10 de abril de 2004 Vol. 5, No. 3 ISSN: 1607 - 6079
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El resentimiento ganó la partida

Améry acabó con su vida en 1978, la vejez, como él mismo lo pensaba, vendría a complicar aún más las cosas. El resentimiento ganó la partida, nada que hacer frente a ese sentimiento feroz que no sabremos si llegó a moralizar la historia como él lo hubiera querido. Lo que sí queda de Améry es la idea de una sociedad enferma a la que habrá que seguir temiendo, porque como él mismo escribe al final de su libro: “No me angustia ni el ser ni la nada ni dios ni la ausencia de dios, sólo la sociedad: pues ella, y sólo ella, me ha infligido el desequilibrio existencial al que intento oponer un porte erguido. Ella y sólo ella me ha robado la confianza en el mundo.” (Améry, 192-3) Es aquí, en estas últimas palabras, en las que habría que detenernos; nuestra sociedad no se ha “curado” de Auschwitz; ésta sería la enseñanza que nos deja Améry, y quizás el resentimiento sea esa feroz llamada de alarma para nuestro presente y para nuestro porvenir.