10 de septiembre de 2004 Vol. 5, No. 8 ISSN: 1607 - 6079
[Regresa a la página principal] [Visita nuestros ejemplares anteriores] [Realiza una búsqueda en nuestros archivos] [Recomienda esta pagina] [Sitios de interes] [¿Que es la Revista Digital Universitaria?]

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Como una primera línea de reflexión y que tiene que ver con lo que el subtítulo sugiere, tenemos que considerar primero que las tecnologías actuales no plantean una disyuntiva, es decir, o cyborgs o telecuerpos, sino ambos. Es decir, el cyborg, entendido en términos muy simples como la transformación del cuerpo humano producida artificialmente por una tecnología, existe en la realidad física, mientras que los telecuerpos, a los que hace referencia Javier Echeverría, no son entidades físicas sino electrónicas, más aún, no son entidades corporales sino representacionales que existen en un entorno electrónico o virtual, pero que pueden actuar e interactuar en él y en la realidad física gracias a lo que él denomina como “teletecnologías”, las cuales permiten interactuar distal y reticularmente, es decir, interactuar a distancia a través de una red telemática.

De cualquier modo ambos, cyborg y telecuerpo, dan cuenta de una mutación/transformación que las tecnologías están provocando. Lo cual nos conduce a una segunda reflexión que tiene que ver con la forma en que se modifica la noción, la percepción de nosotros mismos y cómo concebimos nuestro entorno social. Por supuesto que cambia notablemente. Desde que tomamos conciencia nos identificamos y diferenciamos por nuestro aspecto físico; nuestro cuerpo es la entidad natural que nos individualiza físicamente al mismo tiempo que nos identifica como miembros de una raza y, por lo tanto, como parte de un grupo social; nos diferenciamos como hombres o mujeres, como jóvenes o viejos, etc., elementos todos que nos proveen de una identidad. A la construcción de la identidad se suman aspectos culturales y personales que hacen a cada ser humano único e irrepetible.

A la identidad le agregamos distintos elementos de identificación como son el nombre, el lugar de residencia, profesión u oficio; en fin, creamos una mezcla de criterios para identificarnos física y socialmente. Pero, ¿cómo podremos identificarnos/reconocernos cuando no hay una forma clara y simple, como lo hace en su caso el espejo con la imagen corporal-física de nosotros, que nos devuelva una imagen de quiénes y cómo somos si lo que en realidad existe, en el caso de los telecuerpos, son flujos electrónicos que se traducen en acciones, reacciones e incluso pasiones; y en el caso de los cyborgs, las prótesis o dispositivos tecnológicos de algún modo alteran lo que creemos reconocer tradicional y comúnmente como ser humano, pese a que la artificialización del cuerpo es un proceso que ya lleva muchísimo tiempo?

Una forma de responder al anterior cuestionamiento es que existe la convicción de que como seres humanos somos conscientes de que somos cuerpo, no que lo poseemos y eso es algo que nos mantiene en un estado emocional equilibrado. Y parece que el modo de ser conscientes de nuestro cuerpo es que lo hemos convertido en objeto de conocimiento, el conocimiento que en cada época histórica hemos tenido de nuestra realidad corporal. Al mismo tiempo, a nuestro cuerpo lo hemos convertido en sujeto receptor de tecnología en una progresiva marcha hacia un enriquecimiento instrumental cada vez mayor en nuestra relación con el medio ambiente, con la realidad.

Esta circunstancia no ha significado otra cosa que buscar y encontrar la forma de suplir, completar o potenciar las carencias naturales de nuestros cuerpos, generando de este modo, en torno a ellos, un amplio abanico de artefactos o prótesis motoras, sensoriales e incluso congnitivas. Finalmente lo que hemos comprobado, como ya lo había dicho Mc Luhan, no sólo los medios sino toda suerte de ingenios tecnológicos los asumimos, con mayor o menor conciencia, como extensiones del hombre, con los cuales no sólo se ha ido mutando al propio individuo sino todos sus entornos de convivencia: hogar, escuela, trabajo y espacios de recreación.

Por supuesto, ante tan complejo y cambiante entorno, no contamos con una respuesta única y simple, por lo cual las investigaciones desde una perspectiva psicológica y sociológica acerca de los efectos de los entornos de Internet y de todas las nuevas tecnologías electrónicas van en aumento.

Regresar