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Cuando
en 1996 empezaron a aparecer en México
las promesas de las páginas de Internet
y el uso del correo electrónico comenzó
a convertirse en algo generalizado, me encontraba
realizando junto con Gustavo Jiménez,
Malva Flores y David Medina una selección
de poetas mexicanos nacidos después
de 1959 que integraría una antología
que iría a llamarse “Casa en el horizonte”.
Por las mismas fechas frecuentaba las instalaciones
de la Dirección General de Servicios
de Cómputo Académico (DGSCA)
de la UNAM , pues estaba coordinando a un
grupo de capturistas que transcribían
las crónicas neoyorquinas de José
Juan Tablada dentro del proyecto Investigación
sobre la crónica mexicana del siglo
XX y desarrollo de un sistema automatizado
para su consulta , apoyado por Conacyt.
La antología de poetas, que pretendíamos
publicar en papel, hizo surgir el proyecto
de una página de Internet que llamaríamos
Horizonte de poesía mexicana
y que, con el paso del tiempo, mostraría
ser más fuerte que el proyecto original:
la antología en papel jamás
encontró un editor mientras que la
página en Internet continúa
viva desde 1996. La captura de las crónicas
de Tablada siguió su camino y entre
1997 y 1998 fueron publicados los CD's La
Babilonia de Hierro. Crónicas neoyorquinas
de José Juan Tablada (1920-1936) ,
que reúne 725 textos, y México
de Día y de Noche. Crónicas
Mexicanas (1928-1944) , en el que se
recogen 395 crónicas más.
Esta
rápida mención de estos primeros
proyectos en los que participé, los
cuales enlazan la literatura y los estudios
literarios en México con los medios
electrónicos, me servirá más
adelante para ubicar el tercer trabajo de
esta serie, el CD ROM José Juan
Tablada: letra e imagen (poesía, prosa,
obra gráfica y varia documental)
y la página de Internet José
Juan Tablada: letra e imagen , ambos
frutos de un segundo proyecto universitario
apoyado por Conacyt.
Por
el momento quisiera seguir con un poco de
historia. El gran entusiasmo que despertó
en mí la posibilidad de publicar en
los medios electrónicos y utilizar
los recursos que ofrecían tenía
como antecedente mi propia formación.
Como ingeniero industrial y de sistemas había
vivido siempre cerca de las computadoras.
Desde finales de los años 70, cuando
me enfrenté por primera vez a una micro
Apple como opción para desahogar
la famosa IBM 370 que funcionaba con tarjetas
perforadas en el Tecnológico de Monterrey,
pasando por el boom de la “automatización
de oficinas” que atravesó México
a principios de los 80, para finalizar con
el periodo que estamos viviendo, en el cual
la computación gráfica ha acentuado
su presencia en nuestro cotidiano así
como las comunicaciones vía Internet.
La historia del impacto de la computación
y de los medios masivos de comunicación
en la cultura es sin duda fascinante y forma
parte de una historia más vasta: la
de las tensas y ambivalentes relaciones de
amor y odio entre las ciencias y las humanidades,
relaciones que llevaron a C.P. Snow a formular,
en 1959, la escandalosa disputa de “las dos
culturas”: el “abismo de incomprensión
mutua” que separaba a los intelectuales literarios
de los científicos. Desde que mi vocación
por el estudio de la literatura y la escritura
de poesía comenzaron a entrar en conflicto
con el mundo empresarial, en el que mi carrera
como ingeniero industrial me había
ubicado, me percaté de cuán
importante y vigente era este problema de
las dos culturas. La idea del encuentro de
la alta tecnología con el mundo de
la literatura, la filosofía y las humanidades
en general, en el espacio de la edición
electrónica, me pareció entonces
y me sigue pareciendo un lugar privilegiado
para la reflexión cultural y artística
en el que han surgido cuantiosas oportunidades
creativas.
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