Atmósferas Creativas y sus tres elementos clave

El concepto Atmósferas creativas se utiliza de forma analógica y permite visualizar, de manera más clara y profunda, el objeto de estudio: el espacio creativo en las instituciones educativas y cómo este último puede ser un factor decisivo para un buen pensar y crear dentro de un sistema de actividades y comunicación que enriquezca la clase. Al referirse a ‘Atmósferas creativas’ en el libro Psicología y Creatividad. Apuntes y Reflexiones (Betancourt, 2001), se señaló que:

La Atmósfera Creativa que proponemos para el aula parte de una serie de recursos que se ponen en acción durante el proceso de enseñanza – aprendizaje, entre los que se destacan: concebir tal proceso a través de actividades principalmente lúdicas; priorizar las necesidades y posibilidades del alumno durante el proceso docente; el profesor como facilitador-mediador del conocimiento que va construyendo el alumno a través de un espacio de respeto y confianza a la individualidad y con un repertorio amplio y variado de estrategias de enseñanza; un tratamiento individual para los estudiantes, de acuerdo a sus potencialidades reales y esperadas; favorecer la autodisciplina y la responsabilidad del estudiante en su proceso de aprendizaje, a través de la libertad y la confianza del maestro en sus recursos cognoscitivos y afectivos […]. Este clima creativo debe trascender el aula y ser parte de una atmósfera de la institución escolar en su conjunto, para favorecer una actitud reflexiva y creativa ante el conocimiento, a partir de la idea de que el alumno que está aprendiendo no es el que está bien informado, sino quien constantemente problematiza el conocimiento que está construyendo y creando, o sea, como una actor del conocimiento y no como un mero espectador de éste (p.165).

Dichas atmósferas a su vez tienen tres elementos claves que son el psicosocial, el didáctico y el físico. El psicosocial es entendido como el espacio de relaciones e interacciones, que propician: seguridad, confianza, autonomía y libertad en el alumno(a). También, un contexto que favorece la integración, la comunicación y la creación en sus diferentes niveles, que genera alegría y una vivencia reflexiva a través de diversos recursos y lenguajes. Que promueve la capacidad de asombro, genera interés y la atención del estudiante. Una atmósfera en donde el educando encuentre un lugar para compartir sus experiencias y encadenarlas al conocimiento que el profesor(a) aborda en la clase.

El didáctico, dimensionado como espacio de formación y aprendizaje, lleno de preguntas y pocas respuestas, así como de abundantes estrategias de enseñanza creativas, motivantes, indagadoras, cooperativas entre otras donde se promueve el cuestionamiento, el planteamiento y reformulación de problemas, la inteligencia y creatividad compartida, que rete las capacidades de los alumnos(as), sin descuidar la formación en valores. Una atmósfera didáctica, en la que el educador debe tener un arsenal amplio de actividades y medios que se planifican para que el alumno aprenda a aprender a la vez que comprende sus procesos cognoscitivos metacognoscitivos, (estrategias de aprendizaje) y el educando obtenga un conjunto de estrategias de aprendizaje, es decir, el empleo reflexivo de técnicas y procedimientos para procesar información, comprender lo nuevo, reflexionar acerca de ello y transferirlo a la vida cotidiana. El empleo de estas estrategias requiere que el alumno aprenda a leer, observar, y pensar de manera reflexiva, desaprender, formarse criterios, resolver problemas, convivir, comunicar, tomar decisiones y concientizar el proceso cognoscitivo, igualmente referido a los elementos y materiales educativos significativos de una pedagogía de la comprensión que promuevan la organización y la participación activa y emprendedora del educando.

El físico, referido a las instalaciones, mobiliario e infraestructura donde transcurre la clase, que conlleven en su diseño, procesos y condiciones culturales e históricas de la escuela y su contexto, así como los aspectos funcionales, en cuanto a la utilidad, uso de espacio y su distribución para la actividad e interacción de los alumnos y maestros. También en esta atmósfera física del salón de clases confluyen los aspectos técnicos, referidos a las condiciones arquitectónicas y medioambientales en cuanto a recursos naturales, condiciones de iluminación, ventilación, acústica y localización, para comodidad de las funciones y actividades realizadas al interior del mismo. Además se orienta a dar cuenta de que tan presente está la tecnología y sus diversas aplicaciones en el espacio que facilitan los procesos de enseñanza –aprendizaje. Esta atmósfera física del salón de clases debe concebirse para que tanto el alumno como el maestro estén al servicio de enseñar y aprender y no para el sacrificio de estos procesos; exige una connotación espacial, energética, sinérgica y ergonómica, con un pleno aprovechamiento de los recursos técnicos, infraestructurales, en condiciones medioambientales amables, placenteras y adaptadas a los sentidos, tal que propicien el aprendizaje significativo del alumno(a).( González, 2006; Betancourt, 2008a)

Es necesario enfatizar que las atmósferas son fácticas, es decir, ya se han construido, y se encuentran presentes, son propias de cualquier escenario educativo, son parte de nuestra historia y cultura, y por ende pueden propiciar la creatividad o el que aparezcan candados mentales. Es la conciencia social de los agentes educativos la que les toma cuentas, es la intencionalidad innovadora y no la mediocridad de lo cotidiano la que las transforma, es la significación de una educación de calidad para México de muchos educadores en el país la que la eleva a un ideal, no idealismo, por el cual luchar; es la misma fe y coraje del educador de servir a sus alumnos, la que permite que aparezca en sus salones de clase.

 

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