El positivismo en la Escuela Nacional Preparatoria

En 1868 Gabino Barreda funda la Escuela Nacional Preparatoria. Barreda es gran estudioso y seguidor del positivismo comtiano. Sin embargo, comprende que su proyecto no puede aplicarse íntegramente a México pues, a la par de una reforma educativa, el país requiere de una nueva organización económica, política y social. Además, necesita forjarse una identidad nacional.

A fin de alcanzar todos estos objetivos, debe acudir a disciplinas a las que Comte no confiere un rango científico, tales como la historia y la economía. Aun los positivistas ortodoxos – esto es, quienes aceptan, sin cuestionar, la filosofía de Augusto Comte –reconocen la necesidad de un estudio reflexivo sobre la historia de México, a fin de consolidar el nacionalismo deseado. Y, por supuesto, advierten que un país recién independizado y apenas dueño de una economía propia, no puede menospreciar el estudio de las principales doctrinas económicas.

Así, el positivismo mexicano del siglo XIX está lejos de ser una calca del positivismo comtiano. Aunque filósofos e intelectuales como Barreda comulgaran con cada una de las propuestas del positivismo tradicional, sabían que no todas ellas eran aplicables a la circunstancia nacional, así que acudieron a pensadores como Spencer y Stuart Mill, cuyos proyectos eran más incluyentes que el de Comte. Curiosamente, al no alinearse bajo los principios de una sola teoría, los positivistas mexicanos permanecieron fieles al ideal de su escuela filosófica: observar los hechos, atender a las circunstancias y postular un orden a partir de ellas.

El plan de estudios que Barreda desarrolla para la Escuela Nacional Preparatoria, refleja esta postura. Incluye las disciplinas contenidas en el proyecto educativo de Comte, pero incorpora también las que éste no reconoce como ciencias.

Con base en lo anterior el tronco común de asignaturas a cursar en la preparatoria, fue el siguiente:

• Matemáticas
• Astronomía
• Física
• Biología
• Química
• Lógica

El plan refleja el ideal positivista de la búsqueda del conocimiento. Comienza con las matemáticas, pues son una herramienta esencial para toda investigación científica; continúa con el estudio de las ciencias que versan sobre fenómenos y concluye con la lógica, a fin de ejercitar al pensamiento para la formulación de leyes.

En el nivel de asignaturas complementarias, aunque no por ello carentes de importancia, quedaron la historia, la geografía y la sociología. Reiteramos el hecho de que las dos primeras disciplinas estaban excluidas del proyecto educativo de Comte, sin embargo eran indispensables para la reforma del estado mexicano.

Ya hemos hablado de lo importantes que resultan los estudios históricos para un país en proceso de darse una identidad. De hecho, Barreda trabajaba en una filosofía de la historia centrada en el estudio de la historia de México. Por otra parte, un conocimiento exhaustivo del territorio nacional, de sus límites y fronteras, sus poblados y entidades, era esencial para planear el nuevo orden social. De ahí la necesidad de la geografía.

La sociología, en cambio, era fundamental para Comte y lo fue también para los positivistas mexicanos. Se trataba, nada menos que de la ciencia encargada de investigar sobre los problemas morales y sociales4. Era, pues, una sociología positiva, basada en la observación y la investigación empírica de los fenómenos sociales y también de aquellos que se generan en el terreno de la moralidad, esto es, de las costumbres que norman la conducta de una comunidad.

A la par de la educación científica y del desarrollo de un espíritu nacionalista, los positivistas mexicanos tenían un profundo interés por la formación moral de los ciudadanos5. Por tanto, la Escuela Nacional Preparatoria incorporó la enseñanza de la sociología positiva.

Es en esta disciplina donde vemos el más claro antecedente de la definición actual de ética; lo anterior, por supuesto, dentro de los límites de la enseñanza de la filosofía en México. Admitimos que la ética como tal no figura entre las materias de aquel primer plan de estudios. Más aún, ni siquiera la filosofía lo hace. Sin embargo, nos parece importante destacar la noción de sociología positiva pues encontramos en ella un primer intento por hacer de la moral el objeto de estudio de una ciencia.

Cabe también señalar que, junto con la mencionada sociología positiva, Comte propuso lo que bien podríamos llamar un modelo ético, entendiendo esta última expresión como un código de comportamiento. Se trata del altruismo, una actitud que implica contener o postergar la satisfacción de las necesidades y los intereses individuales, en beneficio del bien común.

El positivismo mexicano recibió esta idea con beneplácito y la inscribió en la lista de objetivos hacia los cuales tendería la nación: "En el fondo del proyecto educativo positivista latía la esperanza (y la promesa) de formar una nueva sociedad con un nuevo ciudadano: científico, racional, altruista, ordenado y moral"6.