Recursos
Digitales
De acuerdo con una definición formal del ISBD
(ER) (1997), entendemos por recurso digital todo material codificado
para ser manipulado por una computadora y consultado de manera
directa o por acceso electrónico remoto. Para las comunidades
académicas los recursos digitales más importantes
son las revistas y los libros
electrónicos, así como las bases
de datos en línea, pero coincidimos con Codina
(2000) al considerar también de valor informativo otros
recursos digitales: los directorios, los motores de búsqueda
y los sitios Web de instituciones académicas, corporativas
o comerciales, entre otros.
De
acuerdo con la tipología mencionada, la evaluación
de este tipo de recursos en bibliotecas académicas puede
tener, como finalidad, la adquisición de recursos digitales
comerciales o la selección e incorporación de los
de corte académico que no tienen costo. Diversas experiencias
de trabajo en México y sobre todo en otros países,
muestran que también es indispensable la evaluación
de los recursos digitales para determinar su permanencia en una
colección o en una biblioteca
digital, así como para saber con precisión
el grado de aceptación de la comunidad sobre dichos recursos
y de su satisfacción por el servicio que éstos proporcionan
a quienes los utilizan.
Codina (2001) afirma que los recursos digitales poseen propiedades
distintas a las de los recursos analógicos y es por eso
que se habla de parámetros e indicadores de evaluación
particulares.
La
primera diferencia entre el documento
digital y el analógico
es la versatilidad en el uso de formatos, lo que significa que
el primero permite incorporar imágenes, sonido, animación
o multimedia. Además de lo anterior, el uso del hipertexto
da como resultado un recurso que amplía y diversifica de
una manera extraordinaria las posibilidades de recuperación
de datos.
Por
otra parte, los recursos digitales facilitan el almacenamiento,
la organización y la recuperación de enormes cantidades
de datos. Escobar (2002) reseña en un trabajo de tesis
que la utopía de los visionarios Vannevar Bush en los años
40s y Ted Nelson en los años 70s, entre otros, planteaba
crear un gran acervo multidisciplinario, en el que estuvieran
incluidos todos los documentos del mundo relacionados entre sí.
Debemos reconocer que cada día se encuentra más
cercana la posibilidad de lograr la integración de la información,
al menos en algunas regiones geográficas. Nelson además
aportó un extraordinario impulso y desarrollo al concepto
y la aplicación del hipertexto con el fin de establecer
una gran biblioteca universal que incluyera todo conocimiento
y expresión humana, de una forma interrelacionada. Sumando
a estas contribuciones, la extraordinaria extensión y penetración
de Internet, vemos la actual existencia de redes de información
y comunicación del conocimiento que están modificando
la forma en que los lectores y los usuarios de la información
llegan a ella, la consultan, la asimilan y la producen.
En
este proceso de cambio, resulta de interés muy especial
para las bibliotecas el hecho de que los recursos digitales sean
cada día más populares a consecuencia, fundamentalmente,
a que ofrecen la posibilidad de consultar simultáneamente
el mismo documento por múltiples usuarios, con la frecuencia
que se requiera y sin límite de horarios y barreras geográficas.
Un ejemplo de este desarrollo es el Catálogo de Revistas
electrónicas de la Dirección General de Bibliotecas.
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