Educación médica en línea

Hace 10 años, en una población cautiva de médicos que cursaban por correspondencia un curso organizado por la Coordinación de Educación Médica Continua de la Facultad de Medicina de la UNAM, aplicamos una encuesta que intentaba, entre otras cosas, conocer la forma en que estos médicos se actualizaban. Los datos de aproximadamente 300 cuestionarios respondidos de 700 enviados, mostraron que este grupo integrado en su mayor parte por médicos generales que ejercían en las capitales de los estados y en poblaciones más pequeñas e incluso en el medio rural, prácticamente no recibían actualización alguna, o ésta procedía de fuentes poco confiables. La principal razón para que esto ocurriera era la falta de recursos y por ende la incapacidad de movilizarse fuera de su sitio de trabajo, adquirir suscripciones a revistas o la compra de libros. Sin embargo algunos, los menos, contaban con algunos apoyos tales como computadoras, videocassetteras o aparatos de reproducción de audio, lo cual nos hizo considerar, que a la compilación de artículos y boletines que constituían el curso, podrían ir agregándose algunos materiales en otros soportes.

La encuesta también mostró que a pesar de no contar con una especialidad, una buena parte de los encuestados a lo largo de sus años de ejercicio orientaban su práctica selectivamente, había así, quienes a pesar de no ser pediatras atendían fundamentalmente niños y por tanto había necesidades muy concretas de aprendizaje para la solución de problemas que se les presentaban con mucha frecuencia. El curso por correspondencia que ofrecíamos, tenía un carácter general que parecía no ajustarse a las demandas “a la medida” de algunos de nuestros alumnos.

En contraste, los médicos radicados en el D.F. y usuarios de la Coordinación parecían tener una mayor oferta de actualización ya fuera a través de la propia institución donde trabajaban o mediante la cartera de cursos impartidos por los hospitales y centros del Sector Salud que contaban con reconocimiento universitario. Aún así, las cifras de cursos registrados en la Coordinación 1994 que fue de 209 con un total de constancias expedidas de 4,500 (considerando tanto alumnos como profesores, ya que el informe no discrimina estas dos poblaciones, ni si se trataba de los mismos alumnos que tomaban varios cursos) no parecía reflejar, al menos numéricamente, un impacto importante en una población de médicos, calculada para ese entonces en 37, 889 en el D.F. y 157, 407 en todo el país. Frenk (1995).

Muchas cosas han pasado en estos 10 años en el escenario de la Educación Médica Continua. De la constante necesidad del médico de actualizarse, lo que otrora fuera una práctica voluntaria se ha ido transformando en una actividad en algunos casos obligatoria. No sólo porque los pacientes están ahora más atentos a una atención ética y acertada sino porque los grupos médicos colegiados o constituidos en consejos han promovido que sus miembros sean profesionales certificados. Es posible que estas medidas que ahora se conciben bajo la autoridad moral de las agrupaciones, en algunos años se conviertan como en otros países, en obligaciones legales.

Por otra parte, los medios y tecnologías han puesto al servicio de la educación nuevas formas para hacer llegar el conocimiento a donde sea que los médicos se encuentren. La educación a través de multimedios, en línea o por videoconferencia ha cobrado auge y mostrado beneficios que sustituyen o complementan a otras formas tradicionales de capacitación.