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Una manera Cortázar de estar en el mundo.
Entrevista a dos voces con Enrique Alfaro Llarena, acotada por Ricardo Pohlenz

Libia Brenda Castro R.
 
 

Para lectores contemporáneos

RDU: ¿Cuál sería la importancia de leer a un autor como Julio Cortázar, por qué Julio Cortázar hoy?

Enrique Alfaro: Soy lector de Julio Cortázar aunque hace mucho que no leo nada suyo, pero soy lector porque sigo teniendo presentes sus libros, sigo pensando en él como un referente literario. Su humor, su manera de entender la literatura, de aproximarse; su ética del lenguaje, la belleza —sorprendente en ciertos momentos— siguen estando presentes en mí, aunque no lo lea. ¿Por qué no lo leo ya?, porque me saturé, empecé a leer desde muy joven y creo que durante muchos años no hice otra cosa en mi vida más que leerlo.

Julio Cortázar “arruinó” muchas vocaciones, les arruinó la vida a muchos escritores. Desde la Academia (el punto de vista de las normas) él era un bárbaro, su lenguaje era verdaderamente de un salvaje. Cuando digo que arruinó muchas vocaciones, me refiero a escritores que estaban tratando de escribir en los años setenta, cuando se difunde la obra de Cortázar a nivel continental; él ya había tenido una presencia con Rayuela en el año 63, pero hasta el 70 es cuando empieza realmente la fama. La gente que estaba empezando a escribir en ese momento se vio marcada y arruinada por Julio Cortázar, es decir, Cortázar le arruinó la vida a más de tres y todavía en las siguientes generaciones se siente esa huella. Porque era tan poderosa su literatura, tan poderosas sus imágenes, su visión del mundo, tenía una manera de ser Cortázar de tal contundencia, que se convirtió (se convierte) en una forma de ser y de vivir, en una manera de estar: mucha gente no sobrevivió a eso.

Es imposible no reconocer un texto de Cortázar, en otros textos a veces uno se pregunta quién es el autor, un texto de Cortázar lo reconoces, sí hay una fuerza en sus palabras, mucha gente no ha podido librarse de esa presencia de Julio Cortázar y terminan haciendo “rayuelitas”.

RDU: Y ¿qué pasa con los lectores jóvenes?, ¿qué le puedes decir a un lector joven acerca de por qué leer a Cortázar?

Enrique: Porque se la va a pasar muy bien. Porque es divertido.

Ricardo: Por ejemplo, ¿por qué Fuentes y no Cortázar?, ¿no es igual de divertido Carlos Fuentes?

Enrique: Fuentes no es divertido, será lo que quieras, menos divertido, Cortázar es divertido.

Ricardo: ¿Y por qué divertido?

Enrique: Cuenta cosas muy amenas, tiene un enorme sentido del humor, tiene una aproximación original: hay una manera “Cortázar” de estar en el mundo, una manera-puente, una manera propia. Está la parte más pedante de Cortázar, desde luego, la parte menos brillante; o sea, cuando alguien se dice a sí mismo cronopio, es como para salir corriendo. El que se asume como cronopio en el fondo es un cretino ¿no? Ése es el Cortázar más externo, el más superficial, es más, tendría hasta cierta cursilería. Ese Cortázar de los cronopios y de los bichos verdes (húmedos) es el Cortázar menos interesante.

Por otro lado, a mí me gusta mucho una novela como Los premios, por ejemplo, es una gran novela, Cortázar pudo haber sido un gran novelista convencional, digámoslo así, donde todas las cosas estuvieran en su sitio, pero le ganaba la experimentación, el no repetirse, el buscar otras cosas, y se quedó un poco colgado de la brocha porque no quiso seguir por un camino que lo hubiera llevado lejos dentro de la novela; es decir, 62 [modelo para armar], un capítulo de Rayuela que luego fue una novela, o El libro de Manuel, digamos que no muestran lo mejor.



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