En la Fundamentación de la metafísica de las costumbres1 Kant sostiene que el imperativo categórico es el principio supremo de la moralidad. En la primera sección de esta obra, Kant especifica el contenido de este principio y argumenta que se encuentra implícito en las prácticas y razonamientos morales de las personas comunes y corrientes. En la segunda sección nos explica de qué manera este imperativo es vinculante para nosotros (de manera incondicional) e ilustra, mediante ejemplos, que este principio efectivamente identifica deberes morales. Estas dos primeras secciones analizan el contenido del imperativo categórico sin ofrecer un argumento que pruebe que efectivamente debemos regirnos por él. En la tercera sección de la Fundamentación Kant ofrece precisamente este argumento, de acuerdo con el cual el imperativo categórico es necesariamente el principio propio de una voluntad libre, y que, en tanto que somos sujetos de acción, tenemos que considerarnos a nosotros mismos como voluntades libres; por tanto, que debemos regirnos por este principio.

En las páginas que siguen me voy a ocupar de lo que Kant nos dice sobre el imperativo categórico en la segunda sección de la Fundamentación, esto es, de la manera en que este principio es vinculante para nosotros y de que nos permite identificar deberes morales.