Revista Digital Universitaria
10 de junio de 2005 Vol.6, No.6 ISSN: 1607 - 6079
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El fútbol: evento y tradición
Víctor Adrián Rodríguez López

Ruben G. Oliven y Arlei S. Damo ambos profesores de antropología en Brasil, nos presentan en el libro Futbol y Cultura un microscópico acercamiento de lo que representa para los países de América Latina este popular deporte.

Refiriéndose en particular a la realidad carioca, país en el que el fútbol constituye un pasaporte de identidad, los antropólogos enuncian conceptos como globalización, identidad, razón simbólica, razón práctica, producción y circulación de bienes simbólicos, campo, recepción mediática, cotidianidad, colectividad, etc. y construyen un texto que deja entrever las implicaciones culturales que el fútbol ha erigido en nuestras sociedades.

Desde los conceptos arriba mencionados, ambos autores exhiben los espacios sociales y simbólicos que el balompié ha trasminado desde su inserción en América Latina a fines del siglo XIX hasta nuestros días. Por ejemplo, en uno de los capítulos, hacen un excelente análisis de cómo el fútbol en Brasil logra instituirse. En un principio, el fútbol era un deporte practicado por la élite económico-social del país sudamericano que poco a poco fue adoptado desde la clase media hasta la obrera, construyendo un referente de apropiación y emancipación social. Posteriormente, una parte de la élite deja de jugar al fútbol pero otra, menos conservadora, comienza a ver en ella el negocio que representa la conformación de clubes o equipos de fútbol y florece en ellos el gesto propio de su condición, la mercantilización de este deporte.

En el aspecto de la construcción de identidades conformadas por grupos de aficionados pertenecientes a diferentes clubes, los autores entran a la discusión dando antecedentes de la conformación de estados-nación como aglutinadores de representaciones sociales, con un pasado común, con referencias simbólicas y tradiciones que bosquejan las diferencias de los grupos creando identidades tanto locales como nacionales, éstas diferencias con sus propias características vertidas en los hinchas se verán reflejadas desde los campos hasta los estadios de fútbol en las que las batallas de referencias y representaciones simbólicas se expresan a veces de forma sutil a veces de manera explícita.

En este sentido, los autores proponen como la cuestión de identidades nacionales, por no decir, patrióticas, se vinculan con el fútbol: “En lo que se refiere a los estados-nación, se puede vislumbrar una triple relación entre ellos y el fútbol: la primera, metafórica, estaría mucho más próxima a las representaciones; la segunda, analógica, puede ser observada empíricamente cuando los hinchas se perciben en tanto pertenecientes a una comunidad de sentimiento y la denominan nación (nación tricolor, nación palmeirense, corintiana, etc); finalmente, la tercera, relación complementaria, donde estado-nación y fútbol establecen relaciones manteniendo cada cual su autonomía”.

En el capítulo dos, Dialéctica de la incomprensión, se puede leer el recorrido teórico que hacen los autores del fútbol como objeto de estudio señalando la práctica común del deporte en la clase pudiente, luego su adopción por parte de la clase trabajadora, la práctica del deporte sin ninguna vinculación con otras actividades dejó a los estudiosos de los fenómenos sociales por mucho tiempo en un estado de irreflexión intelectual, no fue sino con el análisis marxista y después con las teorías de la Escuela de Frankfurt (en menor medida) que el deporte se confinó al análisis pobre de una forma más de alienación y de la expresión más concreta del espectáculo de masas.

En Europa, a fines del siglo XX, pensadores como Pierre Bourdieu, Norbert Elias y otros comienzan ha hacer estudios que vinculan al deporte con los demás campos –Bourdieu- de la vida social generando en un intelectual sudamericano, Roberto DaMatta, un texto aún poco explorado pero que ofrece en Latinoamérica una nueva forma de concebir el fútbol desde el aspecto científico social, los autores refieren sobre este trabajo: “Al final de los años setenta sin embargo, una publicación prácticamente aislada de DaMatta (1982) vino a discutir la ya trillada tesis del “fútbol como opio del pueblo”. Se proponía, en contrapartida, que el juego fuese visto como un “drama social”, como un ritual a partir del cual se expresan códigos, valores, y actitudes que tienen que ver con la esfera más amplia de la sociedad”.

Influidos por éste y otros trabajos relacionados con el análisis del fútbol como hecho o fenómeno social los autores declaran, en una parte del libro, que a ellos les interesa pensar el fútbol como un campo productor de significados.

Para Oliven y Damo, el que el fútbol sea un deporte en su mayoría practicado por hombres, en el que se involucran grandes colectividades, que sea jugado con los pies y el deporte más popular en el mundo, consideran que es “una inversión simbólica de la ética y estética occidentales”. Lo anterior, considero, es una verdadera veta de discusión para los científicos sociales, sobre todo porque al ser un deporte que no sólo es popular sino que brinda un sinfín de elementos simbólicos en el aspecto social, también es un negocio y se ha convertido en una forma de estructuración social, pues se derivan de él gente del mundo periodístico, magnates, deportistas, empresas multinacionales, etc.

Como antropólogos, además de poner interés en los aspectos más deportivos del fútbol, los escritores de este libro, se adentran en el estudio de la conformación de los hinchas, de la hinchada, seguidores de un equipo de fútbol que por un lado son leales a su equipo, construyen lazos sociales pero también confrontan al “otro”, al del equipo rival. Son ellos los que en los noventa minutos de juego, manifiestan sus sentimientos en cada partido de su equipo favorito, los que son artífices y receptores de las representaciones simbólicas que de un juego de fútbol se desprenden.

Los hinchas como sugieren los autores permanentemente se encuentran en el barco del evento y la tradición. “(…) en cada evento (partido) son “jugados”, desde el punto de vista de los hinchas, códigos, valores y actitudes de acuerdo con la particularidad de los clubes involucrados (…) (…) En una de esas temporalidades, propia del evento (o sea, en el ritual disyuntivo y, por lo tanto, en los noventa minutos de juego), se destacan los aspectos propiamente emotivos, de gran excitación. Sin embargo, no se trata de una temporalidad lineal. El gol, por ejemplo, es un evento insertado en el otro, que es el juego, y como tal establece una ruptura provocada por la densidad de su significado. El tiempo del gol es un tiempo espeso, vertical. Marcado más por su riqueza que por su duración. Por otro lado, existe la tradición. Es el resultado de superposiciones y arreglos múltiples producidos por los numerosos segmentos que constituyen el universo futbolístico, en un tiempo y espacio que no es el del juego propiamente dicho. Es el tiempo de lo cotidiano, ligado al espacio de la casa y de la calle, del trabajo y del descanso, donde se “discute fútbol”. En ese tiempo circulan las anécdotas, las informaciones, los recuerdos, los mitos, etc., es donde se inventan las tradiciones que aproximan fútbol y sociedad, garantizando al primero un encadenamiento histórico (…)

Ruben G. Oliven y Arlet S. Damo, Fútbol y Cultura, Colección: Enciclopedia Latinoamericana de Sociocultura y Comunicación, Colombia: Grupo Editorial Norma, 2001, 119 págs.

 

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