• INNOVACIÓN EN TIC •

Límites en el uso político de las redes sociales

José Luis Rosario Pelayo
Redes sociales
  • Uno
  • Dos
  • Tres

Introducción

La movilización social es el mejor medio de participación política del ciudadano, incluso, este mismo la valora más que al mismo voto como forma de influir en su entorno. Actualmente, los canales formales –institucionales– de participación política son mal vistos por la mayoría de la sociedad, el “desencanto de la democracia” ha lastimado aquella representatividad que los partidos políticos, por ejemplo, prometían a todos los sectores.

Si los medios de comunicación no tienen la confianza suficiente de la ciudadanía, se refleja en los grupos sociales la necesidad de contar con un nuevo generador de información...
Un aspecto central que acompaña a las nuevas formas de participación política es el de “Sociedad de la Información”, la cual, configura un panorama de nuestra realidad política desarrollada a través de los nuevos medios de comunicación. La amplitud de la información recibida faculta a los ciudadanos a establecer nuevas formas de relación con lo político, especialmente si se trata de un modo de vida democrático. Para la propia distinción de la “Sociedad de la Información”, asegura Raúl Trejo Delarbre, se disponen de elementos inherentes a la relación usuario-información como: “exuberancia, omnipresencia, irradiación, velocidad, multilateralidad/centralidad, interactividad/unilateralidad, desigualdad, heterogeneidad, desorientación y una ciudadanía pasiva” (Trejo, 2001).

A medida que la sociedad de la información se desarrolla, los medios de comunicación van adquiriendo cierta importancia para influir en las decisiones políticas de los grupos sociales, desde luego, porque estos medios captan y traducen la información ubicándola en distintos niveles y en momentos determinados para la ciudadanía. Cuando los medios de comunicación tradicionales (radio, prensa, televisión) generan información, crean en el ciudadano percepciones que pueden llevar a actitudes de diversa índole, moldean sus valores, percepciones y actitudes respecto a la política.

Televisa
Los usuarios de las redes sociales centran sus críticas en los medios de comunicación "tradicionales". Foto: Javier Armas

Si los medios de comunicación no tienen la confianza suficiente de la ciudadanía, se refleja en los grupos sociales la necesidad de contar con un nuevo generador de información, que a su vez, se transforme en un nuevo canal de expresión política, el cual, no esté determinado por intereses de la más diversa índole: electorales, clientelares, partidistas, etc.

Ese nuevo canal de expresión política lo encontraremos en una plataforma “neutral” de información: Internet. Pero esta red no puede ser comprendida de una manera aislada y estática. Debido a su versatilidad de información y comunicación, la red social virtual llega a ocupar un lugar alternativo que facilita la organización de un movimiento, así, se reconfigura el espacio público y se crea un catalizador de la protesta social.

La configuración virtual de ese nuevo espacio público la menciona Trejo Delarbre (2009, p. 4.):
“más allá de adscripciones nacionales, institucionales o incluso políticas o gremiales pero sin prescindir de ellas, los usuarios de Internet navegan, divagan, encuentran y a veces departen, comparten y socializan con tanta asiduidad, y de manera tan notoria, que el de las redes informáticas es reconocido como parte del espacio público contemporáneo”.
Por tanto, podemos argumentar que existe un desarrollo paralelo del espacio público, al pasar de una estructura tradicional (tangible) a una moderna (intangible), la cual, le otorga a la sociedad aquél lugar de discusión que ha ido perdiendo en la formalidad las instituciones, así como en los medios masivos de comunicación.

De esta argumentación, surge una pregunta central, y que actualmente está en el pensamiento colectivo, a saber, ¿Qué efectos tiene el uso las redes sociales en la organización de los movimientos sociales? La respuesta tentativa de esta cuestión da forma a una hipótesis, que se corroborará a lo largo del texto, la cual, sostiene que con el uso de las “virtuales redes sociales”, la movilización social ha sido reorganizada, en el sentido de que la protesta social tradicional (la plaza pública, marchas, bloqueos viales) se desarrolla en un proceso paralelo de información y comunicación.

Redes sociales: el nuevo espacio público

El interés por los problemas que aquejan a una comunidad puede expresarse mediante estructuras de participación política, así, un debate crítico se establece entre los ciudadanos para el desarrollo de la esfera pública, y posteriormente, la generación de un espacio público más generalizado. En este sentido, Jürguen Habermas argumentaba que el espacio público estaba conformado por la opinión pública racional (debate crítico) sobre los temas comunes entre los ciudadanos. Ese carácter de racionalidad puede motivar la búsqueda de espacios públicos que promuevan una discusión libre de intervenciones ajenas a la problemática social. “Los resultados del raciocinio público reclaman racionalidad, la idea de una opinión pública nacida del mejor argumento pretende estar en posesión de esa racionalidad con ambiciones morales que hace coincidir lo correcto con lo justo” (Habermas, 1981, p.90).

Las redes sociales generan un espacio público alternativo al esquema tradicional, en donde la comunicación desarrollada en ese espacio puede estar libre de interferencias políticas...
De acuerdo con lo anterior, la piedra angular de un espacio público moderno es el debate razonado de las instancias reales de la sociedad. El libre intercambio de ideas, que conforman una esfera pública, ya no puede ser encontrado de manera total en las instituciones políticas tradicionales, pero tampoco en los medios masivos de comunicación. En este sentido, la protesta social puede buscar cauces alternos de expresión que la lleve a un espacio público capaz de incidir en las decisiones políticas.

La esfera pública es sinónimo de opinión pública, una la discusión racional sobre la problemática social, el carácter subjetivo de la participación política. Por otro lado, el espacio público es un lugar físico1 establecido en la geografía urbana, en donde se lleva a cabo el desarrollo de la organización social, un foro en el que convergen las ideas a debate. Las exigencias ciudadanas tienen como objetivo la expresión en un espacio público, porque si bien, la vía formal de las instituciones existe, las demandas de la sociedad pueden “salir” hacia la calle, tomando un escenario alternativo de protesta social, a saber, zócalos, avenidas, parques, y cualquier espacio urbano.

La configuración de tal o cual espacio público estará en función de la forma de gobierno a la cual esté regida la sociedad. El espacio público no puede ser el mismo en un régimen democrático que en uno totalitario, porque en el primero se da por entendido que existe un nivel de libertad de expresión y de asociación ciudadana más avanzado que en el segundo, que podría considerarse limitado o nulo. Esta diferenciación será válida para el posterior análisis que se hará con base en internet como el espacio público alternativo de nuestros días.

Yo soy 132
Manifestación del movimiento "Yo soy 132" a las afueras de Televisa Chapultepec. Foto: Facebook

Si bien, el espacio público “tradicional” sigue teniendo la más perfecta validez, es por medio de los nuevos canales de información como internet, que parcialmente el espacio se transforma, dando lugar al llamado “ciberespacio” definido “como un espacio virtual de interacción, es decir, básicamente como un espacio-sistema relacional. […] El Ciberespacio existe solamente como espacio relacional; su realidad se construye a través del intercambio de información; es decir, es espacio y es medio. Una red sin interacción entre sus miembros deja de ser una red; la red existe porque existen relaciones entre sus integrantes” (Aguirre, 2013).

Por tanto, debe entenderse el uso del ciberespacio como un medio alternativo del espacio público tradicional, ya que el primero sólo existirá mientras fluya información entre dos personas, mientras que el segundo, permanecerá ante cualquier cambio, su naturaleza tangible trasciende al uso virtual del primero. Porque existen factores, como el económico y el cultural, que determinarán el uso de tal o cual espacio público. El uso del ciberespacio puede atender a un “limitado” grupo social que comprende técnicas de información virtual, así como disposición de instrumentos de información como computadoras e internet, los cuales, no siempre están disponibles para la mayoría de los ciudadanos que expresan demandas.

El objetivo de este estudio no se enfoca en ubicar al ciberespacio como un medio demoledor del espacio público tradicional, sino analizar un virtuoso paralelismo que puede ser utilizado para la participación política, que comience como protesta ciudadana capaz de desembocar en un movimiento social. Porque con internet, actualmente se observa que “la retracción de los espacios públicos tradicionales, junto con la omnipresencia de los medios en las viviendas, afectaron considerablemente las formas de participación, las estrategias de inclusión en la esfera de lo público y las maneras de pertenecer” (Winocur, 2001, p.76).

Los elementos básicos contenidos en el espacio público tradicional pueden ser trasladados al ciberespacio, ya que internet “define un nuevo espacio de interacción, que cuestiona las formas clásicas de organización social basadas en la territorialidad, presencialidad y proximidad, desbordando las fronteras geográficas y políticas” (Winocur, 2001, p. 76). Desde luego, como se ha advertido, el nuevo uso que hace el ciberespacio no siempre será compatible con todos los grupos sociales que sigan utilizando el espacio público tradicional.

La característica primordial del ciberespacio es que no es un lugar físico de interacción, podríamos llamarlo un espacio abstracto intangible pero existente, tal y como dice Mireya Lozada, “el ciberespacio es paradójicamente un no-espacio, en el cual circulan informaciones, imágenes, sonidos, textos y máscaras (espectros y fantasmas). Aún cuando forma una capa abstracta, en el diseño del ciberespacio uno de los principios que más cuenta es su ‘visibilidad’”. (Lozada, 2001, p. 138).

Existen elementos que configuran al espacio público, en donde no todos tienen el mismo nivel en todos los casos, pero que son inherentes al concepto, ya sea tradicional o moderno. Elementos tales como la discusión pública, la organización social, y el “poder comunicacional”2 son patrones de conducta en los espacios democráticos, los cuales, están encaminados a legitimar o no, al sistema político en turno. De no legitimarlas, el medio de expresión se conforma mediante la protesta social, y dicha protesta puede desarrollarse con ayuda de las virtuales redes sociales, originando así, el uso político de las redes sociales.

Para el análisis que sostiene el presente artículo, utilizaremos el concepto de red social no como un concepto estrictamente sociológico, sino adaptado a las conceptualizaciones que existen en el pensamiento colectivo, por tanto, “como su nombre lo indica, una red es un entramado de relaciones, de personas, conectadas entre sí. En el caso de las que operan en internet se trata de páginas que permiten la comunicación y la interacción entre personas que tienen intereses comunes. La red social, en este contexto, es un conjunto de personas con intereses similares que se comunican mediante internet. Algunos servicios como Facebook y Twitter son ejemplos de instrumentación de estas nuevas redes sociales” (Borges-Caamal, 2012, p. 29).

Las redes sociales generan un espacio público alternativo al esquema tradicional, en donde la comunicación desarrollada en ese espacio puede estar libre de interferencias políticas, ya que “los espacios públicos, democráticos y esencialmente políticos, constituirán lugares autónomos en la formación de opinión que no son controlados por la tutela del Estado; los espacios públicos democráticos se constituyen así en esferas de sentido, en formas de comunicación política” (Lozada, 2001, p. 140)

Esta autonomía de las redes sociales, que tienen su propio espacio público, llega a motivar la participación política en un momento determinado, tal como argumenta Víctor Borges-Caamal (2012, p. 28) “el acelerado desarrollo de tecnologías encaminadas a facilitar la comunicación entre los seres humanos ha generado nuevas condiciones a partir de las cuales tendrán que revisarse los mecanismos tradicionales de participación política”.

Por tanto, Internet genera una nueva organización del espacio público tradicional sí, pero éste no se reconstruye o se elimina, sólo se reorganiza para adaptarse al flujo de información y comunicación tradicionales. “La formación de estos grupos (comunidades virtuales) no constituye necesariamente un desplazamiento o sustitución de otros agrupamientos tradicionales, sino que más bien se viven como complementarios o posibilidades de ampliar las redes de familiares o amigos” (Winocur, 2001, p. 77).

En este punto, cabe realizar una delimitación y diferenciación entre el espacio público y el concepto de esfera pública, distinción imprescindible para comprender el impacto de internet en esos elementos. De acuerdo con Zizi Papacharissi (2009, p. 5):
“debería quedar claro que un nuevo espacio público no es sinónimo de una nueva esfera pública. Como espacio público, Internet proporciona otro foro para la reflexión política. Como esfera pública, Internet podría facilitar la discusión que promueva un intercambio democrático de ideas y opiniones. Un espacio virtual incrementa la discusión; una esfera virtual incrementa la democracia”.
Esta diferenciación fundamental que realiza Papacharissi nos ayuda a delimitar el vínculo que existe entre las redes sociales y la organización de los movimientos sociales, porque como espacio público virtual, la discusión sobre temas políticos en las redes sociales llega a tener un nivel muy alto de participación. Pero si entendemos a esas mismas redes dentro del contexto de una esfera pública, como argumenta la autora, se puede mejorar el intercambio de ideas, y en ese sentido, incrementar la democracia.

Sin embargo, esta idea de incrementar la democracia tiene sus limitantes, porque si bien, existen fuertes incentivos virtuales (redes sociales) que empujen opiniones y discusiones en el espacio público democrático, no significa que el nivel de democracia en un Estado aumente para todos los sectores sociales. Como se precisará más adelante, la efectividad de un movimiento social que se organice con base en las redes sociales estará en función de factores técnicos y políticos.

Por ahora, pasemos al análisis de los movimientos sociales, los cuales hacen uso del espacio público, ya sea del modelo tradicional o del moderno, se pondrá especialmente atención a la organización de la movilización social, más allá de su origen.

1 Pensamos en un lugar “tangible” de manifestación de nuestras demandas, este esquema físico corresponde al espacio público tradicional, un espacio urbano. Sin embargo, un nuevo espacio público determinado por internet otorgará un esquema virtual (intangible) que posteriormente será analizado. Nota del autor.

2 Mireya Lozada argumenta que el poder comunicacional se forma con base en el desarrollo discursivo de la opinión de los ciudadanos.

Ciberespacio y movimientos sociales

La movilización social es un instrumento de participación política, del que puede disponer la ciudadanía para exigir instancias que no suelen ser atendidas por la vía “formal”, es decir, por las instituciones. En este orden de ideas, los movimientos sociales formarán parte de la presente investigación, porque, recordando la hipótesis general, se asegura que con el uso de las “virtuales redes sociales”, la movilización social ha sido reorganizada, en el sentido de que la protesta social tradicional (la plaza pública, marchas, bloqueos viales) se desarrolla en un proceso paralelo de información y comunicación.

Podemos asegurar, que la configuración del espacio público que viene del manejo de información en internet y sus redes sociales, estarán reconfigurando la movilización social de nuestros tiempos.

...existe una creencia sobreestimada del “éxito” de las redes sociales como determinantes para la calidad de la democracia.
Para Alain Touraine (2006, p. 255) “el movimiento social es la conducta colectiva organizada de un actor luchando contra su adversario por la dirección social de la historicidad en una colectividad concreta”. Esta definición está en el contexto tradicional de los movimientos sociales, es decir, Touraine define el término con base en una “historicidad”, la cual, según el autor, está conformada por los actores que luchan pero también se hace referencia del “objetivo” por el cual están luchando.

¿Podemos encontrar esa historicidad en los movimientos sociales contemporáneos? En un primer momento, sí podemos ubicar a los actores que están luchando por un objetivo en particular, las categorías establecidas por Touraine quizás no puedan moverse, sin embargo, la forma en que esos actores sociales se organizan para llegar al enjeu3 que establece dicho autor ha sido transformada. Porque si bien, los objetivos a perseguir son condición inherente de la movilización social, la forma de cumplirlos han sufrido modificaciones que cambian totalmente aquella percepción de la historicidad.

Más de 131
Afiche de la convocatoria a través de Twitter y Facebook a una manifestación del grupo "Más de 131". Foto: Facebook

Los movimientos sociales siguen funcionando en su esquema tradicional (tomar plazas públicas, bloqueos viales, marchas, etc.) Pero la nueva organización de la movilización queda determinada por internet y sus redes sociales, en el ciberespacio, pero no se desplaza, es un proceso moderno que coadyuva al tradicional. No se debe caer en la sobrevaloración de las actuales tecnologías como los detonantes más efectivos para la participación política. Los ciudadanos siguen manifestándose en las calles, más allá de si disponen o no de las redes sociales, esto debido a que los mecanismos de presión que presuponen los movimientos sociales tradicionales no están en función de capacidades técnicas en Internet como lo hacen las redes sociales.

En este sentido, los límites de la conectividad en nuestro país generan que un sector mínimo de la población se pueda organizar a través de las redes sociales, dejando un espectro más amplio a grupos mayoritarios que carecen o ignoran el uso potencial de la red. Movimientos sociales que ya fueron consolidados sin ayuda cibernética seguirán funcionando con el esquema tradicional y poco o nada se acercarán a un nuevo modelo, porque sus acciones tendrán mayor influencia que los incipientes “movimientos” en el ciberespacio.

Por estas razones, existe una creencia sobreestimada del “éxito” de las redes sociales como determinantes para la calidad de la democracia. En parte es cierto, ya que estos nuevos medios de comunicación se ubican en la parte central de las tres condiciones para la democracia que expone Robert Dahl (1989, p. 15), es decir, en la “oportunidad de manifestar las preferencias” y a su vez, en el conjunto de libertades que el mismo autor expone en esta condición.4

Sin embargo, las redes sociales en internet no son determinantes del todo para el éxito de los movimientos sociales y a su vez, para mejorar la participación ciudadana. Porque la movilización social que puede desarrollarse en el ciberespacio estaría en función de cuatro razones:
a) Conectividad a internet. Se determina por la infraestructura tecnológica a la cual está anclada la ciudad. Aquí nos encontramos con el contexto rural y el urbano, por ejemplo, pero dentro de los mismos existen distintos “niveles de conexión”.

b) Ciudadanía capacitada. Los usuarios de internet pueden estar o no capacitados técnicamente para extraer información sobre el debate público y el funcionamiento de la política que los rodea.

c) Cultura política. Los ciudadanos pueden o no estar interesados en la cosa pública. Aquí cabe la descripción de los tres tipos de cultura política que realizan Almond y Verba.5 Por tanto, la participación ciudadana que pueda existir en las redes sociales quedará determinada por la cultura política de cada sociedad.

d) Élites. Es la parte más delicada y por la cual, la plataforma de internet no es igual en todos los países. Los grupos que detentan el manejo de los servidores de internet tienen intereses que chocan incluso con la élite del gobierno. No es lo mismo el control del servicio de internet en los países árabes que en China, por ejemplo.
Estas categorías no están presentes con el mismo nivel e intensidad tanto en los grupos sociales, como en los distintos lugares del país, por tanto, el uso político de la red social llega a estar en función de las capacidades técnicas y culturales de la ciudadanía. La fortaleza de los medios tradicionales de protesta social pueden prescindir de estos cuatro elementos y conseguir el éxito, sin embargo, los medios cibernéticos están necesariamente en función de todas y cada una de las categorías expuestas.

3 Para Touraine, el término define algo que está en juego, el motivo de la manifestación, es decir, un objetivo.

4 Las garantías institucionales mencionadas por Dahl para tener la oportunidad de “manifestar las preferencias” se encuentran: libertad de asociación, libertad de expresión, libertad del voto, elegibilidad para el servicio público, derecho a competir en busca de apoyo, diversidad de fuentes de información, elecciones libres e imparciales.

5 Cultura política parroquial, súbdita y participante.

Reflexiones finales

El éxito o fracaso de la participación ciudadana a través de internet y sus virtuales redes sociales queda determinada por los cuatro factores explicados en el presente artículo, los cuales, se desarrollan según el contexto político de los países, incluso, dentro de cada uno de éstos. Por tanto, analizar el nivel de eficiencia de internet para la movilización social en cierto país, deben considerarse la conectividad, la ciudadanía capacitada, la cultura política y las élites que configuran la plataforma de internet.

Con la información de los medios de comunicación modernos, el espacio público en el que se desarrolla la participación política tiende a reconfigurarse. Porque el debate público expuesto en este espacio va de lo tangible (la calle) hacia lo intangible (internet). Pero como todo medio, se debe cuidar del abuso y la orientación que se maneja en este tipo de medios de comunicación, porque los vicios “tradicionales” de la movilización social pueden llevarse a la red, e incluso crear nuevas desviaciones.

El juego de las relaciones de poder puede ser un tema adicional, ya que dichas relaciones llegan al ciberespacio.
El más claro ejemplo en México lo observamos en el movimiento YoSoy 132, el cual, se originó y desarrolló básicamente en redes sociales como Facebook y Twitter. Sin embargo, la participación política “sólo” se quedo ahí, en las redes. La exigencia de las instancias de dicho grupo se organizaban en internet, y si bien, existía el medio tradicional de movilización, no existió un equilibrio con lo moderno, que se sobrevaloró como el posible éxito del movimiento social.

Hay que seguir insistiendo, sin embargo, que el modelo tradicional tanto de información como de movilización no está siendo desplazado, ni mucho menos eliminado, aún no. La relación de lo moderno con lo tradicional debe ser vista como alterna, un “paralelismo virtuoso” que está facilitando la participación ciudadana y hasta cierto punto, la politización de sectores sociales que se incorporan.

El juego de las relaciones de poder puede ser un tema adicional, ya que dichas relaciones llegan al ciberespacio. Porque las fuerzas que están presentes en las redes sociales se mueven en dos direcciones, en la de los usuarios y en la de los operadores de internet, y en algunos casos, el gobierno llega a influir en esas relaciones, configurando una estructura que lo legitime, evitando el desprestigio.

Para terminar, la valoración de la información y movilización tradicionales aún sigue latente en lugares donde los cuatro factores señalados no están del todo desarrollados. Pero debemos evitar, al mismo tiempo, una sobrevaloración de lo moderno para evitar frustraciones de comunicación y participación política fin

Bibliografía

AGUIRRE R, Joaquín, “Ciberespacio y comunicación: nuevas formas de vertebración social en el siglo XXI” [en línea]. Revista Espéculo, 19 de julio de 2001, no. 27, http://www.ucm.es/info/especulo/numero27/cibercom.html, [consulta: 04 de febrero de 2013].

BORGES-Caamal, Víctor, “Redes sociales en Finis Terrae”, en Revista Di-urna, México, enero-junio 2012, número 7, pp. 17-30.

DAHL, Robert, La Poliarquía: participación y oposición, Madrid, Editorial Tecnos, 1989.

HABERMAS, Jürgen, Historia y crítica de la opinión pública, Barcelona, Gustavo Gilli, 1981.

LOZADA, Mireya, “Política en red y democracia virtual: la cuestión de lo público” [en línea]. Estudios Latinoamericanos sobre cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalización, 2001, http://www.globalcult.org.ve/pub/Clacso2/lozada.pdf, [consulta: 04 de febrero de 2013].

PAPACHARISSI, Zizi, “The virtual sphere. The internet as a public sphere”, citado por Trejo Delarbre, Raúl, “Internet como expresión del espacio público”, Revista MATRIZes, Vol. 2, No. 2, 2009.

TOURAINE, Alain, “Los movimientos sociales” [en línea]. Revista Colombiana de Sociología. 2006, no. 27, http://www.revistas.unal.edu.co/index.php/recs/article/viewFile/7982/8626 [Consulta: 04 de febrero de 2013].

TREJO, Raúl, “Internet como expresión del espacio público”, Revista MATRIZes, Vol. 2, No. 2, 2009. pp. 1-16.

TREJO, Raúl, “Vivir en la Sociedad de la Información. Orden global y dimensiones locales en el universo digital” [en línea]. Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación, Diciembre 2001, no. 1, http://www.oei.es/revistactsi/numero1/trejo.htm, [consulta: 07 de junio de 2013].

WINOCUR, Rosalía, “Redes virtuales y comunidades de internautas: nuevos núcleos de sociabilidad y reorganización de la esfera pública”, en: Perfiles latinoamericanos, México, junio de 2001, número 18, pp. 75-92.

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José Luis Rosario Pelayo
Estudiante de la Licenciatura en Ciencia Política y Administración Pública.

José Luis Rosario Pelayo Estudia el octavo semestre de la Licenciatura en Ciencia Política y Administración Pública en el Colegio de Veracruz, Ubicado en la ciudad de Xalapa, Veracruz. Tiene publicaciones en el portal de internet AdQat El sitio del Discurso. Está por publicar un artículo en la revista Letras Jurídicas de la Universidad Veracruzana. Sus temas de interés son: movimientos sociales, nuevas tecnologías, partidos políticos, medios de comunicación.

Ha participado como ponente, en la semana del estudiante del Colegio de Veracruz, con el tema: “las redes sociales como política pública”, que se llevó a cabo del 13 al 15 de noviembre de 2012, en la ciudad de Xalapa, Veracruz.

Primer Encuentro de Regionalistas “Aportaciones Metodológicas para el Diseño de Políticas Públicas Regionales”. Constancia. Del 26 al 30 de Octubre de 2009. Xalapa, Veracruz, México.

Primer Seminario de Ciencia Política “Entre lo Político y lo Politológico”. Del 9 al 13 de Noviembre de 2009. Constancia. Xalapa, Veracruz, México.

Seminario “Crisis Económica Actual: Retos y Oportunidades”. Constancia. Del 23 al 26 de Noviembre de 2009. Xalapa, Veracruz, México.

Congreso Nacional de Educación Superior en Administración Pública. Constancia. Del 24 al 26 de Noviembre de 2010. México, D.F.

Seminario Internacional “Democracia, Justicia y la Calidad de las Elecciones en México”. Constancia. 12 y 13 de Mayo de 2011. Boca del Río, Veracruz, México.
ROSARIO Pelayo, José Luis "Límites en el uso político de las redes sociales" Revista Digital Universitaria [en línea]. 1 de junio de 2013, Vol. 14, No.6 [Consultada:]. Disponible en Internet: <http://www.revista.unam.mx/vol.14/num6/art14/index.html> ISSN: 1607-6079.

Límites en el uso político de las redes sociales

José Luis Rosario Pelayo

Con el uso de las “virtuales redes sociales”, la movilización social ha sido reorganizada, en el sentido de que la protesta social tradicional (la plaza pública, marchas, bloqueos viales) se desarrolla en un proceso paralelo de información y comunicación. Ante la desconfianza de los ciudadanos hacia las instituciones políticas y los medios masivos de comunicación, se buscan nuevas formas de expresión, sino de información e interacción que permitan organizar una nueva forma de participación política. Sin embargo, existen indicadores que nos permitirán valorar la participación política en las redes sociales, que de antemano, no es la misma en todos los lugares en donde haya movimientos sociales.

Palabras clave: Espacio público; Internet; redes sociales; ciberespacio; movimientos sociales; medios masivos de comunicación; participación política.