Conclusiones

Es evidente que existe una tradición musical en el sur de Guanajuato, partiendo de la longevidad de la que gozan diversas organizaciones de metales, maderas y percusiones desde León, Irapuato, Salamanca, Pénjamo, Abasolo, Huanímaro hasta Celaya, Villagrán y Salvatierra. No hay argumento valido que refute tal aseveración. El asunto es pasar a un nivel interpretativo de la información obtenida que nos permita ir más allá de las historias tradicionales, mismas que se empeñan en ver a la historia de la música como resúmenes biográficos de personajes significativos, propuestos como seres determinantes y ajenos al proceso social del musicar.

Primero, la tradición no es un ente homogéneo, infalible ni estático por siempre. Igual que las otras propuestas teóricas, ésta es antes que una realidad social, una herramienta de análisis que nos ayuda a estudiar y comprender fenómenos sociomusicales delimitados a una región y a una temporalidad, como corresponde a toda investigación que se asuma histórica. Segundo, la tradición también es inventada, es decir, las prácticas sociales son orientadas por agentes como la Iglesia Católica, el Estado y ahora también por los medios masivos de comunicación, desde la escritura misma de los diarios hasta la desinformación provocada por el sobre flujo de tantos datos y referencias.

Para el caso del sur de Guanajuato estamos en condiciones de aseverar que, en un primer momento histórico, la tradición musical fue alimentada por la Iglesia Católica, fundamentalmente a través de dos órdenes religiosas: los agustinos y los franciscanos. Todavía en la actualidad dichos actantes tienen un peso específico en la permanencia de prácticas tradicionales vinculadas al culto de imágenes, donde las bandas de viento son absolutamente necesarias. La música de viento está vinculada a casi todos los eventos católicos en el sur de Guanajuato. La justificación está en la tradición, la cual admite narraciones, cuestionamientos y por supuesto explicaciones.

Pero no basta con el interés de la Iglesia Católica para que la tradición musical en el sur de Guanajuato permanezca. Junto a éste se encuentra la familia, a través de la transmisión del conocimiento, por eso las bandas de viento pueden ser consideradas herencia de familia. Los mejores maestros están en el mismo hogar. Las bandas de viento no son pura fe, sino también la posibilidad de evitar la migración a los Estados Unidos. La intervención de las órdenes católicas en la permanencia de esta tradición musical es incuestionable, quizás sin proponérselo directamente y gracias a la permanencia de las fiestas patronales, en gran medida, las bandas y sus músicos siguen vigentes.

No existe una sola identidad, sino identidades musicales en el sur de Guanajuato. Es cierto que en el imaginario de los habitantes de esta región en el Bajío mexicano permea un sentimiento de identidad musical que los diferencia de lugareños michoacanos y queretanos, por mencionar un ejemplo, pero también existen subidentidades que los particularizan como pertenecientes a municipios e inclusive a barrios. Para los habitantes de Villagrán, las bandas de Romita y las de su pueblo no son iguales, de entrada porque las suyas se asumen como “indígenas”, motivo de orgullo y de diferencia respecto a los otros.

Los habitantes de cada barrio se identifican con sus bandas, las apoyan con dinero, comida y vestuario para que salgan vencedoras en las guerras musicales, las cuales tienen lugar durante las alboradas, en el marco de sus fiestas religiosas. Existe una competencia irrenunciable por demostrar que banda, y por tanto, que barrio es el mejor, porque la identidad musical no es exclusiva de una grey, ni de los músicos ni de sus bandas; la identidad musical en el sur de Guanajuato incluye a todos los que participan en el proceso del musicar, desde los instrumentistas hasta las feligreses que hacen acto de presencia en los diversos actos religiosos, donde además se alimentan sus devociones y se perpetua la tradición. Por eso el catolicismo en Guanajuato no es sólo cuestión de fe, sino también de memoria, tradición e identidad regional.

En este ensayo se destacó la tradición musical existente en el sur de Guanajuato, a partir de dos familias: los Sosa y los Arpero. Quedo claro cómo el conocimiento musical es transmitido generacionalmente en el núcleo familiar y en algunos casos, como sucedió con Franco Arpero, existe una especialización del conocimiento en conservatorios de música.

 

 

 

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