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Naturaleza humana y teoría darwinista

Julio Muñoz Rubio
 
 

Darwinismo y naturaleza a inicios del siglo XX

Pero al fin, a partir de 1871, año de la publicación de El Origen del Hombre, se tenía una teoría científica como nunca se había tenido acerca de la naturaleza humana y si bien los sectores conservadores de la sociedad contemporánea a Darwin, la rechazaron enfática y visceralmente, por razones místico-religiosas y dogmáticas que nada tenían que ver con su carácter científico, ya no se podía impedir que se abriera una nueva rama dentro de la ciencia y del evolucionismo: el darwinismo social.

A continuación mencionaré algunos casos de teorías socialdarwinistas, desde fines del siglo XIX hasta fines del XX e inicios del XXI, aclarando que en un espacio de las dimensiones de este artículo es imposible mencionarlos a todos.

Uno de los primeros darwinistas sociales fue Francis Galton (1822-1911). Primo de Darwin, estableció en su obra Genio Hereditario (1869), la tesis de que la inteligencia, al igual que el conjunto de características anatómicas y fisiológicas del ser humano, es una propiedad heredable, y seleccionable por la naturaleza. Para mostrarlo hizo extensos análisis estadísticos sobre las capacidades de las personas y mostraba verdaderos árboles genealógicos de familias célebres para mostrar como el genio, la inteligencia, el talento, la sensibilidad iban apareciendo continuamente en los sujetos a lo largo de distintas generaciones. Para Galton, como para el conjunto de los partidarios del darwinismo social, las condiciones sociales en las que ciertos seres humanos vivían eran la consecuencia directa de la inteligencia humana o de su ausencia en esos círculos, y no al revés. De acuerdo con esta idea, la pobreza, la indigencia, la falta de educación y de salud, serían el producto de una falta natural de capacidad entre ciertos grupos de seres humanos, en contraste con un grupo minoritario, ciertamente, pero merecedor de la riqueza y la cultura merced a su natural preparación e inteligencia.

Cesare Lombroso (1835-1909), científico italiano, en su momento llegó a la conclusión de que los niveles y grados de violencia en el ser humano se podían conocer a partir de las características biológicas de las personas. Mediante este razonamiento, llegó a postular la teoría del “criminal nato”. De acuerdo con esta, existirían personas que, por su naturaleza biológica tendrían inserta la característica de la criminalidad, y que ninguna acción correctiva social podría alterar lo que la naturaleza dictó. Lombroso fue más allá y concluyó que en los rasgos y expresiones faciales y corporales se podía encontrar científicamente a los criminales natos. Para ese efecto visitó las cárceles italianas en innumerables ocasiones, haciendo dibujos de las caras y otras partes del cuerpo de las y los presos, y reportando descripciones de los rasgos comunes a los presos por una u otra causa: asesinos, ladrones, violadores, ¡sexoservidoras!, etc. Obviamente todos ellos, así como las personas honestas, serían la consecuencia de un proceso de selección natural, no un resultado de las fallas de la estructura de la sociedad.

Las teorías del coeficiente intelectual (IQ) también tienen su base en postulados de la teoría darwinista de la evolución. Alfred Binet (1857-1911) y Cyril Burt (1883-1971), científicos estadounidenses, fueron los principales defensores de la elaboración de tests cuantificables para medir la inteligencia de las personas. Dependería de las respuestas dadas a cuestionarios para medir las capacidades intelectuales como se podría averiguar el grado de inteligencia de las personas y sus aptitudes para dedicarse a una u otra actividad.

El caso de estas pruebas de inteligencia y aptitud es muy interesante pues durante varios lustros, al inicio del siglo XX, sus resultados arrojaban una supuesta evidencia de la inferioridad intelectual de africanos, afro-americanos, judíos, orientales, indios, chicanos, y en general todas las personas pertenecientes a poblaciones distintas a las anglo-sajonas. Nunca se tomó en cuenta que la estructura de las pruebas aplicadas estaba muy lejos de ser objetiva y las preguntas contenidas en ese test, por ejemplo, las dirigidas a niños, estaban fuertemente sesgadas, de manera que solamente los respondentes anglo-sajones podrían contestarlas correctamente, pero sin que sus respuestas pudieran dar cuenta de ninguna superior capacidad mental inherente a ellos, y por lo tanto ninguna capacidad inferior atribuible a las poblaciones no anglo-sajonas. A pesar de eso, a partir de los resultados de esa pruebas, el gobierno “democrático” de los Estados Unidos, consideró que no podía permitir la entrada de personas de inteligencias y capacidades “inferiores”, para vivir en ese país, pues la mezcla de individuos de otras poblaciones con individuos anglo-sajones, o la proliferación de poblaciones no anglo-sajonas, traería como consecuencia un debilitamiento de la población estadounidense; una disminución de su aptitud para la supervivencia, y por lo tanto el peligro de su extinción, dado que la selección natural comenzaría a actuar sobre esas poblaciones “mezcladas” para eliminarlas en la lucha por la existencia. El cierre de las fronteras de Estados Unidos a esas poblaciones y culturas es una de las primeras expresiones de “limpieza étnica” del siglo XX, que tan frecuentemente se han venido dando y cuya última expresión la constituye el inmisericorde bombardeo del ejército israelí sobre la población palestina en la franja de Gaza, durante diciembre de 2008 y enero de 2009.

Pero me adelanto. La operaciones de limpieza étnica tuvieron su manifestación más espectacular –si es que se pudiera usar ese término-, necrófila, cruel y trágica durante el período del tercer Reich en Alemania (1933-1945). Fue el gobierno nazi, con Adolf Hitler a la cabeza, quienes, como se sabe, exterminaron a más de 6 millones de personas, entre judíos, comunistas, homosexuales y gitanos, en las cámaras de gas de los campos de concentración instalados en varias partes de Europa. Lo importante a señalar aquí es que el propio Hitler, en su obra Mi Lucha, publicada entre 1925 y 1928 utilizó en algunos pasajes de su obra, un lenguaje biologicista, basándose en la idea de la necesaria supervivencia del más apto, como una ley indestructible que le daba el fundamento para emprender las campañas de exterminio contra los judíos.

Obviamente, ninguna práctica, por racista que fuera puede alcanzar permanentemente los niveles de violencia y brutalidad como el practicado por los nazis en los campos de exterminio, y así las cosas, una vez finalizada la segunda guerra mundial, con la derrota de aquellos, las prácticas y las teorías socialdarwinistas tuvieron que adoptar, en muchos casos, formas mucho más racionales y “suaves” que las conocidas en los tiempos del auge del nazismo.

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