El Quijote y los libros de caballerías: dos notas volanderas

Autores/as

  • José Manuel Lucía Megías Universidad Complutense de Madrid

Palabras clave:

Literatura, libros, caballerías, Quijote

Resumen

El Quijote es un libro de caballerías. O para ser más exactos, el Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha que se publicó en Madrid por Juan de la Cuesta en 1605, a costa de Francisco de Robles es un libro de caballerías. Con este propósito y en este género lo escribió Cervantes. Así lo ideó y deseó el librero Francisco de Robles, ansioso de contar con un best-seller que pudiera seguir la senda abierta por el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán en 1599, el libro más vendido de todo el Siglo de Oro. Y así, como un libro de caballerías, fue recibido por sus lectores, ansiosos de seguir leyendo aventuras caballerescas en esos años particulares de la Monarquía Hispánica. Y afirmar que el primer Quijote, el de 1605 es un libro de caballerías supone, después de cuatrocientos años de su publicación, casi una boutade. Y así lo es porque desde hace más de trescientos años se ha consolidado una línea de lectura que ha convertido al Quijote en una isla literaria (sin modelos ni precedentes anteriores), con la pretensión de alejarle del género caballeresco, ese que solo explica su nacimiento, ese que es la clave para poder comprender su éxito en tierras europeas, sus tempranas traducciones (en 1612 y 1614) al inglés y al francés, respectivamente. Pero nada más lejos de la realidad. Y no digamos nada del segundo Quijote, el publicado en 1615, que es un libro de caballerías y “algo más”, al que tendré ocasión de referirme más adelante. 

Publicado

15-03-2017