1 de Junio de 2000 Vol. 1 No.1


LA CONCEPCIÓN RELIGIOSA DE LA MUERTE: UN ESTUDIO EVOLUTIVO
Irene Muriá Vila

(continuación...)

Introducción

El marco teórico que sustenta este trabajo es lo que en psicología denominamos la corriente cognitiva-evolutiva que tiene sus raíces en la teoría psicogenética de Piaget. Son muchas las disciplinas que se dedican al estudio de la religión, la psicología es tan sólo una de ellas, por lo tanto, consideramos esencial tomar en cuenta también las aportaciones de las diversas disciplinas, sean éstas científicas o normativas. Con respecto a las últimas, específicamente la Filosofía de la Religión, nos ha sido sumamente útil para dar una definición propia de lo que entendemos por religión en esta investigación, a la que hemos definido como "aquellas creencias y experiencias (místicas) individuales y sociales sobre las realidades espirituales (sagradas) que suelen expresarse de múltiples maneras a través de las diferentes edades del desarrollo humano y de la historia de la humanidad"(Muriá, 1995). Entre los autores que más luz nos han dado para llegar a esta definición, han sido Bergson (1932), Kolakowski (1982) y Ferrater Mora (1982). Entre las llamadas ciencias de las religiones, tanto la Antropología como la Historia de las Religiones nos han dado elementos muy valiosos que como veremos más adelante, han enriquecido enormemente el análisis y la discusión de nuestros resultados. Son pocas las investigaciones que se han llevado a cabo sobre este tema en psicología, a continuación resumiremos dos de ellas. Kane (1979), llevó a cabo un estudio para indagar la naturaleza y el desarrollo de los conceptos de muerte, así como también la influencia que pudiera ejercer (en los conceptos) el haber vivido de cerca la muerte de algún familiar o amigo. La investigación se realizó dentro del marco de la teoría del desarrollo cognitivo de Piaget.

Los sujetos fueron 122 niños blancos de clase media (Americanos), cuyas edades iban de los 3 a los 12 años. Había por lo menos 5 de cada sexo por cada nivel de edad. Se realizó la entrevista que duró 15 minutos. El método utilizado fue esencialmente el mismo que el de Piaget y Nagy. Se definieron los 10 componentes del concepto de muerte de la siguiente manera:

  1. Realización: es la conciencia de muerte, es el estar muerto refiriéndose a un estado, o bien a un evento que sucede. La muerte puede sucederle a alguien, o puede ser algo que produce que lo vivo muera.
  2. Separación: se refiere al lugar de la muerte, es decir la idea que tiene el niño sobre dónde está la muerte, por ejemplo: "en los arboles" "Debajo de la tierra".
  3. Inmovilidad: tiene que ver con la noción del niño respecto al movimiento de la muerte. La muerte tiene que ser vista como totalmente inactiva, parcial o completamente activa.
  4. Irrevocabilidad: tiene que ver con la idea de muerte del niño como algo permanente e irreversible, o temporal y reversible.
  5. Causalidad: Se refiere a lo que produjo la muerte, ya sean causas internas (ataque al coraz—n) o a causas externas, como un disparo, o la combinación de ambas.
  6. Disfuncionalidad: Se refiere a las funciones del cuerpo y no a los sentidos. Un niño puede creer que la muerte es totalmente disfuncional, o que es parcial o completamente funcional.
  7. Universalidad: Se refiere a las ideas de los niños sobre mortalidad. Un niño puede tener nociones de que todo el mundo muere, o que nadie, pero también puede creer que hay excepciones.
  8. Insensibilidad: es una consideración a las funciones mentales y sensoriales tales como el dormir, el sentir, pensar y oír.
  9. Apariencia: Se refiere a que una persona muerta no se ve igual que una persona viva, el color de la piel o la expresión de la cara etc.
  10. Personificación: es la noción de muerte concretizada en una persona o cosa. El desarrollo del concepto de muerte, se exploró determinando cuáles de todos estos componentes del concepto eran conocidos por los niños. Los resultados fueron los siguientes:
  • Los niños de 3 años indicaron una ausencia e incompleta presencia de los componentes.
  • Algunos de 4 años pose’an todos los componentes aunque fueran incompletos.
  • Los de 5 a 6 años era muy rara la ausencia de algún componente, y se observó un incremento de la presencia de todos los componentes completos.
  • Los de 7 años excepto por el de Apariencia, todos los demás componentes estaban regularmente presentes de forma completa.
  • De los 8 en adelante, excepto por el de Apariencia, todos los componentes se presentaron completos en casi todos los sujetos.
  • A la edad de 12, los niños indicaron la completa presencia de todos los componentes.

En términos generales, los niños de 3 a 6 años que habían vivido alguna experiencia de muerte cercana, tenían una concepción más completa que los que no la habían tenido. En cambio con los niños de más edad ya no hubo diferencias. El impacto de la experiencia influyó principalmente en los componentes de disfuncionalidad, insensibilidad y causalidad. A continuación describiremos un trabajo realizado por Elkind, sobre el mismo tema que el anterior que se títula "La vida y la muerte. Conceptos y sentimientos de los niños.": Elkind (1977), analiza varias investigaciones que exploran la evolución de las concepciones de los niños sobre la vida y la muerte. Los autores de los trabajos que revisa son: Anthony (1940), Gesell (1956), Melear (1973), Nagy (1948) y Wallon (1946). Todos ellos están de acuerdo que estas concepciones evolucionan a través de varias etapas. Elkind lo que hace es retomar la información de estos autores y situarla dentro de un contexto más general, como es la teoría del desarrollo cognitivo de Piaget de la siguiente manera:

El niño preoperacional.
En este período cuya edad fluctúa entre los tres y los seis años, tienden a ver el mundo en términos antropomórficos. Los niños no comprenden la muerte en el sentido de que la vida se termina. Ellos más bien piensan que la muerte es un tipo de cambio o estado, como el estar hambriento o soñoliento, pero siempre como continuación de la vida.

El periodo operacional concreto.
Las operaciones concretas al permitirles a los niños comprender el espacio, el tiempo y la cantidad como dimensiones mensurables, se observa una orientación pragmática hacia el mundo, por lo que hay dos características que marcan a los niños de este periodo en lo que respecta a la vida y la muerte:

  • Una es la de que mientras que la muerte es el final de la vida, también es al mismo tiempo el principio de otra.
  • La otra es que piensan que no todos se mueren. Algunos piensan que hay jerarquías, que los que pertenecen a una clase mueren antes que otros.

En este período los niños comprenden de repente que la muerte no es la continuación de la vida. Y empiezan ya a sentir miedo de la muerte, precisamente por esta comprensión.

El periodo operacional formal.
En esta etapa ya se comprenden las nociones de tiempo histórico, del espacio celeste, y de la causalidad probabilística. Por lo que se llega a tener ya una visión científica del mundo y empiezan a definir la vida y la muerte en términos médicos y biológico. Pero como las operaciones formales ya les permiten ver a la muerte desde diferentes perspectivas, también pueden reflexionar sobre esto desde un punto de vista religioso, filosófico y científico. La investigación de kane (1979) nos sirve para saber a partir de qué edad los niños comprenden lo que es la muerte en un sentido más biológico que religioso y vemos que es a partir de los 5-6 años cuando empieza a existir dicha comprensión, al señalar que todos los componentes están presentes aunque incompletos y no es hasta los 12 años que hay una comprensión completa del fenómeno.

Lo anterior es congruente también con lo que Elkind señala en la investigación arriba descrita, en donde se observa una clara tendencia evolutiva que va de lo concreto a lo abstracto.

El objetivo de la presente investigación ha consistido en explorar la concepción religiosa que tienen los niños y los adolescentes sobre la muerte, sobre cómo esta concepción evoluciona a lo largo del desarrollo del individuo, así como las diferencias y semejanzas que pueden existir entre dos naciones distintas: México y España.  


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