1 de Julio de 2000 Vol. 1 No.1


LA CONCEPCIÓN RELIGIOSA DE LA MUERTE: UN ESTUDIO EVOLUTIVO

Irene Muriá Vila

(continuación...)

Discusión y Conclusiones

Si comparamos los dos cuadros anteriores (cuadro 1 a y b) observamos claramente, que (en las muestras estudiadas) no hay diferencias cualitativamente importantes entre ambos países, entre los 8 y 11 años de edad. Sin embargo hay algunas diferencias en las otras edades, que sí son importantes de señalar y comentar:

  • A los 6-7 años en la muestra mexicana el 100% de los varones no mencionan el infierno a diferencia de los varones españoles que si la mencionan en un 100%. En lo que respecta a las niñas no hay diferencias pues se observa un 60% en ambos países. A los 12-13 años de edad esto se invierte y encontramos que en los españoles prácticamente ya no se menciona el infierno en ambos sexos y en cambio en la muestra mexicana se incrementa al 100% tanto en los varones como en las niñas.
  • A los 12-13 años encontramos una gran diversidad de creencias acerca de la muerte, una de las diferencias entre ambos países consiste en que hay más diversidad entre los españoles que entre los mexicanos.

Lo anterior podría explicarse en función de la concepción más abstracta de la deidad en la muestra española, en contraste con la concepción antropomórfica de Dios en la muestra mexicana. Se encontró que la mayoría de los españoles a partir de esta edad (12 años) pensaban que Dios era "un ente" abstracto, que se encuentra en todas partes, las mujeres le atribuyen características masculinas, y los hombres lo conciben como un "Todo"; en cambio la mayoría de la muestra mexicana a partir de la misma edad "describe a la deidad como un hombre, sagrado, omnipresente, muy grande y poderoso cuyo espíritu está en todas partes."( Muriá, 1995 p 170-171). Es decir que hay una congruencia entre la forma en que se imaginan a Dios y sus creencias en el más allá, en el sentido de tener la mente una mayor libertad de imaginarse una ilimitada variedad de mundos posibles, cuando la concepción de la deidad es mucho más abstracta.

Existen por supuesto múltiples factores que pueden estar influyendo, por ejemplo los de tipo socio-cultural, cuyo análisis profundo será motivo de una futura investigación.

En lo que respecta a la necesidad psicológica de creer en el más allá podemos recurrir al psicoanálisis y específicamente a Freud.

Freud (1932-1936 Vol.XXIp.149) nos dice que "la religión es un poder inmenso que dispone de las emociones más potentes de los seres humanos". Si tiene tal fuerza es por lo que se propone brindar a los hombres, y menciona que la religión cumple tres funciones principales:

  1. La primera, satisfacer la curiosidad natural del hombre de saber, ya que le informa sobre el origen y la génesis del Universo .
  2. La segunda, calmar la angustia que el hombre siente ante las crueldades de la vida y el destino inevitable de la muerte. Lo consuela en la desdicha y le asegura un buen final.
  3. La tercera, difundir reglas y consejos de cómo comportarse en la vida, con la finalidad de obrar con justicia.

El mayor poder de la religión, dice Freud, radica en su segunda función, que es la de satisfacer la necesidad de protección y calmar la angustia y el miedo que se siente ante la muerte. Todas las religiones que hasta ahora conocemos dan una respuesta al gran enigma de la muerte, en todas las religiones hay la esperanza de otra vida o forma de existencia, en Mesopotamia sólo hay un lugar de sufrimiento, los mitos escatológicos de la cultura mesopotámica llamaban al reino de la muerte, "El País sin retorno" o "La casa de las tinieblas", éste era considerado un mundo sin esperanza, ni recompensa ni tampoco ningún castigo (Lacarrière, 1984).

En contraste con los mesopotámicos, los egipcios creían en un más allá felíz, semejante al de la tierra pero mejor aún, sólo que antes había que estar en un juicio en donde el corazón del difunto era pesado en una balanza, teniendo como contrapeso una pluma que representaba la verdad y la justicia, los que habían tenido buena conducta o habían recitado correctamente un conjuro en donde negaban haber cometido una lista de pecados, tenían el paso seguro al más allá, los que no, eran destruidos por un monstruo que los devoraba. (Bleeker, 1969; Ruffle, 1985). Vemos que en esta cultura no existía el infierno, aunque para llegar al cielo había que enfrentarse con demonios, pero para ello estaba el Libro de los muertos, y si uno seguía sus consejos y fórmulas mágicas lograba vencer todos los obstáculos.

En el pensamiento religioso del hinduismo, la muerte consiste en la unión del alma individual con el alma Universal, por lo que se cree que en la muerte se pasa no a otra vida como la que conocemos en la Tierra, sino a otra forma de existencia, que es esencialmente espiritual y aún desconocida, una forma distinta de existencia basada en la unión con el "Absoluto" o Principio Supremo. (Rig Veda, Los Upanishads)

En las culturas de Mesoamérica dependiendo de la forma en que se moría, había diferentes destinos, algunos consistían en el sufrimiento y la aniquilación absoluta, y otros en una vida más feliz. León Portilla (1993) explica que el destino final en los nahuas estaba determinado por el género de muerte con el que se abandona este mundo y no por la conducta moral desarrollada durante la vida. López Austin (1999 p.9) describe "que el difunto estaba obligado a realizar tareas importantes en o desde el ámbito ultraterreno al que había arribado: conducir la lluvia, hacer brotar las plantas, honrar al Sol en su camino, causar o curar algunas enfermedades, etc. El cumplimiento de una función cósmica era más importante que el premio o el castigo. No existían paraísos de ocio; se iba a trabajar."

Por todo lo anterior deducimos que en el ser humano siempre ha existido una necesidad psicológica por pensar que no todo se acaba con la muerte, que hay algo más allá después de la vida. Observamos que hay una gran diversidad de creencias al respecto, éstas no sólo varían según la religiún, pues como hemos constatado en esta investigación dependen principalmente de la edad, (nivel de desarrollo) y de la cultura a la que se pertenece y al mismo tiempo de las diferencias individuales, es decir, de la imaginación de cada individuo. A un mayor nivel de desarrollo no sólo aumenta la diversidad de creencias, sino también su complejidad, abstracción y la necesidad de cuestionar algunas de ellas.

Resulta también interesante encontrar semejanzas en las creencias de niños y adolescentes de nuestro tiempo con las creencias de las antiguas religiones, como por ejemplo el hecho de que algunos adolescentes españoles no crean en un cielo y en un infierno, sino que creen que al morir vamos con Dios, siendo éste un ente abstracto donde está todo, tanto lo bueno como lo malo. Esto concuerda con la concepción que tienen los hinduístas, la deidad para los hindúes es algo que toma todas las formas, que es todo, incluyendo lo bueno y lo malo, el creador, el preservador y el destructor del Universo entero (Bhagavad Gita).

Cross (1994) nos dice que en el Rig Veda se pueden percibir varias fases del pensamiento religioso:

  1. Un panteísmo arcaico en donde la divinidad personifica todas las fuerzas naturales.
  2. Un politeísmo en donde cualquier dios puede considerarse el dios supremo.
  3. Un monoteísmo en donde se cree en un Dios eterno, absoluto, trascendente, aunque a este único Dios se le nombre de diversas maneras.
  4. Un monísmo (el no-dualismo) en donde se reconoce un solo principio como origen, esencia y fin de todas las cosas.

Con lo anterior podemos concluir que algunos adolescentes al igual que en el pensamiento religioso del hinduismo alcanzan la cuarta fase (Un monismo) del pensamiento religioso, la cual se considera la más evolucionada, por ser la más compleja y abstracta.


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