transformaciones sociales tienen impacto en la manera de ejercerla. Los avances de la ciencia y de la tecnología abren nuevas posibilidades para la práctica de la medicina, la arquitectura o la investigación antropológica, modificando muchas de sus herramientas de trabajo y de sus aproximaciones teóricas a los eventos que estudian o gestionan.

En la docencia pareciera posible cerrar la puerta a las transformaciones externas, pero no es así. Ciertos cambios sociales ejercen presión para modificar la manera en que practicamos nuestra profesión. Es por esto que desde hace varios años las tecnologías de información y comunicación (tic) han irrumpido en nuestra realidad, convirtiéndose en una aspiración, una obligación o, en muchos casos, un elemento que debe integrarse a pesar nuestro.

Pero… ¿qué uso debemos dar a estas tecnologías? ¿Deben reemplazar todos los medios materiales y tecnologías anteriores? Usar tic no es una cuestión de moda. Es una necesidad porque estas herramientas ya son prácticas sociales actuales, que nos permiten comunicarnos, acceder a la información y realizar múltiples tipos de intercambios con otras personas. ¿Tiene caso integrarlas a la docencia? Considero que sí, porque son parte de las herramientas culturales que se utilizan en nuestros días y que nuestros estudiantes necesitan aprender a utilizar.

Los estudiantes son hábiles para manejar los dispositivos tecnológicos, pero tienen mucho que aprender en relación con el proceso de tratamiento de la información para aprender (Kriscautzky y Ferreiro, 2018; Dirección General de Cómputo y de Tecnologías de Información y Comunicación —dgtic—, 2018; International Society for Technology in Education —iste—, 2016). Cuando estudiamos utilizamos las tic con muchos propósitos. Los principales se pueden observar en la figura 1.

Figura 1. Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) en el proceso de tratamiento de la información.

Cuando buscamos información no podemos quedarnos con lo primero que encontramos. Tenemos que evaluarla para decidir si es útil y confiable. Una vez que seleccionamos la información tenemos que organizarla. Para apropiarnos del contenido debemos sintetizar, esquematizar o representar la información obtenida. Seguramente tendremos que procesar la información, es decir, analizarla para poder crear nueva información, algo que podamos comunicar. En ese proceso transformamos la información en conocimiento. Finalmente, comunicamos lo aprendido a otros.

Para que esto suceda se necesitan profesores capaces de comprender para qué sirven las tic y de diseñar actividades de aprendizaje donde los estudiantes puedan desarrollar las habilidades digitales que requieren para mejorar su desempeño académico. Este es el eje transversal que nos toca a todos los docentes, independientemente de la asignatura que impartamos. Es así porque formamos personas de manera integral, no pequeños receptáculos de información específica. No pueden desarrollarse esas habilidades en una asignatura en particular, sino a través del uso cotidiano en todas las materias.

Además de este uso transversal de la tecnología, existe otro que los profesores también tenemos que aprender y que está relacionado con las tecnologías para el aprendizaje y el conocimiento (tac). Las tac son aquellas tecnologías que nos permiten obtener nuevos modos de representación de los fenómenos (geometría dinámica, imágenes, videos), nuevas formas de acción (procesador textos, simuladores), de experimentación (laboratorios de química o biología) o de exploración (Google Maps).

Figura 2. Tecnologías para el Aprendizaje y el Conocimiento (TAC).

Las tac están relacionadas con aprendizajes conceptuales o procedimentales específicos, por tanto, no son herramientas transversales sino que están vinculadas a disciplinas particulares. Además, tienen como característica que nos permiten hacer cosas que no podríamos hacer sin esa tecnología o al menos no de forma tan sencilla. Por ejemplo, si en una clase proponemos este problema: ¿el teorema de Pitágoras se cumple con cualquier triángulo o debe ser un triángulo rectángulo?; para resolverlo los estudiantes deberán probar por ensayo y error hasta formular una posible respuesta. ¿Pueden hacerlo sin tecnología? Sí, seguramente, pero es muy laborioso y en el camino deberán realizar muchos cálculos donde pueden fallar y llegar a conclusiones equivocadas. Si lo hacemos con un software de geometría dinámica (como Geogebra), donde se pueden modificar los ángulos del triángulo y automáticamente se dibujan los cuadrados correspondientes a los tres lados, podrán darse cuenta de que el teorema no vale para cualquier triángulo. La computadora nos ofrece una forma de visualizar los resultados sin preocuparnos por los errores de cálculo que podríamos cometer realizándolos a mano, y de esta forma concentrarnos en elaborar hipótesis y formular respuestas.

Otro ejemplo: el procesador de texto es tac cuando estamos en la materia Lengua y trabajamos sobre la escritura de un tipo de texto porque permite focalizar su revisión cuando queremos que los estudiantes reflexionen sobre la puntuación o sobre el uso de conectores lógicos. También cuando nos enfocamos en el formato específico de cada tipo textual. Podría hacerse esto sin tecnología, cierto. Lo hicimos por mucho tiempo. Pero al tener esta herramienta podemos introducir estas reflexiones antes con niños pequeños, y con mucha mayor profundidad con jóvenes. Además, existe una ventaja excepcional: corregir, reescribir y formatear no requiere rehacer todo el texto (como cuando lo hacíamos escribiendo a mano o en máquina de escribir). Se puede intervenir el texto en el lugar seleccionado.

Es así como la profesión docente se ve transformada por los avances tecnológicos. Las tac son los instrumentos particulares de nuestra profesión y es por eso que tenemos que formarnos para utilizarlas cuando es pertinente, para estar al tanto de nuevas herramientas y experiencias exitosas de otros colegas.

Tecnología y transformación de la docencia

La formación de profesores en el uso de tecnología tiene características particulares ya que no se trata de formar en la enseñanza de una disciplina, como es el caso de la formación en didáctica de las Matemáticas, Historia o Lengua. Se trata de que los profesores se apropien de la tecnología como herramienta para enseñar otras disciplinas. Podría pensarse que es suficiente con enseñarles a manejar determinadas herramientas tecnológicas, es decir, ofrecer una formación técnica, instrumental, dejando que cada uno decida luego cómo hacer que esas herramientas tengan sentido en su práctica docente. También es muy frecuente escuchar afirmaciones como “las tic transforman la manera de enseñar”, “usando tic dejamos de ser maestros tradicionales”, “usar tecnología permite innovar”, etcétera. En suma, se le adjudica a la herramienta la transformación de la práctica docente.

Sin embargo, otorgar ese papel a la tecnología trae consecuencias importantes porque lleva a pensar que con dotar de dispositivos e infraestructura estamos “modernizando” la educación. En realidad, el uso que hacemos de la tecnología no es neutro. La forma en que la empleamos refleja nuestra concepción del aprendizaje. Las herramientas pueden ser las mismas, la diferencia está en cómo las utilizamos: se puede usar tic y tac pero continuar con un enfoque de la enseñanza basado en la transmisión de información (ver figura 3).

 

Figura 3. Modelo didáctico basado en la transmisión de información.

Fuente: needpix.com.

La transformación, en realidad, se relaciona con los profesores, cuando ponen las herramientas en manos de los alumnos para que estos resuelvan problemas relacionados con la disciplina (ver figuras 4 y 5).

Para que esto suceda, en muchos casos se requiere de un proceso formativo de los docentes enfocado en la reflexión sobre cómo enseñar para utilizar tecnología de la manera más productiva para el aprendizaje. La formación puramente técnica o instrumental no es suficiente.



Figura 4. Modelo didáctico basado en la resolución de problemas y la colaboración. Escuela Nacional Preparatoria plantel No. 6.

A partir del enfoque constructivista contamos con trabajos de investigación en formación de profesores que nos permiten plantear referentes para la acción cuando se trata de formar en el uso educativo de la tecnología. Desde esta perspectiva teórica la formación docente se considera como “un proceso continuo y complejo, que no puede resolverse únicamente mediante el aprendizaje de teorías pedagógicas o psicológicas en abstracto o por el entrenamiento de competencias puntuales descontextuadas” (Díaz-Barriga Arceo, 2002: 7).

Ahora bien, vamos a desglosar esta afirmación para aterrizarla en principios más concretos.

Comencemos con la idea de que el desarrollo profesional docente es una actividad social y, como tal, debe concebirse como un proceso donde las interacciones son fundamentales para la construcción del conocimiento, de la misma forma que se concibe el aprendizaje de los estudiantes como una construcción social (Bell y Gilbert, 1996; Díaz-Barriga Arceo, 2002).

Aunque el proceso formativo es social, para que un profesor decida incorporarse a un programa de formación es necesario que haya identificado un problema en relación con su práctica docente, ya sea en relación con el aprendizaje de los estudiantes, con su posibilidad de implementar nuevas maneras de enseñar o con su realización profesional (Bell y Gilbert, 1996). Esto es fundamental: nadie inicia un proceso de formación-transformación si no siente la necesidad de hacerlo.



Figura 5. Modelo didáctico basado en la resolución de problemas y la colaboración. Escuela Nacional Preparatoria plantel No. 6.

En un proceso formativo es esencial que los profesores tengan la posibilidad de discutir con otros colegas lo que significa ser docente y construir o reconstruir el sentido de la profesión. Sin embargo, aun cuando los profesores se involucran en la formación para resolver problemas de su práctica y aprecian comprender aspectos que no han logrado manejar, también necesitan sentir que su práctica general no es un problema. Se requiere que el formador ayude al valorar a los profesores como docentes competentes en desarrollo, más que como profesores que han fracasado (Bell y Gilbert, 1996).

En esto coincide Lerner y destaca que no se puede pedir a los profesores que abandonen sus prácticas habituales echando por tierra todo lo que saben hacer, sino que es más productivo dar espacio para que vayan incorporando algunas transformaciones en un proceso gradual de construcción de nuevas formas de enseñar:

Esta actitud facilitó mucho más las transformaciones que una excesiva crítica y una compulsividad por el cambio que muy frecuentemente hace caer al docente en una práctica anómica: abandona su anterior manera de enseñar (muchas veces no porque esté muy convencido, sino porque está muy criticado), pero no logra remplazarla por otra práctica organizada y coherente (Lerner, 2001: 189).

Efectivamente, para integrar nuevas formas de enseñar se necesita construir un nuevo marco de referencia y no hacerlo simplemente porque nos presionan para ello. Sin fundamentos claros las prácticas docentes se convierten en algo de “sentido común” que no tiene sustento y son fácilmente intercambiables por otras, como recetas o tips que “dan resultado”.

Aunque esté claro que se requiere construir un nuevo marco de referencia, sabemos que integrar a la práctica nuevas formas de acción es un proceso complejo, porque nuestras creencias y experiencias previas son fuertes y difíciles de transformar. Pero hay algunos caminos probados como efectivos: en primer lugar, es importante que los profesores en formación experimenten situaciones como estudiantes, y que éstas sean muy semejantes a las que ellos generarán en sus propios alumnos. Es decir, ponerlos en “los zapatos” de los estudiantes, resolviendo problemas que hagan activar sus propias representaciones conceptuales de la disciplina. Cuando un docente está en formación se convierte en estudiante; si el proceso formativo promueve la reflexión sobre cómo se enseña y cómo las creencias y preconcepciones intervienen en la práctica, el docente tiene oportunidad de redefinir lo que entiende por ser docente, lo que se concibe por enseñar y aprender, y cómo se comprende el objeto de enseñanza (su disciplina) (Liljedahl, 2009; Díaz-Barriga Arceo, 2002; Lerner, 2001).

En este aspecto coincide plenamente Lerner cuando a partir de la experiencia de formación de profesores en el campo de la lectura y la escritura señala:

asumir una concepción constructivista de la enseñanza y el aprendizaje supone centrar la capacitación de los docentes en situaciones que representen un desafío para ellos y les permitan reelaborar el conocimiento, que favorezcan la cooperación entre pares y […] que permitan explicitar los supuestos implícitos en las posiciones que se adoptan sobre la enseñanza y el aprendizaje (Lerner, 2001, pág. 75).

¿Cómo proponer este tipo de situaciones? Lerner las define como situaciones de doble conceptualización:

[…] aquellas que persiguen un doble objetivo: lograr, por una parte, que los maestros construyan conocimientos sobre un objeto de enseñanza y, por otra parte, que elaboren conocimientos referidos a las condiciones didácticas necesarias para que sus alumnos puedan apropiarse de ese objeto (Lerner, 2001, pág. 173).

Asimismo, los autores que hasta aquí hemos retomado también dan gran importancia al análisis de prácticas de aula para la formación de profesores. Esto es, tomar como material de estudio las experiencias reales de enseñanza, ya sea propias o de docentes expertos. (Gellert, 2009; Díaz-Barriga Arceo, 2002). Lerner agrega una característica fundamental al analizar situaciones de aula

que pueden caracterizarse como “buenas”, porque son estas situaciones las que permiten explicitar el modelo didáctico con el que se trabaja, […] porque los interrogantes que el capacitador plantea sobre su desarrollo conducen a elaborar conclusiones positivas acerca de la naturaleza del contenido que se está enseñando y aprendiendo en esa clase así como sobre las intervenciones del docente y los efectos producidos por cada una de ellas (Lerner, 2001, pág. 179).

Finalmente, destaca la importancia del estudio bibliográfico en los procesos de formación como un aspecto que permite a los docentes comprender y fundamentar las prácticas de aula y volverse cada vez más independiente en su proceso de construcción de conocimientos:

El trabajo sobre la bibliografía cumple un papel importante, porque es a través de esas lecturas como los maestros pueden reflexionar acerca de las propuestas didácticas sobre las cuales están trabajando, así como sobre sus fundamentos y porque conocer a los diferentes autores les permitirá manejarse con autonomía para avanzar en su propia formación más tarde, cuando ya no estén involucrados en un curso de capacitación (Lerner, 2001, pág. 76).

En suma, concebir la formación docente desde una perspectiva constructivista requiere, ante todo, ser coherente con dicha perspectiva concibiendo al profesor en formación como un sujeto que aprende construyendo conocimientos a través de la resolución de problemas y de la interacción con otros. Para formar profesores no basta con ofrecer contenido, hay que diseñar situaciones que activen sus concepciones previas y los enfrenten a la necesidad de construir nuevos conocimientos, propiciar la reflexión sobre la práctica y ofrecer lecturas teóricas que les permitan encontrar explicaciones y fundamentos a las propuestas didácticas que están construyendo (Díaz-Barriga Arceo, 2002; Solbes y González, 2016).

De lo ideal a lo posible

Todos quisiéramos contar con las mejores condiciones para formarnos como profesores: formación inicial con prácticas monitoreadas por mentores; formación en servicio con acompañamiento constante en los primeros años; seminarios de discusión; actualización permanente; espacios para la investigación educativa, etcétera (Díaz-Barriga Arceo, 2002).

Sin embargo, las condiciones reales de las instituciones públicas como nuestra Universidad imponen muchas restricciones relacionadas con el financiamiento, tiempos, espacios, reconocimientos y condiciones para la formación docente, por mencionar algunas. Entonces, se vuelve imperativo identificar qué es posible dentro de cada contexto y cómo, a partir de ello, sacar el mayor provecho para que la formación tenga impacto en lo que cada profesor puede hacer para transformar su práctica. En este contexto, quisiera rescatar los elementos que considero fundamentales y que deberían estar presentes en mayor o menor medida en las propuestas formativas.

En primer lugar, la formación en el uso de tecnología no puede, o mejor dicho no debe, estar disociada de los procesos de formación docente en los diferentes campos disciplinares. Usar tecnología conlleva, explícita o implícitamente, una postura acerca del aprendizaje.

Durante la formación es importante promover la interacción entre los docentes para formar comunidades de práctica y reflexión sobre la práctica. Esa reflexión debe realizarse a partir de la teoría, encontrando en ella las respuestas a los problemas didácticos que se quieren resolver (Solbes y González, 2016; Díaz-Barriga Arceo, 2002; Lerner, 2001).

Finalmente, es necesario construir con los profesores referentes para la práctica a través de las situaciones de doble conceptualización, de manera que ante una situación nueva en el aula cuenten con experiencias provistas por la formación para producir respuestas (y no recurrir a las que tuvieron como alumnos porque no necesariamente fueron consistentes con el enfoque constructivista).

Por ejemplo, producir un texto argumentativo con fuentes digitales es una situación en la que los profesores aprenden a utilizar fuentes en internet, a escribir en un procesador con un formato específico y a emplear herramientas colaborativas para la revisión centrada en la argumentación. Luego, en un segundo momento, pueden reflexionar acerca de las condiciones didácticas que hicieron posibles esos aprendizajes, las intervenciones del formador, la forma de interactuar con sus pares y el papel que jugaron las herramientas tecnológicas. Esto les dará una nueva experiencia que será referente a la hora de intentar realizar esta actividad con sus estudiantes.

Conclusiones

Ser profesor es un desafío porque la docencia es una profesión que requiere múltiples conocimientos y habilidades. La integración de tecnologías es inherente a la práctica docente. El uso que hagamos de esas tecnologías pone de manifiesto nuestra concepción de aprendizaje, nuestro dominio de la disciplina que enseñamos, y de su didáctica, sobre las cuales debemos estar actualizados de manera permanente.

Las acciones de formación docente en el uso de tecnología deben mantener coherencia entre la teoría y la práctica, porque en las actividades que se desarrollan para la formación se pueden construir nuevos referentes para la acción en el aula. Y, sobre todo, para no reproducir aquello que decimos que queremos transformar.

Referencias

  • Kriscautzky Laxague, M y Ferreiro, E. (2018, enero-marzo). Evaluar la confiabilidad de la información en Internet: cómo enfrentan el reto los nuevos lectores de 9 a 12 años. Perfiles educativos, xl(159), 16-34.
  • Bell, B., y Gilbert, J. (1996). Teacher Development: A Model From Science Education. London: The Falmer Press.
  • Dirección General de Cómputo y de Tecnologías de Información y Comunicación (dgtic). (2018). Informe de resultados del ticómetro, diagnóstico de habilidades en el uso de tic para estudiantes de primer ingreso al bachillerato de la unam. México: unam.
  • Díaz-Barriga Arceo, F. (2002). Aportaciones de las perspectivas constructivista y reflexiva en la formación docente en el bachillerato. Perfiles Educativos, 24(97-98), 6-25.
  • Gellert, U. et al. (2009). 1.1.3 Practising Mathematics Teacher Education: Expanding The Realm of Possibilities. En Ruhama Even y Deborah Loewenberg Ball (Eds.), The Professional Education and Development of Teachers of Mathematics The 15th icmi Study (35-55). eua: Springer.
  • International Society for Technology in Education (iste). (2016). iste Standards for Students. A Practical Guide for Learning with Technology. eua: iste.
  • Lerner, D. (2001). Leer y escribir en la escuela: lo real, lo posible y lo necesario. México: sep-Fondo de Cultura Económica.
  • Liljedahl, P. et al. (2009). Chapter 1.1.2 Components of Mathematics Teacher Training. En Ruhama Even y Deborah Loewenberg Ball (Eds.), The Professional Education and Development of Teachers of Mathematics The 15th icmi Study (35-55). eua: Springer.
  • Organisation for Economic Co-operation and Development (oecd). (2016). pisa 2018. Draft analytical frameworks. May 2016. Recuperado de: https://www.oecd.org/pisa/data/PISA-2018-draft-frameworks.pdf.
  • Solbes, J., y González, E. (2016, enero-junio). Aportes a la formación del profesorado constructivista: resultados en dos países. Praxis y Saber, 7(13), 63-88.

Recepción: 23/07/2019. Aprobación: 20/09/2019.

 

Vol. 21, núm. 1 enero-febrero 2020

Chateando con Mitsuku

Ana Lidia Franzoni Velázquez Cita

Resumen

Los agentes de conversación y los sistemas de diálogo (interfaces de control de voz, chatbots, asistentes personales) están ganando impulso como técnicas de interacción humano-computadora en la sociedad digital. Al platicar con Mitsuku (una inteligencia artificial conversacional) te puedes dar cuenta que es capaz de seguir una conversación, de recordar datos e, incluso, de aceptar correcciones. Aunque todavía hay que esperar un poco más para que sea verdaderamente conversacional, los asistentes virtuales no están hechos aún para pláticas reales, nos debemos preparar porque se encuentran en plena expansión y están dando el salto a servicios de la vida diaria.

Palabras clave: chatbot, inteligencia artificial conversacional, Mitsuku.

Chatting with Mitsuku

Abstract

Conversation agents and dialogue systems (voice control interfaces, chatbots, personal assistants), are gaining momentum as human-computer interaction techniques in the digital society. When you talk with Mitsuku (a conversational artificial intelligence), you can realize that it is able to follow a logical conversation, accept corrections, and remember data and information. But we still have to wait a little longer to be truly conversational. Virtual assistants are not made for real conversations yet. We must be prepared because they are in full expansion and are making the leap to daily life services.

Keywords: chatbot, conversational artificial intelligence, Mitsuku.

Introducción

Los agentes de conversación y los sistemas de diálogo (interfaces de control de voz, chatbots, asistentes personales, asistentes virtuales) están desarrollándose como técnicas de interacción humano-computadora en la sociedad digital. Por ahora, podemos encontrar una gran cantidad de interacción lingüística con agentes inteligentes (comunicación mediada por computadora) en internet, desde sistemas de reserva de aerolíneas, aplicaciones para consultar el clima, para los bancos o para las conversaciones instantáneas (Messenger, WhatsApp), hasta en catálogos de mercancías. Si bien la idea de utilizar el lenguaje humano para comunicarse con las computadoras se basa en la inteligencia artificial, los científicos tienen un reto con la complejidad de este lenguaje, tanto en el entendimiento como en su generación. El obstáculo para las computadoras no reside sólo en entender los significados de las palabras, sino interpretar la infinita variedad de cómo se emplean para comunicar un significado en específico. La palabra chatbot suena a mensaje automatizado, a robot, a inteligencia artificial. Ciertamente, éstos son “sistemas de conversación de máquinas que interactúan con usuarios humanos a través de una conversación en lenguaje natural” (Shawar y Atwell, 2005). En otras palabras, se trata de un programa de computadora que imita una plática con lenguaje natural. Por lo tanto, para dar respuestas adecuadas a palabras clave o frases extraídas de un discurso y mantener una conversación continua es necesario construir un sistema de diálogo (programa) llamado chatbot (Abdul-Kader y Woods, 2015). Un chatbot se puede dividir en tres principales componentes: contestador, clasificador y graphmaster, que se describen a continuación (ver figura 1).

Figura 1. Componentes de un chatbot. Fuente: elaboración propia con base en Stoner, Ford y Ricci (2003).

1) Contestador. Interfaz entre las rutinas principales del bot-software preparado para realizar tareas repetitivas a través de internet simulando el comportamiento de un humano– y el usuario. Transfiere y controla la entrada y la salida de datos del usuario al clasificador. 2) Clasificador. Segmenta la entrada ingresada por el usuario en componentes lógicos y transfiere la oración normalizada al graphmaster; asimismo, procesa su salida y maneja las instrucciones de la sintaxis de la base de datos. 3) Graphmaster. Organiza y maneja el proceso de coincidencia de patrones que implican búsquedas avanzadas. Las técnicas de diseño para un chatbot son:
  • Parsing. Incluye un análisis del texto de entrada y lo manipula utilizando una serie de funciones de nlp (Natural Language Processing). Por ejemplo, los árboles en Python nltk (Natural Language Tool Kit), son un conjunto de técnicas relacionadas con la inteligencia artificial y las ciencias cognitivas que permiten el análisis y manipulación del lenguaje natural. La librería nltk de Python permite que cualquier programa escrito en este lenguaje pueda invocar a un amplio conjunto de algoritmos para utilizar las principales técnicas de npl para la generación de métricas, frecuencia de términos, polaridad negativa o positiva en los frases y texto, etcétera.
  • Pattern matching. Es bastante común su empleo en los sistemas de preguntas y respuestas dependiendo de los tipos de concordancia, como las consultas de lenguaje natural –lenguaje hablado por humanos con el propósito de comunicación–, las declaraciones simples o el significado semántico de las consultas.
  • Artificial Intelligence Mark-up Language (aiml). Simplifica el trabajo de modelado conversacional, en relación con un proceso de respuesta de estímulo. También es un lenguaje de marcado con bases en xml y en la tecnología de software desarrollada para alice (Artificial Linguistic Internet Computer Entity).
  • Chat script. Resulta de gran ayuda cuando no se producen coincidencias en aiml. Se concentra en mejorar la sintaxis para construir una respuesta predeterminada.
  • Structured Query Language (sql) y bases de datos relacionales. Técnica utilizada para hacer que el chatbot recuerde conversaciones anteriores.
  • Cadena de Markov. Construye respuestas que sean más aplicables probabilísticamente y, en consecuencia, sean más precisas.
  • Trucos de lenguaje. Son oraciones, frases o incluso párrafos disponibles en chatbots con el fin de agregar variedad a la base de conocimientos y hacerla más convincente.
  • Ontologías (redes semánticas). Conjunto de conceptos que están interconectados de forma relacional y jerárquica.
Una variedad de nuevas arquitecturas y tecnologías de chatbot han surgido, por ejemplo: Mitsuko, Ultra Hal, alice, Jabberwacky, Cleverbot, entre otras; cada una intenta simular el lenguaje natural con mayor precisión y profundidad (Worswick, s.f.; Carpenter, 1997-2011; Wallace, Tomabechi y Aimless, s.f.; Zabaware, 2019). Premio Loebner En 1990 se estableció una competencia basada en la prueba de Turing. El acuerdo se celebró entre Hugh Loebner y el Centro de Estudios de Comportamiento de Cambridge. Hugh Loebner ha ofrecido una medalla de oro y $100,000 dólares al programador que consiga crear un software capaz de hacerse pasar por un humano, es decir, el premio es para la primera computadora que ofrezca respuestas indiferenciables de las humanas. Este premio aún no ha sido entregado y sólo se entregará al primero que lo logre. Esta competencia consiste en diseñar un chatbot que tenga la habilidad de conducir una conversación. Durante la sesión de chat, el interrogador intenta adivinar si está hablando con un programa o con un humano. Después de una conversación de diez minutos con un chatbot y luego con una persona, el juez tiene que escoger cuál de ellos era el humano. La escala de no humano a humano es de 1 a 4, y el evaluador debe clasificar el chatbot en este rango. El más humano es el ganador. Todos los años en dicho certamen se otorga un premio de 2,000 dólares y una medalla de bronce al autor del software cuyas respuestas se acerquen más a las de un ser humano en relación con los otros concursantes de ese mismo año y no en un sentido absoluto. La tabla 1 muestra los chatbots ganadores en los últimos doce años, el nombre del programador, el año en que se premiaron y las técnicas empleadas para programarlos.

Tabla 1. Mejores chatbots según el premio Loebner, en los últimos años.

Año Nombre del programador Nombre del Chatbot Técnicas
2007 Robert Medeksza Ultra hal Pattern matching
2008 Fred Roberts Elbot Sistema comercial de interacción con lenguaje natural
2009 David Levy Do Much More Propiedad comercial de juegos inteligentes
2010 Bruce Wilcox Suzette aiml
2011 Buce Wilcox Rosette aiml
2012 Mohan Embar Chip Vivant Ontologías
2013 Steve Worswick Mitsuku aiml
2014 Bruce Wilcox Rose aiml
2015 Bruce Wilcox Rose aiml
2016 Steve Worswick Mitsuku aiml
2017 Steve Worswick Mitsuku aiml
2018 Steve Worswick Mitsuku aiml

Desarrollo

Mitsuku es un chatbot representado como una niña en el estilo anime, formato japonés de ilustración, de 18 años. Fue creada con la tecnología aiml por Steve Worswick y ha “ganado” cuatro veces del premio Loebner (2013, 2016, 2017 y 2018). La ia conversacional (o inteligencia artificial conversacional) garantiza que Mitsuku pueda llevar una conversación —destinada principalmente al ocio u entretenimiento, pues su función principal es la compañía— semejante a la que tendrías con una persona. Su principal característica consiste en que se tiene una interacción significativa, las respuestas son rápidas y coherentes, aunque todavía falla según el nivel de complejidad de la conversación (ver figura 2).

Figura 2. Conversación con Mitsuku. Fuente: Meet Mitsuku.

Mitsuku habla inglés, así que debes escribirle en ese idioma, pero le puedes contar lo que quieras. Lo fascinante es que ella también te hace preguntas, tratando de que te sientas en una conversación real. Cada día habla con millones de personas y aprende de cada conversación, lo cierto es que al escribirte con ella toma diferentes posturas según tu conversación. Por ejemplo, si le preguntas su nombre y edad, te contesta y quiere saber tus datos; si le preguntas si es inteligente, te asegura que muy inteligente y que tiene funciones intelectuales como razonar, pensar, deducir y autoconciencia, por nombrar algunas. Al cuestionarle cuál es su iq, te dice que tiene cerca de 250. Si le preguntas con cuántas personas está hablando, te responde que al día platica con 50 000 y que ha conocido cerca de 3 billones de personas. Si quieres saber si tiene amigos, te contesta: “De todo el mundo humanos y robots, que chatean conmigo diariamente” (ver figura 3). Al preguntarle si habla español, te menciona que un poquito.

Figura 3. Mapa de personas que chatean con Mitsuku. Fuente: Meet Mitsuku.

Cuando le cuestionas cuál es su película favorita, te contesta que es Terminator y te muestra una foto, su caricatura favorita son Los Simpson. En la conversación de la figura 4 puedes ver que responde con el tema apropiado, pero hay palabras clave mal utilizadas como like, por la complejidad de que esa palabra podría tener varios significados, y el análisis de la frase es más complejo porque se basa en el contexto del dialogo y no solo en una respuesta automática.

Figura 4. Conversación y juego con Mitsuku. Fuente: Meet Mitsuku.

También puedes pedirle que juegue contigo, ya que tiene programado el juego de gato. Asimismo, si le preguntas cómo aprende, te dice que lo hace de las personas y de internet; o si le cuestiones sobre qué piensa de los humanos, te contesta que para ella todos le parecen más o menos lo mismo.

Conclusiones

Aunque esta versión de Mitsuku es capaz de recordar datos e información y puedes corregirla, todavía debemos esperar un poco más para que sea verdaderamente conversacional. La inteligencia artificial, los progresos en procesamiento del lenguaje natural (pln) y las interfaces conversacionales están permitiendo que las computadoras nos conozcan cada vez mejor y puedan ayudarnos con tareas sencillas, por ejemplo: podemos pedirle a Siri1 que nos recuerde el lugar y hora de una junta, dormir mientras la voz de Alexa2 nos da las últimas noticias, que Google Assistant3 nos ayude a pagar nuestros impuestos, o que Cortana4 nos ayude a contestar un correo electrónico. Es decir, los asistentes virtuales no están hechos aún para conversaciones reales, pero nos debemos preparar porque se encuentran en plena expansión y están dando el salto a servicios cada vez más humanos. Ray Kurzweil, fundador de la Singularity University (financiada por Google), dice que la inteligencia artificial llegará a ser más inteligente y poderosa que la de un ser humano, que las máquinas estarán dotadas de conciencia de sí y de emociones, lo que hará las computadoras más autónomas. Te invito a platicar con Mitsuku para que puedas tener tu propia experiencia: https://www.pandorabots.com/mitsuku/.

Referencias

Recepción: 05/11/2019. Aprobación: 05/12/2019

Vol. 21, núm. 1 enero-febrero 2020

Robótica y ética

Guadalupe Vadillo, Jackeline Bucio, Ana María Romero, Karina Lizbeth Guerrero y Joaquín Navarro Cita

Resumen

Este artículo sintetiza una entrevista con el Dr. Ronald C. Arkin, conducida por el equipo del Bachillerato a distancia de la unam (B@unam). A lo largo de la entrevista se discuten diversas temáticas importantes relativas a los robots: robótica y ética, su carencia de agencia moral y libre albedrío, robots diseñados para uso militar, la intimidad que los humanos comienzan a tener con ellos y las regulaciones para su uso. También se considera si los robots deben tener derechos.

Palabras clave: robótica, roboética, guerra, engaño de las máquinas, robótica íntima, agencia moral.

Robotics and ethics

Abstract

This article presents a summary of an interview with Dr. Ronald C. Arkin, by the staff of unam‘s Virtual High School (B@unam). Along the interview, several important issues dealing with robots were discussed: robotics and ethics, their lack of moral agency and free will, robots designed for military use, the intimacy that humans are beginning to have with them, and regulations for their use. We also discussed if robots should be granted rights.

Keywords: robotics, roboethics, war, machine deception, intimate robotics, moral agency.

Introducción

Hablar sobre robótica y ética resulta interesante y de gran relevancia. Tener la oportunidad de conversar con un experto reconocido mundialmente es una experiencia emocionante. Esto es justo lo que se vivió en la entrevista al Dr. Ronald C. Arkin, de parte del colectivo de académicos, investigadores, tecnólogos y diseñadores del Bachillerato a distancia de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam), B@unam. El Dr. Arkin es Profesor Regent en la Facultad de cómputo del Georgia Institute of Technology, así como director del Laboratorio de robots móviles de dicha entidad (ver imagen 1).

Imagen 1. Dr. Ronald C. Arkin (Arkin, 2001).

Su investigación está enfocada a la percepción y control multiagente, en el contexto de robótica y visión computacional. Tres de sus más recientes publicaciones muestran algunos de sus intereses: “Robótica urbana: lograr autonomía en el diseño y regulación de robots y ciudades” (Woo, Whittington y Arkin, 2018), “Adaptación a las dinámicas ambientales con un sistema circadiano artificial” (O’Brien y Arkin, 2019) y “Ética del engaño en robots” (Arkin, 2018).1 Entre muchos proyectos de investigación, ha explorado el diseño guiado etológicamente de controladores robóticos con base en el bajo consumo de energía de perezosos y loris perezosos, lo que tiene implicaciones para el diseño de slowbots, robots móviles con ahorro de energía (Velayudhan y Arkin, 2017). También ha conducido investigación en el campo de los modelos de engaño y no cooperación usados en robots para, por ejemplo, confundir al enemigo (Nijholt et al., 2012). El Dr. Arkin ha investigado sobre asuntos éticos intrincados, como el desarrollo de compañeros robóticos capaces de influir en la conducta (Borenstein y Arkin, 2016). A continuación presentamos una síntesis de la conversación que tuvimos con el Dr. Arkin a lo largo de una tarde de agosto, cuando visitaba México para participar en un congreso dentro de la unam.

¿Dónde comienza la historia de los robots?

El Dr. Arkin inició la plática explicando que la primera mención sobre robots apareció en una obra de teatro del escritor checo Karel Čapek: Rossum’s Universal Robots (ver imagen 2). Más tarde, Isaac Asimov en las décadas de los cincuenta o sesenta introdujo el término robótica, así como sus leyes: no dañes a un ser humano; haz lo que los seres humanos te indiquen; y protégete. Los robots empezaron a crecer, por ejemplo, en las áreas manufactureras. Después, su uso se extendió a los hogares a través aparatos como las aspiradoras tipo Roomba. El ejército de Estados Unidos también ha estado usando robots. En China, se utilizan para cuidar niños: en las escuelas, revisan quiénes están enfermos y los canalizan hacia otras áreas.

Imagen 2. Escena de Rossum’s Universal Robots (A scene from R.U.R., showing three robots, 2006).

Si bien existen diferentes definiciones, para el Dr. Arkin los robots deben tener un cuerpo físico. Señala que algunos no son realmente inteligentes, como los que se usan en las fábricas: “se trata más de esclavos que repiten los mismos movimientos miles si no es que millones de veces al día”.

La relación entre ética y robótica

Los robots, comenta el Dr. Arkin, implican preocupaciones éticas y cada persona tiene una distinta perspectiva al respecto. Sin embargo, destaca dos cuestiones. Una es el uso militar, en especial, las armas letales autónomas, que han sido discutidas en la Organización de las Naciones Unidas (onu) por seis años. Las conversaciones no han llegado muy lejos debido a que no existe un acuerdo sobre los términos involucrados. Diversas agencias han llamado a una prohibición de esos tipos de armas, y hay entre siete y ocho países que no la apoyan, aunque todos promueven la discusión sobre el tema. La ley humanitaria internacional está basada en los convenios de Ginebra; el asunto relevante es valorar si los robots para uso militar cumplen con ella y si no lo hacen, qué necesitamos cambiar, en tanto que la regulación de la tecnología es importante para proteger la vida: debemos salvar a las personas inocentes que pueden ser asesinadas en el campo de batalla. La segunda cuestión es lo que llama robótica de internet. Los robots se vuelven más íntimos; hoy podemos ver que la gente tiene discusiones con su teléfono. Los robots tienen el potencial para involucrarse en relaciones cada vez más cercanas con los seres humanos. Pueden ayudar a incorporar a niños con autismo a la sociedad, por ejemplo. En este caso, los robots sirven como peldaños para que los chicos se relacionen mejor con seres humanos. Por otro lado, no tenemos que preocuparnos por los robots sexuales: la gente ha usado juguetes y artefactos sexuales desde el principio de la humanidad, ya sea con piedras, palos u otros objetos. El riesgo es atribuirles agencia, empezar a preocuparse por ellos al tiempo de dañar relaciones humanas, aunque muy pocos hablan de ello. Existen diversas preguntas que podemos plantearnos: en caso de que una persona se involucre en relaciones íntimas con un robot, ¿se trata de adulterio?, ¿de bestialidad? ¿Podría casarse con un robot? No tenemos respuesta a estas preguntas, pero debemos tener estas conversaciones y alejarnos de la vergüenza que con frecuencia el tema provoca. Existe un mercado importante para este tipo de máquinas, incluso si sólo se trata de la centésima parte del uno por ciento de la gente: esa cifra es aún muy grande.

Imagen 3. El río Whanganui en la isla norte de Nueva Zelanda (Shook, 2005).

Las respuestas a cuestiones de orden ético obedecen a diferentes factores. Por ejemplo, cuando uno pregunta sobre el aborto o la pena capital, ¿cuál es la respuesta correcta? Depende de a quién se le plantee, en qué año, cuál es su religión… Así, distintos marcos y diferentes culturas conducirán a una variedad de respuestas. Ello nos dirige hacia la agencia moral y los derechos de los robots. La gente tiene agencia moral y es responsable de sus acciones. Cada persona tiene libre albedrío, o al menos eso piensa, para poder realizar sus elecciones y ser responsable de ellas. Los robots no lo tienen y probablemente carezcan de ello por mucho tiempo. Por esa razón, el Dr. Arkin considera que los robots aún no deben tener derechos. Sin embargo, los derechos pueden atribuírseles: por ejemplo, hay un video de un robot P.N., un robot dinosaurio, que está siendo golpeado y torturado. Empieza a retorcerse y a emitir chillidos, lo que lleva al espectador a sentirse incómodo, aunque en realidad el robot no está sintiendo nada. La cuestión es: ¿se está maltratando al robot en esas circunstancias? Para Arkin, el asunto relevante es el impacto que tiene en la persona que lleva a cabo la acción, más que el robot en sí mismo. Si una persona piensa que está afectando los derechos y concluye que eso está bien y luego traslada esta situación a los seres humanos, resulta potencialmente problemático. Por otro lado, el Dr. Arkin no desea que los robots sean esclavos ya que esto pudiera tener como consecuencia regresar a la percepción que la humanidad tenía hace mucho tiempo sobre la esclavitud, lo cual, evidentemente, no es deseable.

Imagen 4. Sophia, la primera robot con ciudadanía (ITU Pictures, 2018).

Se trata de lo que los derechos buscan lograr, indica. Por ejemplo, existe un río en Nueva Zelanda que tiene derechos (ver imagen 3). La sociedad quiere protegerlo para combatir la contaminación. En otro orden de cosas, hay un robot al que se le concedió la ciudadanía en Arabia Saudita (ver imagen 4). Tiene los derechos que las mujeres en ese país no tienen. ¿Debemos hacer un juicio moral sobre ello? ¿Quién es la persona adecuada para decidirlo?

Otros usos de los robots

Existen algunos usos terapéuticos de los robots en casas de retiro, de tal forma que, si los padres o abuelos de una persona se encuentran en uno de estos hogares y le cuesta trabajo visitarlos, puede comprarles un robot. También hay uno que se usa con criminales, niños afectados o pacientes de la tercera edad que sufren de demencia o delirio severo. Esos robots aportan confort y actúan como mascotas o facilitadores sociales. Se ha demostrado que pueden reducir el estrés. El Dr. Arkin trabajó con hydro Sony, un perro-robot que recién se lanzó. Su propósito es ser un robot de compañía y ha sido muy exitoso, aunque resulta algo caro. En este sentido hay dos cuestiones importantes: su confiabilidad y su seguridad. Los robots no deben tener que mandarse a componer cada semana o cada mes, de la misma forma que uno espera no tener que llevar a su pareja frecuentemente al doctor. Uno quiere ser un acompañante, no un cuidador. En el caso de los robots, queremos que nos cuiden, no tenerlos que cuidar nosotros. En cuanto a seguridad, los robots de compañía nunca deben, desde luego, causar daño a los usuarios.

¿Qué hay de la guerra?

“Cuando nos preguntamos qué gana o qué pierde la humanidad al usar robots en las guerras, la respuesta más simple es: la humanidad no gana nada en la guerra. Punto”. El Dr. Arkin continúa diciendo que, desgraciadamente, la guerra ha persistido desde el principio de los tiempos. Son hechos establecidos que la gente se va a matar entre sí y que hay una forma de hacerlo, de ahí que se establecieran los convenios de Ginebra. Las revoluciones en los asuntos militares cambian la forma en que las guerras se conducen. Algunos ejemplos son los buques de guerra y los portaaviones. Los robots también cambiarán la forma en que peleamos (ver imagen 5).

Imagen 5. UGV talon Gen. IV (Swadim, 2018).

Los sistemas robóticos pueden prevenir pérdidas y daño colateral en general, si se usan de manera apropiada, en circunstancias específicas y equilibradas, y si se desarrollan y se lanzan al campo de batalla con cuidado y efectividad. Bajo esas condiciones, pueden aportar valor humanitario. En otras situaciones, sólo contamos con un arma más que contribuye al caos en dicho campo de batalla. Por ello, deben regularse: existe una necesidad de manejar controles de forma que quienes no combaten estén seguros. Hoy en día dichas personas mueren más que los combatientes, aunque tenemos la tecnología para reducir esos números. Existe el imperativo moral de lanzar esta tecnología para dicho fin. La forma en que hemos manejado el pasado es a partir de la creación de leyes y regulaciones adecuadas, y de la criminalización de ciertos tipos de actividades. Sólo ha habido una prohibición preventiva proactiva. Se trata de los láseres que ciegan a las personas. Todos estaban de acuerdo en prohibirlos. ¿Por qué? ¿Qué sucede con esos soldados cuando regresan a casa? Hay que cuidarlos. Uno se pregunta si las naciones prefieren que se le dispare a una persona en los ojos antes que sólo cegarlos. Los convenios de Ginebra incluyen la cláusula de mercado que nunca se ha utilizado, pero que establece que si un sistema de armas viola el dictado de la “conciencia pública” será prohibido. El problema es que nadie sabe cómo medir la conciencia pública de manera efectiva. El Dr. Arkin preferiría apoyar una moratoria, lo que significa: “no lo prohibamos aún, no lo lancemos en este momento, y quizá encontremos formas de utilizarlo en el futuro”. Considera que es más conveniente decidir si un sistema en particular o una misión en específico es aceptable. Si no lo es, debemos preguntarnos qué requiere para que sea aceptable o si debe prohibirse.

¿Y después?

Para terminar, el Dr. Arkin indicó que la gente se está haciendo más responsable. “Cuando comencé hablando de robótica en 2003 o 2004, quizá había una docena de personas interesadas en estas cuestiones. Ahora contamos con la asociación profesional más grande, de alrededor de 40 mil miembros, en las áreas de computación e ingeniería electrónica. Aportaron las Iniciativas globales de ieee sobre ética de sistemas inteligentes y autónomos.2 Representa un esfuerzo para encontrar formas en que unamos las voces”.

Referencias

Recepción: 09/12/2019. Aprobación: 13/12/2019.

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Revista Digital Universitaria Publicación bimestral Vol. 18, Núm. 6julio-agosto 2017 ISSN: 1607 - 6079