Introducción

Escribir o hablar de Julio Cortázar es una tarea muy difícil a estas alturas de la crítica. Hay tantos autores, tantos estudios, libros, ensayos, análisis y acercamientos, que uno acaba por marearse. A más de veinte años de su muerte Cortázar es todo un fenómeno cultural (tal vez más que cuando estaba vivo), quizá porque cada vez se le toma más en serio y más lectores nos unimos a la horda de haficionados y hamantes1 de su prosa, su ideología y su persona; si cada vez tiene más lectores y cada vez tiene más críticos, entonces hay cada vez más textos sobre sus textos, los rodean, los desmenuzan, los comparan, los estudian, los aluden... En fin, se van creando cosas y se abren otros niveles de acercamiento a la obra de este autor, o se siguen las líneas ya trazadas para descubrir nuevos caminos. En el caso de este trabajo se trata de lograr un pequeño acercamiento a una sola obra: El perseguidor, desde un punto de vista literario específico: el doble.

El perseguidor (cuento largo o novela muy corta, según se mire) es una de las obras que todos consideran “fundamentales” en el universo que es la literatura de Julio Cortázar, mucho más que libros como Un tal Lucas o Los autonautas de la cosmopista, libros que probablemente son tan fundamentales en la obra de este autor como la apócrifa biografía de Charly Parker, aunque no se hayan abordado casi. El caso es que El perseguidor ha sido estudiado, comentado y visto por muchos críticos y desde muchos puntos; al propio Julio, en varias entrevistas, le preguntaron sobre el jazz en este texto, sobre la etapa que se cerraba en él, sobre el personaje o su búsqueda. Entonces, al elegir el tema del doble en este trabajo se intenta un acercamiento sobre un camino que no es nuevo, pero también se intenta que el acercamiento tenga algo de lúdico y algo de metafórico, ideas que son —definitivamente— básicas en el universo cortazariano. Así que es necesario empezar a hilvanar palabras y ponerlas unas detrás de otras, en filas muy ordenadas, con el objeto de que algo digan, aunque estemos todos ya avisados que el café con leche se ha inventado hace muchísimo tiempo.

1. El uso de la hache es un juego totalmente deliberado. La idea sigue la línea de Oliveira en Rayuela.

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