Ingredientes indispensables para propiciar atmósferas creativas

Propiciar climas creativos implica tomar en cuenta muchos elementos a nivel de la actividad pedagógica y del sistema comunicativo que la acompaña. Aquí se mencionaran algunos de los más observados y sistematizados en estos veinte años de propiciar ambientes creativos (Betancourt, 1991,2008b):

- Viva la buena comunicación. Se favorece una comunicación que busca el encuentro, la comprensión, la confianza y mirar más de lo cotidiano sin espejos retrovisores. En este espacio creador se exploran y perfeccionan múltiples lenguajes: plástico, gestual, corporal, gráfico, musical, oral, escrito, simbólico, con sus diversas posibilidades expresivas a través de la sinergia y resonancia social e individual y grupal.

- Una enseñanza que desafíe al desarrollo y a las capacidades del alumno(a). Enfatizar la importancia y mutua relación de la persona que aprende (lo endógeno), con el entorno o ambiente (lo exógeno). Tanto la enseñanza como el desarrollo son dos fenómenos diferentes, pero muy relacionados: las dos caras de la misma moneda. Enseñanza y desarrollo coexisten en una relación muy compleja, dinámica y dialéctica, que se da ya desde antes del nacimiento y que implica que la enseñanza puede conducir al desarrollo psíquico. Pero también que debemos desafiar las capacidades de los alumnos. Existe siempre un potencial en el estudiante que espera que el educador se convierta en un catalizador del mismo para que florezcan sus talentos. Es válido enfatizar que la escuela debe ser la anticipación del futuro que se va a lograr en la sociedad.

Las competencias que se han de propiciar en el alumno no se dan directamente en la conciencia de éste, sino de forma mediada, de acuerdo con su historia y cultura. De lo anterior se deduce, entonces, que toda apropiación de conocimientos, habilidades, actitudes y valores (cultura humana, en el más amplio sentido) es siempre la internalización de su herencia cultural, el tránsito mediado de los fenómenos interpsicológicos a fenómenos intrapsicológicos, o parafraseando a Vigostky, en el desarrollo del individuo cada función aparece dos veces: primero, en la dimensión social, entre individuos, y después en lo individual, dentro de la mente de la persona. (Vigotsky, 2008). De esto se desprende el educador como un mediador del conocimiento y el alumno como un edificador del mismo con el acompañamiento del primero, a través de un dialogo permanente entre ambos.

- Muchas preguntas pocas respuestas. Un espacio pensante y creativo implica que se cree un diálogo constante con el estudiante donde existan muchas preguntas a investigar y pocas respuestas a contestar.

- Matrimonio entre el sentir y el pensar. En el aula es importante favorecer un clima donde se dé una unión entre los afectos y el intelecto, de tal forma que aparezca un espacio dinámico y motivante para el buen pensar y crear. Uno de sus primeros indicadores en cuando aparece una vivencia reflexiva en el alumno sobre el conocimiento que está edificando en su mente, en este momento su mano se transforma en una extensión de su pensamiento y corazón.

- El aula una fábrica para reciclar los errores. Siempre que éste ocurra dentro de una actividad de aprendizaje en donde se pensó o creó, es útil y deben detectarse los aprendizajes que nos deja. Además, ha de promoverse la cultura de reciclar el error. Este es fuente de cuestionamientos y de inspiración, así como una herramienta productiva que genera crecimiento al servicio de un aprendizaje significativo.

- Brindemos por el fomento de valores. En el aula inclusiva, que en el presente y el futuro existirá en cada escuela de México, deben favorecerse valores como: responsabilidad social, fraternidad, tolerancia, respeto hacia los demás, humildad, perseverancia, fortaleza, justicia y prudencia, entre otros. Todo lo anterior ha de estimularse sin adoctrinamiento, es decir, sin imponer o dialogar solamente desde la posición o experiencia de una persona o grupo, de ahí la importancia de que el educador sea un modelo ético para sus alumnos.

- Bienvenida la motivación intrínseca. Se desea trabajar con este tipo de motivación, para lo cual se presupone la necesidad de detectar y estimular los intereses de cada alumno de manera independiente y grupal. Una manera muy practica para lograr esto es despertar en los estudiantes la curiosidad en torno a lo que está aprendiendo.

- Mucha energía lúdica. Para propiciar un ambiente creativo debe rescatarse la naturaleza del juego sin dejar de tomar en cuenta las polaridades presentes en su esencia: el trabajo y el placer, lo reglamentado y lo espontáneo, lo secreto y lo compartido, lo serio y lo divertido, lo incierto y lo conocido, lo imaginario y lo real, lo competitivo y lo cooperativo, entre otras.

- Arriba la cooperación. Un elemento clave para un clima creativo es fomentar no sólo un trabajo individual, sino también grupal, a través de lo cooperativo que conlleve posteriormente a lo colaborativo. Esto implica un trabajo previo en la formación o fortalecimiento en los estudiantes de sus habilidades sociales, tan elementales como sonreír y pedir favores hasta de solucionar problemas personales.

- Encuentro combinatorio con mucha sinergia y resonancia en los otros. La creatividad es encuentro: surge en muchas ocasiones como concurrencia combinatoria y no desencuentros. Además, implica una relación en la cual se tiende a buscar lo semejante entre lo diverso, lo nuevo en lo viejo, lo fácil a través de lo difícil. La esencia de una atmósfera creativa es lo social, a través del encuentro relacional con gran sentido figurativo y transformativo. Éste se puede dar desde la percepción hasta el intelecto, además desde la persona, el proceso, el producto y el contexto. La combinación de dos de éstos o entre todos da lugar a una nueva relación donde se resuena y aparece la sinergia llena de energía creativa, al mismo tiempo, una recombinación de ellos, lo que equivale a decir que, en un ambiente propicio la creatividad no se reduce simplemente a la capacidad de relacionar elementos de una manera nueva, sino, además, de transformarlos y comunicarlos de una manera diferente.

- El banquete está servido, esperamos que se sienten a la mesa. En una atmósfera creativa, tanto el educador como el estudiante se encuentran en un clima donde se facilitan todos sus potenciales al máximo. En un ambiente de libertad, motivación y respecto cualquier estudiante puede crecer a través del cambio y la autorrealización. Tal cambio es acompañado por el compromiso ante la tarea requerida y en no raras oportunidades, el valor de luchar por ideas y proyectos que deben romper las resistencias de una cultura conformista de muchas escuelas donde todavía predomina un paradigma conductista de principios del siglo XIX.

- Flexibilidad cero rigidez. En la escuela es necesario crear una cultura dentro de cualquiera actividad aprendizaje o enseñanza que se esté efectuando de apertura. Ésta se refiere a aquellas características del clima, tanto interno como externo, tanto personal como social, que facilitan que el educando fluya ante el estado de incubación de ideas en el cual se pueda encontrar actualmente a soluciones futuras, todavía sólo posibles y, en cuanto tales, indeterminadas o sin respuestas. Tres son los elementos que se ha observado que comprenden esta flexibilidad: sensibilidad, tolerancia de la ambigüedad y seguir el curso espontáneo de la clase. Se ha observado que detrás de una ambiente flexible existe un aplazamiento de un cierre inicial o repentino de una idea que recién comienza a fermentar, o la búsqueda de una solución fácil o predeterminada, por sólo citar un ejemplo. Puede decirse que es clave para fomentar la imaginación, ya que tiene que ver con la posibilidad de analizar las situaciones que se presentan desde diferentes puntos de vista integradores de una visión totalizadora. Además, se da el rompimiento de una serie de candados mentales que no permiten que la persona tome conciencia de sus errores y por la cual asume una actitud defensiva.

 

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