En el caso particular de la astrofísica podemos decir que el día de hoy tiene una posición adecuada para crecer. El grueso de los astrónomos profesionales del país, por ahora concentrados en unas pocas instituciones, tiene un buen prestigio internacional, ganado por sus aportes en las áreas de formación estelar, la física y la química del medio interestelar, la formación y evolución de nebulosas y chorros de plasma, la física de estrellas colapsadas, la dinámica estelar, los micro-quasares, los núcleos de galaxias activas y mas recientemente, la cosmología. Este trabajo se ha realizado con un enorme esfuerzo; México solo cuenta con unos 140 investigadores y un número similar de técnicos en instrumentación, que compiten contra numerosos grupos de otros países con mejores recursos, telescopios mayores y una instrumentación de frontera.

Los grupos mexicanos están distribuidos principalmente en la UNAM (en los Institutos de Astronomía y Ciencias Nucleares y en los Centros de Radioastronomía y Astrofísica y el de Ciencias Físicas), en el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) de Puebla y además en centros astronómicos de reciente creación en la Universidades de Guanajuato, Guadalajara, Monterrey y Sonora. Además, existen grupos interesados por temas afines en varias dependencias de la UNAM (Institutos de Física, Geofísica y Geología y la Dirección General de Servicios de Cómputo Académico), en el CINVESTAV y en las Universidades de Baja California, Chihuahua, Zacatecas, de Las Américas y la Iberoamericana. La mayor parte de ellos tienen una experiencia salida en sus áreas de trabajo, tanto teórico como experimental y algunos son reconocidos como expertos a nivel mundial. Asimismo, el personal técnico es reconocido por su trabajo en las Áreas de Óptica y electrónica, y está desarrollando instrumentos competitivos de nueva tecnología (ver las contribuciones de Leonel Gutiérrez y Esteban Luna).