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Observaciones sobre las transferencias léxicas del inglés en español bonaerense

Yolanda Hipperdinger
 
 

Plus ultra

En relación con la “visibilidad” de las transferencias léxicas (aunque no sólo con ella) se encuentra el último aspecto que trataremos aquí, y que atañe a la que parece ser la especial posición modélica en que se ubica el inglés en la región: también a sus pautas (además de, obviamente, a las españolas) recurren en ocasiones los hablantes para la autocorrección y, sobre todo, para algunas innovaciones “creativas”.

El principal conjunto de ocurrencias sobre el que lo hemos constatado es el de palabras que no provienen de esa lengua. En la escritura, constituye un ejemplo la variante broccoly, que para el difundido préstamo del italiano encontramos en el avisador de una verdulería del radio céntrico de la ciudad. En la oralidad, lo ejemplifica la pronunciación “afectada” del topónimo local Grünbein que verificamos en el habla de una adolescente, con una realización retrofleja para la vibrante y una central abierta para –ü- alemana.

Sobre una palabra española, y de nuevo en la escritura, hemos registrado la misma reinterpretación del origen en el uso de star por estar (como elemento único o en el compuesto star-comedor) en avisos clasificados del rubro inmobiliario.7 En la escritura se constata asimismo la influencia inglesa sobre palabras españolas cuando estas son apocopadas, como en el caso de una designación comercial en la que melly apocopa mellizos. Esto último resulta particularmente frecuente en el caso de los antropónimos, como lo ejemplifican Ely para Eliana o -con apócope sobre el diminutivo- Pochy para Pochita (del apodo Pocha). Entre los antropónimos, además, la influencia del inglés se verifica también ocasionalmente en nombres de persona completos, como en el uso de Heidy por Heidi, relevado en la designación de un emprendimiento comercial.

Por último, también en la escritura pero como “juego”, se encuentra difundido entre los adolescentes el uso de la secuencia grafémica inglesa sh- para representar el sonido español correspondiente, probablemente en vinculación con el ensordecimiento de /ž/ (v. e.g. Fontanella de Weinberg 1987:144 y 2000:40).8 Aparece sobre todo en el caso del pronombre de primera persona del singular yo, que los jóvenes suelen usar como rúbrica en mensajes personales con la representación grafémica sho (incluso con alternantes que “juegan” aún más con la grafía, como shop o shopz).9


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