Uso del SAS

Actualmente se tienen instalados poco más de 230 radio receptores de avisos del SAS, incluidas las 58 estaciones de radio en los valles de México y Toluca, que ayudan a difundir al público los avisos de alerta sísmica. Entre los usuarios importantes destacan la UAM Iztapalapa y la ampliación de la unidad habitacional El Rosario. El primero instaló un sistema de avisos de alerta sísmica con audio amplificadores potentes, que cubren poco más de 15,000 personas, y el segundo, con el apoyo de una empresa distribuidora de gas local, instaló otros dos sistemas potentes de sonido, para ampliar la cobertura de la señal de alerta a 20,000 usuarios más. Los nuevos usuarios frecuentemente implementan conjuntamente procedimientos de respuesta rápida y programas de entrenamiento.

Contrariamente a lo esperado, durante el aviso de una alerta falsa a las 19:00 horas del 16 de noviembre de 1993, ante una audiencia estimada en 2’000,000 de personas, prevaleció la calma y el sentido común de la población. Antes de ese suceso, un argumento usado para limitar la difusión de la señal de alerta a todo público, era que mucha gente podría morir o resultar herida a causa de situaciones de pánico en lugares públicos. Además, en esa ocasión el público no tenía entrenamiento para actuar en una situación de emergencia, sin embargo, nadie resultó herido o muerto por el pánico. Esta experiencia debe ser revisada y discutida públicamente, con el propósito de promover el entrenamiento para una respuesta rápida, en caso de recibir el aviso de alerta sísmica vía la radio comercial.

Disponibilidad y confiabilidad del SAS

Por su función estratégica, el SAS es objeto de un programa continuo de actividades de investigación, que permiten asegurar y mejorar sus especificaciones técnicas. Además del desempeño rutinario de operación y conservación, se evalúan sus resultados y se prueban los procedimientos y las soluciones propuestas para superar diversos problemas técnicos que han o pueden menguar su desempeño y viabilidad futura. La información sobre el desempeño y los resultados de operación del SAS, se analiza periódicamente para calcular sus índices de disponibilidad (D) y confiabilidad (R). La primera evaluación de estos factores corresponde al lapso entre septiembre de 1991 y julio de 1993 (Jiménez, et al, 1993).

Observamos que la disponibilidad histórica del SAS es D=0.9976, gracias a la eficacia de las actividades de operación y conservación de todos los elementos del sistema. El SAS tiene un índice de confiabilidad R=0.9929. El nivel y la evolución histórica de estos factores indica la eficacia lograda para analizar y resolver las fallas de funcionamiento del SAS, así como la eficacia de las alternativas aplicadas para asegurar la continuidad y la calidad del servicio (Espinosa –Aranda, et al, 1997); sin embargo, es oportuno destacar que para no degradar los factores de disponibilidad y confiabilidad logrados, conviene renovar cíclicamente los elementos obsoletos o descontinuados del SAS.

Análisis

Afortunadamente el sismo de la “Brecha de Guerrero” no ha ocurrido. Como el SAS inició su servicio público desde 1993, los habitantes de la Ciudad de México hemos obtenido un conocimiento empírico sobre su existencia, fallas y aciertos, experiencia en la que han participado algunos medios, con su crítica o promoción. Es conveniente señalar el peligro sísmico, para estimular la práctica regular de simulacros y mejorar el aprovechamiento de los avisos del SAS.

Es común escuchar más discusiones sobre la confiabilidad del desarrollo tecnológico del SAS y sobre la escasa capacidad de respuesta de los usuarios, que sobre la conveniencia de aplicar criterios modernos de construcción contra sismos, desarrollar planes y practicar simulacros de prevención, opciones útiles para mitigar los efectos ante la posibilidad de sufrir nuevos desastres sísmicos en la Ciudad de México.

Según la opinión de sismólogos expertos, el mayor riesgo de un sismo fuerte para la Ciudad de México está hoy en la costa de Guerrero, a poco más de 300 kilómetros, razón que permitiría ver al SAS como un recurso estratégico de gran valor social para la población. Cabe mencionar que el presupuesto 2000 para la operación anual del SAS, que fue de 600 mil dólares, incluyó la renovación y el perfeccionamiento de sus elementos tecnológicos, así como el costo de las actividades imprescindibles de investigación para asegurar su viabilidad.

Determinar la eficiencia de un aviso de alerta es difícil, pero la experiencia del 14 de septiembre de 1995 demostró que la combinación de programas de información y la práctica de simulacros, así como una señal de alerta emitida oportunamente, pueden ayudar a reducir nuevos desastres sísmicos en el Distrito Federal. Los programas de educación mejoraron la capacidad para responder ante un aviso de alerta. Los residentes de zonas sensibles al efecto de los sismos, pueden responder a una señal de alerta, con un margen de tiempo limitado y de forma controlada y racional, como se observó en la población infantil de las escuelas públicas del Distrito Federal.

Para mejorar la capacidad de respuesta de la población que recibe el aviso de una alerta sísmica, es necesario analizar su comportamiento con información obtenida mediante el levantamiento de una encuesta formal y extensa, después de cada evento alertado.

Para promover el diseño y la puesta en práctica de acciones de prevención y el uso del SAS en la Ciudad de México, es necesario diseñar un programa de información para la población en general, sobre el riesgo que representan los sismos. Afortunadamente, desde enero de 1996 se promulgó la Ley de Protección Civil para la Ciudad de México, que norma el papel de las organizaciones civiles y públicas en situación de desastre, y establece el diseño y la práctica de simulacros de prevención.

 

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