Las reacciones anticartesianas en la Crítica se orientan hacia dos asuntos filosóficos distintos, aunque vinculados: la naturaleza de nuestra representación del mundo o, si se quiere, del conocimiento objetivo, y la naturaleza del yo, o del sujeto de la representación. De ahí que las posturas anticartesianas de Kant se encuentren, por un lado, en el marco del llamado problema del mundo externo, (Refutación al idealismo, Cuarto paralogismo) y, por otro, en el contexto del llamado del autoconocimiento general. Se trata del rechazo de las posturas que Kant llama, respectivamente, idealismo escéptico o problemático y psicología racional.

Lo que me ha interesado de la crítica al psicólogo racional es que muestra el carácter tenso de la revolución copernicana en la cuestión del sitio del sujeto en el mundo2. Al indicar que sólo nos conocemos a nosotros mismos en tanto que fenómenos (B 158), Kant niega que pueda lograrse, a priori, y en términos teórico-especulativos, una respuesta a la pregunta sobre el tipo de cosa que somos como seres pensantes. Recordemos que, en su segunda Meditación, Descartes concluye, a partir del hecho de que él piensa algo (o de su incapacidad para poner en duda que piensa algo), que él es una sustancia inmaterial cuya esencia es el pensamiento3. Frente a esto, Kant argumenta que la mera autoconciencia no permite establecer objetivamente nada acerca de nuestra propia naturaleza como seres pensantes.

La problemática: el sitio del sujeto en el mundo

Esta es la problemática general del presente escrito, y dedicaré las páginas siguientes a señalar algunas claves que en mi opinión deben ser consideradas al abordarla. Mi presentación está dividida en cuatro partes, desiguales en su extensión. Primero señalo algunos usos del pronombre personal “yo” y “sí mismo” que pueden discernirse en la Crítica y en Prolegómenos. Estas distinciones serán importantes en mi planteamiento; a partir de ellas presento lo que denomino la declaración kantiana de ignorancia respecto de la naturaleza del sujeto de pensamiento; de ahí paso a presentar dos maneras en las que se puede tomar la teoría kantiana del yo —ambas compatibles con su declaración de ignorancia— que se pueden denominar, en el espíritu mismo de la dialéctica trascendental, crítica-terapéutica, y metafísico-dogmática, respectivamente. Pienso que es la primera la que permite evitar la tensión que he mencionado hace un momento, porque evita la problemática tesis de la exclusión. En este contexto haré un breve trabajo textual de algunos conocidos pasajes de la Deducción trascendental y de Paralogismos.