Conclusión: aportaciones

En conjunto, los hallazgos clínicos y la evidencia de los estudios naturalisticos (EAR) comentados, permiten contar con una estimación objetiva de algunas sutilezas de la IQSE, en un caso permitiendo identificar la relación entre los cambios autonómicos (VFC) ,la vulnerabilidad emocional y el D.C. y en otro, el estudio no invasivo (EAR), objetivo de la dinámica cotidiana de las interacciones sociales en su propio escenario, lo que constituye una estrategia innovadora para evaluar aspectos conductuales e interactivos de la IQSE. Las neurociencias afectivas (NCA) se han focalizado en el estudio de los mecanismos cerebrales que subyacen a la conducta emocional. Más recientemente, las NCA han ampliado su alcance para focalizar las influencias dinámicas en la conducta social y económica del individuo.El creciente reconocimiento clínico de la presencia de alteraciones en el neurodesarrollo que incluyen diferentes cuadros del síndrome de Asperger, han promovido una mayor demanda de servicios clínicos para adultos en edad laboral; lo que ha forzado a hacer una reevaluación de las prácticas psicológicas y psiquiátricas convencionales.

Paralelamente, las NCA han explorado los mecanismos neurológicos que intervienen cuando comprendemos a otras personas (por ejemplo, el componente cognoscitivo de las interacciones interpersonales, abordado por la tradicional psicoterapia- psicodinámica) teóricamente se pueden comprender las intenciones o la experiencia de otras personas por “simulación”. Las “neuronas espejo”, que representan una base biológica convincente de este proceso. Están localizadas dentro de la corteza premotora y motora, y en los primates responden tanto a la ejecución de una acción especifica, como a la sola observación de otro mono ejecutando esa acción especifica (Rizzolatti, 1996). El reconocimiento de que la emoción influye en un amplio espectro del funcionamiento humano, sugiere que mucho de la psicología clínica, la psicología social, la psiquiatría biológica y la psicofisiología, podría rotularse en adelante como neurociencia afectiva clínica translacional (Buchanan Y Tranel, 2009).

 

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