31 de Marzo de 2000 Vol. 1 No.0


Dr. Adolfo Martínez Palomo

Desde las Moléculas hasta las Poblaciones, la Labor del Médico.

fotoAdolfo P.El Dr. Adolfo Martínez Palomo nació en la Ciudad de México en 1941. Es médico cirujano egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México. Es maestro en ciencias por la Universidad de Queens, de Canadá, y es doctor en ciencias por la Universidad Nacional Autónoma de México. A los 26 años se le otorgó el Premio Nacional de Investigación Científica de Suiza. Por sus aportes a la ciencia médica, en 1986 recibió el Premio Nacional en Ciencias y Artes. Es miembro del Colegio Nacional y actual director del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (CINVESTAV).

     El Dr. Adolfo Martínez Palomo afirma que "si algo tengo claro es que si volviera a tener que escoger carrera, escogería de nuevo ser médico. Tendría otra vez la duda de abrazar la clínica, porque tengo mucho interés por la clínica, pero estoy satisfecho de hacer investigación".

    Su padre era un médico distinguido que trabajó en la Universidad Nacional Autónoma de México, fundador del Instituto de Enfermedades Tropicales del IPN, mientras que su madre se dedica a las labores del hogar. El Dr. Martínez Palomo estudió la secundaria y la preparatoria en el Colegio Madrid, institución que motivaba mucho a los alumnos para entrar en la Universidad Nacional Autónoma de México. En una facultad con tantos alumnos como la de Medicina, fue alumno en un plan piloto en el que no había vacaciones ni días festivos. "Había una dedicación excepcional de maestros y alumnos, por obtener los mejores resultados", cuenta el Dr. Martínez Palomo.

    Los profesores realmente decisivos para la definición de su carrera fueron los que tuvo en la Facultad de Medicina. Uno de ellos es el profesor Ruy Pérez Tamayo, en cuya generación quedó marcada la precisión de sus clases y el interés por prepararlas, pero sobre todo el escepticismo, el no aceptar las verdades como tales, dudar sobre el conocimiento, la enseñanza de que la medicina es una ciencia muy incierta y que es mucho más lo que no se sabe, que lo que se sabe. Otro ejemplo para él es el maestro Issac Costero, creador de la escuela de patología en México y en América Latina. Con él pudo hacer su tesis profesional, con la que se recibió de médico, tener acceso al microscopio electrónico y contar con la beca de la Universidad, para iniciar su carrera profesional.

    Desde pequeño el Dr. Martínez Palomo veía en su casa a personas muy importantes como el Dr. Ignacio Chávez e Ismael Cossío Villegas, así como a destacados investigadores de la ciencia mexicana, como el Dr. Salvador González Herrejón. En su adolescencia, al escuchar las conversaciones, le atraía la personalidad de estos grandes impulsores de la cultura nacional.

    Afirma que los médicos pueden dedicarse a la atención de los pacientes, pero también a la investigación, para analizar los problemas de salud al nivel de las células y las moléculas. Puede hacerse epidemiología, investigación en salud y políticas en salud. La gama es muy amplia: desde las moléculas, hasta el estudio de las poblaciones.     El investigador es un profesional, como todos, que trata de hacer su labor lo mejor que puede, la cual consiste en encontrar cosas nuevas, la solución a problemas y formar nuevos investigadores. El investigador, continúa el Dr. Martínez Palomo, se hace a base de una formación adecuada, al descubrir su vocación y al obtener los medios para desarrollar su carrera científica.

    Para él es como un juego estar en el laboratorio, pues afirma que no ha habido en 30 años un día que se le haga largo. Hace lo que le gusta, algo que considera un reto y cuando tiene suerte, puede encontrar algo novedoso, como una recompensa fantástica.

    "La ciencia se hace a base de poner un ladrillo sobre otro. De vez en cuando viene alguien que pone todo un bloque, con el que crea un nuevo paradigma. Nosotros somos como las abejitas, porque vamos poniendo ladrillitos. Creo que he puesto uno que otro y lo he hecho con mucho entusiasmo, mucho gusto.

    "Cuando acompañaba a su madre para recoger a su padre en el Instituto de Enfermedades Tropicales, se impresionaba mucho por el olor del laboratorio, a solventes y fijadores, el trabajo con el microscopio y el ambiente que se vivía, lo que seguramente influyó en su interés por trabajar con la microscopía óptica y después, con la microscopía electrónica".

    Su decisión por la investigación cree que fue un poco por imitación a su padre, aunque también por vocación propia, porque al estudiar la carrera de medicina le interesó el análisis de las células y los tejidos. A esto también se sumó la circunstancia, cuando hacía su tesis profesional en el Instituto Nacional de Cardiología y su maestro, el Dr. Issac Costero, le preguntó si tenía el interés por la microscopía electrónica, hecho que representó la posibilidad de unir la investigación celular y la oportunidad de estudiar microscopía electrónica en Francia.

    Recuerda que cuando se encontraba en París, una buena parte de sus colegas becarios se la pasaban observando la ciudad, mientras que él estaba recluido en el laboratorio, trabajando con el microscopio electrónico. Sólo los sábados por la tarde y los domingos, salía a conocer la ciudad. En una de sus primeras actividades, ocupó la microscopía electrónica para encontrar algunas fallas en las células cancerosas. Pensaba que si las células podían amplificarse diez, o cuarenta, o cien mil veces, podría analizar posibles diferencias entre las células cancerosas y las normales. Encontró algunas diferencias estructurales que posteriormente, en algunos libros de texto, se aceptaron como básicas. Sintió un gran gusto por ser el primero en la historia que pudo ver las uniones en los contactos entre células tumorales, que no tienen las células normales. Para él esto fue una gran retribución a las muchas horas dedicadas en el microscopio, en el estudio de los mecanismos del cáncer.

    En el caso de la amibiasis, se preguntaba cómo un parásito microscópico, que no puede verse a simple vista, puede producir lesiones hasta acabar con la vida de un individuo. Qué ocurre por ejemplo, cuando un individuo tiene abceso hepático o intestinal, en el caso de una amibiasis. Él mismo responde que un parásito, en este caso la amiba, entra en contacto con la mucosa del intestino, es decir, la superficie que lo cubre. El resultado de la interacción es una enfermedad y eventualmente, la muerte del individuo. Esto no lo ha estudiado en humanos. Ha desarrollado modelos con roedores para estudiar la enfermedad, desde el primer momento hasta la muerte del animal.

    Durante varios años en el Instituto Nacional de Cardiología, estudió el sistema de conducción del corazón. El Dr. Martínez Palomo, como morfólogo, estudió con el microscopio electrónico las células de estos conductos, que les permiten funcionar como un sistema de sincronización. Asimismo, con varios colaboradores del departamento de fisiología estudió los epitelios o tejidos que recubren los órganos, la piel, la mucosa de la boca o el intestino, cuya propiedad muy importante radica en transportar agua, iones, calcio y sodio, entre otros elementos. Hace algunos años le resultó interesante tratar de hacer una correlación entre las estructuras, es decir, entre la morfología de las células y sus propiedades funcionales. Fundamentalmente lo que hizo fue utilizar la microscopía electrónica, cuyo poder es enorme, con la que se pueden ver moléculas y virus.

    Lo que hace el microscopio, explica el Dr. Martínez Palomo, es barrer una superficie, como lo hace una cámara de televisión, para ver las células y los tejidos, pero ampliados a decenas de miles o centenas de miles de veces.     El Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, tiene algo que considera muy novedoso: un microscopio óptico como los tradicionales, pero con una computadora, que se le denomina confocal. Lo que hace la computadora es recibir las imágenes en muchos planos. Va cortando los planos como la tomografía con que se analiza el cerebro de los humanos y los va almacenando.

    En opinión del Dr. Martínez Palomo, la actividad científica es un trabajo que requiere necesariamente un intercambio constante. En las épocas de crisis económica este intercambio se acelera, pero son más los investigadores que se quedan en el extranjero que los que regresan. En los años ochenta esto fue muy notorio. No se trató de una fuga de cerebros, sino una salida de investigadores por la falta de incorporación en el país. Esto se atenuó a finales de esa década, para resurgir en la actualidad. Lo que hay que hacer, considera, es procurar a los mejores investigadores que están en el extranjero, las facilidades para que regresen. Si la ciencia en México no está en las mejores condiciones no es por la fuga de cerebros, sino por muchas otras situaciones, asegura. El problema realmente lo viven los investigadores jóvenes, los que se han incorporado hace pocos años a las instituciones de investigación científica, y lo experimentarán los que están en vías de hacerlo. Para ellos el salario resulta insuficiente para formar una familia, alquilar un departamento o comprar un automóvil. Es conveniente dar a los jóvenes la oportunidad para desarrollarse mejor.

    Los científicos mexicanos tienen la responsabilidad de retribuir a la sociedad el esfuerzo y el beneficio que les ha dado, tratando que la ciencia resuelva problemas culturales y educativos. También es labor importante de los científicos insertar a las ciencias a nuestra cultura. Asegura que sí hay ciencia en México, buenos científicos y que no todo son deficiencias.

    Opina que un investigador que está satisfecho con la situación está perdido, porque entonces deja de ser un buen investigador. No es fácil encontrar cosas nuevas, prosigue, pues el de la investigación es un camino lleno de frustraciones y momentos difíciles en que no se encuentra la solución a un problema. No obstante, cuando descubre algo nuevo, el investigador se oxigena. Recupera fuerza para seguir adelante con mayor entusiasmo y vigor.

    ¿Cómo saber si una gente joven tiene la vocación o no? El cree que la tiene que probar. Como director del CINVESTAV, el Dr, Martínez Palomo opina que esta institución ha tenido un gran éxito en la formación de jóvenes, entre otras cosas porque ha acudido con sus colegas a provincia para platicar con los muchachos que van a egresar de las licenciaturas. Les platica sobre su trabajo y les ofrece venir al CINVESTAV para que vean lo que se hace en los laboratorios, cubículos y los diferentes modelos en que se ha trabajado, ya sean ciencias exactas, naturales, educativas y de ingeniería. Después la institución les ofrece la opción de hacer una maestría. Durante este periodo el estudiante puede definir si realmente tiene vocación por la investigación.

    Su esposa es psicóloga y tienen tres hijos. El mayor está estudiando en Boston la maestría en políticas de salud; el segundo estudia la carrera de comunicación, y el tercero está por titularse en la carrera de economía. El Dr. Martínez Palomo tiene anhelos. El primero es seguir su carrera científica sin interrumpirla por el hecho de estar a cargo de la Dirección y el segundo, encontrar las facilidades para formar más estudiantes, más investigadores jóvenes y ser testigo de que la ciencia sea cada vez más sólida en nuestro país, una parte importante de nuestra cultura para que contribuya al mejor desarrollo de México.



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Ciudad Universitaria, M
éxico D.F.