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Los
albores de la percepción estelar
Aristarco
de Samos inició en el siglo III ane la medición del Universo,
calculando la distancia Sol-Tierra y Tierra-Luna, y aunque sus resultados
no fueron correctos, era el primer intento occidental que se hacía
en ese sentido, el siguiente lo realizaría con mejores resultados
Hiparco de Nicea, en el siglo II ane. Eratóstenes de Cirene,
quien fuera Director de la Biblioteca de Alejandría, calculó
correctamente el perímetro de la Tierra en el mismo siglo. El
hombre no se conformaba con admirar el Universo, quería medirlo,
quería cuantificarlo, quería humanizarlo describiéndolo
en términos matemáticos y físicos.
El
Renacimiento europeo cobra forma con la publicación de “La
Revolución de las esferas celestes”, donde Nicolás
Copérnico replantea las ideas de Heráclides de Ponto,
quien en el siglo IV ane dijo que la Tierra se encuentra en el centro
del Sistema Solar, además de señalar la rotación
diaria de nuestro planeta y la infinitud del Universo. Con la publicación
de esta obra, Copérnico rompe para siempre con el sistema Ptolomeico
que centraba a la Tierra en el corazón del Cosmos, y abre un
mundo enorme y fascinante de ideas al sacar al hombre del centro de
la creación.
Los
primeros afectados fueron los astrólogos, ya que para ellos el
hombre recibía todas las influencias planetarias y estelares por
encontrarse en el centro, una vez desplazado, la Astrología nunca
volvería a ser la misma. Pero más importante que la influencia
de los cuerpos celestes sobre la fortuna de los hombres, fue el impacto
que en la religión, la ciencia e incluso el arte, generó
durante siglos este hecho reconocido con justicia como La Revolución
Copernicana.
El conocimiento de los cielos ha sido
la clave fundamental para la navegación oceánica, se ha
determinado que las islas del Océano Pacífico fueron pobladas
por navegantes que se aventuraban desde Asia en pequeñas embarcaciones,
siguiendo siempre las estrellas que les eran familiares, y durante siglos
el uso de instrumentos como el astrolabio y el sextante, que medía
con precisión la posición de las estrellas, llevó
a los navegantes a conocer y conquistar los continentes, sin el conocimiento
de las estrellas no le hubiera sido fácil a Colón llegar
al Nuevo Mundo, ni a Vasco da Gama arribar a la India, o a Magallanes
circunnavegar el planeta.
Fue
precisamente Giordano Bruno de Nola, Italia, quien llevó el deseo
de exploración del Universo a sus últimas consecuencias
en las postrimerías del siglo XVI, atreviéndose a señalar
“la innumerabilidad de los mundos, la identidad sustancial de la
materia y la habitabilidad de otros mundos” entre sus diversas propuestas,
ello fue demasiado para la Iglesia y lo llevaron a juicio, decidiendo
la Inquisición quemarlo vivo en la hoguera en Roma, en febrero
de 1600; con su sacrificio se pretendió ahogar tan atrevidas opiniones,
acallar para siempre la demoníaca pretensión de contradecir
a las Sagradas Escrituras.
Con
su muerte se cerraba el Renacimiento, pero apenas unos años después,
Galileo Galilei demostraba, telescopio en mano, que Aristóteles
estaba equivocado, que la Luna no era perfecta, que tenía montañas
y valles, y que Júpiter tenía lunas como la nuestra, ello
fue apenas el inicio de una sostenida sucesión de observaciones
y desarrollos técnicos y tecnológicos.
Con
el tiempo surgieron figuras como Kepler, Newton y Einstein, quienes desarrollaron
formas novedosas de estudiar y comprender al Universo, y su obra se vió
fortalecida con la de astrónomas y astrónomos como los Herschel,
Josef van Fraunhofer, Angelo Secchi, Henrietta Leavitt, Ejnar Hertzprung,
Annie Jump Cannon, Edwin Hubble, Meghnad Saha, William Morgan, Philip
Keenan, Karl Jansky, Francis Drake y Stephen Hawking entre otros tantos;
quienes fusionaron el conocimiento teórico y la observación
práctica obtenida a través de enormes telescopios refractores
y reflectores como Yerkes, Lick, Monte Wilson, Monte Palomar, Selenchukskaya,
Keck y Paraná, para darnos una rica y detallada descripción
de los cielos y además las hipótesis, teorías y leyes
necesarias para comprenderlos.
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