¿Podemos imaginar nuestro mundo, así como lo conocemos, sin el rock? Aun cuando esté fuera de nuestras preferencias, este género ha sido la antesala de la globalización: sus estilos e ideas, contradictorias entre sí, han sido representantes de lo juvenil, o bien, de lo fresco, lo contestatario o lo establecido; es un fenómeno que nos ha acompañado por más de seis décadas. En diversas ocasiones y casi en cada década se ha pronosticado su muerte, su obsolescencia y, sin embargo, de forma muy sutil permea y resurge con más fuerza. Nietos y abuelos conviven con las mismas canciones, rupturas generacionales y conjunciones de las mismas convergen en el concepto de
rock.
Esta herencia al día de hoy sigue intrigando por su permanencia y prevalencia. Las posibles respuestas son tan extensas que la aproximación que se plantea en este número de la
Revista Digital Universitaria apenas puede darnos una idea general y despertar curiosidad por la diversidad de este fenómeno.
Qué es lo que hace al rock no es una tarea fácil de definir; desde la estética hasta la ética, la historia, la política, la literatura, la filosofía, la psicología y la antropología, son posibles perspectivas que dan cuenta de la trascendencia de esta música que no se limita sólo a su abstracción sonora, la imagen, la ideología, el cambio social y moral. Éste es un navío con varios mástiles y varias velas; ambas nos ayudan a llegar a esas tierras ignotas. ¡A la mar pues nos esperan mundos por descubrir!