Areté: virtud moral y virtud intelectual

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La areté griega se traduce al español como “virtud”, voz derivada del latín virtus. La virtud es aquello que es preferible por sí mismo. Es bella en cuanto causa placer. Es la “facultad de hacer muchos y grandes bienes y de todas clases y respecto de todos”. (Retórica I, 9/ 1366a, 36-37) Implica aquella condición humana de hablar siempre motivado por el bien y no motivado por la maldad. La areté se relaciona con el concepto de eudaimonía (felicidad), fin de la vida humana, un tipo de actividad relacionada con el honor público, no con aquel tipo de placer que busca el bien por sí mismo y no como un medio. La areté se mueve dentro de la esfera de la actividad y del sentimiento. “Una virtud es una tendencia a dominar cierta clase de sentimiento y actuar rectamente en cierta clase de situación”. (Ross, 1957, p. 289). El hombre virtuoso actúa según las reglas, las cuales derivan de la razón3, no de la sensación, sí del deseo. Para Aristóteles una persona se puede presentar como proba hablando sobre las virtudes y mostrando virtudes: correspondencia entre palabras y acciones. A las virtudes clasifica en dos grandes grupos. Uno corresponde a las virtudes intelectuales, también llamadas dianoéticas (dianoetiké), pues en griego díanoia es el vocablo que designa “pensamiento”, “mente”. El otro, a las morales o del carácter (ethiké), (Ética Nicomaquea, II, 1).

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