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Viaje
alrededor de El Quijote |
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Alina
N. Barrera Pérez
Egresada de la licenciatura de Ciencias de la Comunicación,
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM.
anyhya@hotmail.com
Fernando
del Paso advierte al lector desde el principio de su obra,
Viaje alrededor de El Quijote, a diferencia de otros
cervantistas que ésta no es para develar los hilos
negros que dan la lógica a los sin sentidos inmersos
en la obra del Quijote. Sin embargo, expone las opiniones
que a través de los siglos se han hecho alrededor de
esta figura y de su autor, Cervantes, ya que el prisma variado
de las miradas puestas sobre las líneas de esta maravillosa
obra, la han convertido en un gran astro alrededor del cuál
las demás opiniones sólo son satélites,
cometas de paso que sólo pueden admirar la condición
ecuménica que esta obra adquiere al impregnarse de
los dramas universales, desde los mitos griegos hasta pasajes
de la Biblia, que caracterizan la trascendencia temporal
que rebasa paso tras paso la vida de un solo hombre pues esta
sólo bastaría para admirar las hendiduras de
las luces y las sombras que existen en la inmensa lectura
de los pasajes quijotescos.
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Siglo
tras siglo las más variadas lecturas han desfilado por los
anales de la magnífica obra del “valeroso hidalgo Don
Quijote de la Mancha”, sin duda cada crítica se fue
forjando en la historia particular, para ser de nuevo parte de la
condición universal que conjunta a cada una de las partes
y forma un todo complejo con vida propia.
Fernando
del Paso se coloca ante todo tras la pupila del respeto, algo que
él mismo señala se convirtió en amor para con
la obra, su autor y todos quienes han emitido una opinión.
No es bajo la crítica cervantista que emprende el viaje,
sino cómo un buen trotamundos que invita a los demás
a seguirlo con lo ya dicho y aquello, que en la reflexión
propia, gesta un brillo quizá parecido al “¡eureka!”,
el cuál seguramente el lector compartirá en la ruta
a seguir.
De
esta manera los más hermosos hallazgos de sentimientos y
pasiones de las que el personaje mítico del Quijote se compone,
devela siempre una clase de misterio, mismo que exegetas y escritores
han intentado resolver. Sin embargo es este rompecabezas que se
construye y arma cuidadosamente el que enmarca el contexto no sólo
literario, sino filosófico e histórico prepara el
camino para deleitarse con este viaje habitado de rincones provistos
de los paisajes más extraños, conocidos y nunca vistos
de dicha obra.
Los
matices de una personaje como el Quijote no pueden ser más
que atendidos con la maravillosa lógica del sin sentido;
desmenuzados por una mente de grácil reflexión como
la del autor de este particular viaje, son un péndulo de
antípodas que constantemente viran alrededor de los juicios
y valores que el personaje Quijotesco, ya sea en su ilógica
locura o en su irascible andar por la vida, desafían el curso
correcto de las cosas, ya sea en la realidad, la de entonces y la
de ahora, así como en el plano literario.
Entonces
qué mas da si los molinos de viento eran o no enemigos
de la talla del Quijote, o de su locura, si acaso la clase
de amor con el que camina y actúa es de cierto verdadero,
original, enfrentarse con la “disolución de los
bordes del espacio imaginario”; pues no hay más
que respetar su naturaleza entera y entenderla, por supuesto,
sin olvidar que ha sido Cervantes, y no otro, el que con su
mente misteriosa moldeó la materia prima del destino
de este personaje, lleno de vida y contradicciones, humano,
héroe, amante de amar, escaso si se trata de engendrar
un hijo, escaso en la derrota de la decepción amorosa
y sin embargo, puro en su heroica y caballeresca figura.
Gran
empresa para quien la emprende, gran desafío hablar
de los lugares comunes para aquellos cervantistas exigentes,
pues desde mi particular punto de vista, este – el autor
–, cervantista de corazón, se interna en el alma
no sólo del Quijote sino de Cervantes, pues ante cualquier
interpretación no es sino la obra misma , gestada con
“quién sabe qué intenciones”, la
que por sí misma se erige en un entramado de pistas
dispuestas o no, para descifrar un enigma que nos conducirá
al siguiente. |
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Las
armas de nuestro valeroso e ingenioso Don Quijote de la mancha son
las mismas que, de pronto, quisiéramos llevar dentro, pues
un poco de tontos y de locos tenemos todos. Cualidad, que embarga,
me atrevo a llamar así, a este singular personaje que contagia
locura, e interroga la intención de la lógica en del
quehacer cotidiano; invencible, por atacar situaciones en las que
cualquiera sólo vería más que el absurdo completo;
qué belleza acercarse a el Quijote viajando, pues es el movimiento
el que acompaña a este personaje y siembra en quien se acerca
a esta obra la semilla del humor y la ironía.
Es
interesante por lo mismo la posición del escritor Fernando
del Paso ante las analogías que, algunas a fuerzas y otras
sutilmente, se han encarnado en el Quijote, “alados fantasmas
que pueblan la densa atmósfera cervantina”, ya que
la esencia de la obra se mantiene y su incógnita alquimia
podrá o no ser descifrada, sin embargo es la inmortalidad
la que se traduce en esa invencibilidad, real o ficticia, de la
que goza nuestro personaje, pues ante cualquier crítica,
la obra ha sobrevivido en el tiempo, aún cuando cualquiera
de nosotros ya no esté más aquí; tal vez quien
quizá tenga la respuesta, Cervantes, nos muestre una mueca
extraña entre la locura y la cordura que, a bien, sino nos
acompaña a lo largo de nuestra existencia, ahí estará
con “El valeroso hidalgo Don Quijote de la Mancha” para
recordarnos de la osadía de florecer perenne por los siglos
de los siglos.
PASO,
Fernando del, Viaje alrededor de El Quijote, México,
Col. Lengua y Estudios Literarios, FCE, 2004, 258 p.
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