Heriberto Murrieta es el ensamblador de una antología, que por su especificidad, apunta para ser considerada como joya y como rareza. Tauromaquia mexicana pretende ser constancia de una tradición, pero también expresión de una pluralidad de voces, seleccionadas de los variados confines de la cultura mexicana, palabra que por sí misma hermana a la poesía, plástica, narrativa, crónica, teatro y cinematografía con el secular acto del enfrentamiento festivo con el toro.

En el Pregón taurino, Carlos Fuentes nos hacía un mínimo catálogo de escritores y poetas mexicanos interesados en el tema taurino: “Amado Nervo, Martín Luis Guzmán, Xavier Villaurrutia, Carlos Pellicer, Juan José Arreola, Alí Chumacero”. Tauromaquia mexicana demuestra la pasión de Villaurrutia, Arreola y Chumacero, y añade como cultivadores de la “taurofilia” a José Alameda, Raúl Anguiano, José Luis Cuevas, Leonardo Paéz, Tomás Pérez Turrent, Carlos Prieto, Rafael Ramírez Heredia, Luis Rius, Ignacio Solares, José Solé y Jacobo Zabludovsky. La mayoría son textos cortos, que se sitúan entre la anécdota y el ensayo; otros, están más definidos, como el cuento de Ramírez Heredia, el ensayo, tanto expositivo como crítico, acerca de la filmografía sobre el tema, de Pérez Turrent, el prólogo, de Zabludovsky. La sorpresa y el placer en cada lectura están garantizados para el lector curioso. “Pero no sólo los poetas –nos dice Juan José Arreola- también los filósofos entre un sinnúmero de escritores se han ocupado de la fiesta brava como de un culto, como de un rito, como de un misterio anclado en el principio de la historia, antes de la historia y yacente en el corazón humano: ese impulso que nos lleva en la plenitud de la vida un intento de apostarla contra la muerte”.