10 de agosto de 2004 Vol. 5, No. 7 ISSN: 1607 - 6079
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Cosmogonías

La cosmogonía es un largo proceso regido por las leyes de una temporalidad cíclica y una alternancia de fuerzas contrarias, los mitos de creación revelan la creencia en constantes creaciones y destrucciones del universo por la acción de energías o deidades, que representan a los contrarios cósmicos: vida y muerte, oscuridad y luz, bien y mal, masculino y femenino, de tal modo que este universo constituye una cadena de ciclos o eras cósmicas, en las cuales han existido distintos seres. Los mitos mayas explican que la razón de la creación del mundo fue para brindarle al hombre un lugar para vivir y desde ahí pudiera venerar a sus dioses, por ello eran necesario seres humanos conscientes, inteligentes, capaces de reconocer y sustentar a sus creadores.

En el mito quiché llamado Popol Vuh, texto escrito en el siglo XVI, se asienta que en el tiempo primordial estático, cuando sólo existían el cielo y el mar confundidos en una gran masa de agua, estaban los dioses creadores, quienes deciden la existencia del hombre y del mundo. Estos dioses se presentan en parejas como aspectos diversos de una gran deidad creadora: Tzacol y Bitol, el “Creador” y el “Formador”; Alom, “Madre” y Qaholom, “Padre”, Hunapú Vuch, “Cazador zarigüeya o tlacuache” (dios femenino del amanecer) y Hunahpú Utiuh, “Cazador coyote” (dios masculino de la noche); Zaqui-Nimá Tziís, “Gran Pizote blanco” (diosa madre vieja) y Nima Ac, “Gran Jabalí montés”; U Qux Cho, “Corazón de la laguna” y U Qux Paló, “Corazón del mar”; Ah Raxá Lac, “Señor del plato verde”, la tierra y Ah Raxá Tzel, “Señor de la jícara azul”, el cielo; esta pareja es también una deidad andrógina llamada U Qux Cah, “Corazón del cielo”.

Los diferentes elementos que constituyen la creación: árboles, plantas y animales son formados a través de la palabra; los animales son interrogados por los dioses para saber si pueden reconocerlos y venerarlos, pero por carecer de conciencia fueron incapaces de adorar a sus creadores. Entonces los dioses forman, en diferentes etapas cósmicas, hombres de barro y de madera, que tampoco respondieron a sus deseos, por lo que fueron destruidos sucesivamente por un diluvio de agua, o bajo una lluvia de resina ardiente. Los sobrevivientes de los hombres de palo fueron transformados en monos.

En otra historia sagrada titulada Anales de los Cakchiqueles se dice que los dioses crean a los hombres de una materia sagrada: el maíz, semilla que mezclan con la sangre de la danta y la serpiente, animales sagrados, y con ello obtienen al hombre esperado, aquél que reconoce la existencia de sus creadores y es capaz de sustentarlos.

Popol Vuh

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