Revista Digital Universitaria
10 de agosto de 2005 Vol.6, No.8 ISSN: 1607 - 6079
Publicación mensual

 
     

RDU

 

 


Fig.1


Fig.2


Fig.3

 

 

 

Resumen

La degradación de los ecosistemas acuáticos en algunos países industrializados ha llevado a la definición de las normas de calidad del agua de nueva generación. Éstas incluyen componentes biológicos entre los cuales están los peces y que son considerados como herramientas para monitorear, caracterizar y definir la calidad del agua en ríos y lagos. Este trabajo presenta brevemente las aplicaciones de los peces como indicadores del uso sostenible del agua en cuencas hidrológicas. En primer lugar se da un marco conceptual a manera de introducción. En segundo lugar se describen los índices de diversidad (que miden la abundancia y biodiversidad en un sitio), la riqueza específica (es decir, el número de especies presentes), los grupos taxonómicos (que pueden ser especies, géneros, familias u órdenes) y los índices multi-métricos (que miden por medio de múltiples variables la condición ecológica) como aplicaciones, así como sus ventajas y desventajas. En tercer lugar se sintetizan las principales consideraciones prácticas para establecer programas efectivos de monitoreo, entre las que destacan los muestreos piloto, los sitios de referencia, la escala de estudio y la heterogeneidad del paisaje. Finalmente se identifican los retos y perspectivas de la utilización de los peces como indicadores en México.

La sociedad se beneficia ampliamente de los servicios ofrecidos por ríos y lagos en una cuenca hidrológica y por consiguiente tiene una influencia directa o indirecta sobre ellos y su biota o fauna acuática (Figura 1). El uso del agua implica numerosas modificaciones a la morfología de los ríos, tales como la construcción de presas hidroeléctricas y de canales para riego. En cuanto al uso del suelo en las cuencas, las principales fuentes de contaminación puntual y difusa son la agricultura, la industria y la urbanización (Allan et al. 1997, Harding et al. 1998, Wang et al. 2001). Los ecosistemas acuáticos son también perturbados por la sobre-explotación pesquera, tanto comercial como deportiva (Arlinghaus et al. 2002) y por la introducción de especies exóticas (Ross 1991).

Esta presión ejercida sobre los cuerpos de agua ha resultado en un detrimento de la calidad ambiental. Éste es un concepto reciente en gestión de recursos acuáticos. En países industrializados, la conciencia pública sobre la importancia de restaurar los ecosistemas acuáticos ha crecido sobretodo en los últimos años (Bohn y Kershner 2002). De esta manera, Walmsley (2002) considera que es cada vez más evidente que la prosperidad de una sociedad está ligada directamente a su capacidad de utilizar, proteger e incluso restaurar sus recursos hídricos y acuáticos. En otras palabras, es la capacidad de alcanzar un desarrollo sustentable del uso del agua. El concepto de desarrollo sustentable puede ser definido bajo dos modalidades: la “sustentabilidad fuerte” y la “débil” (Navrud 2001). La primera definición se refiere al punto de vista más ecológico, por el cual los recursos naturales como los ecosistemas y la biodiversidad, representan un capital natural que debe ser preservado para las generaciones futuras. Éste se puede medir en base a indicadores físicos como la biodiversidad, la salud ecológica o la integridad biótica (Smith 1996, Rapport et al. 1999). En contraste, la definición de sustentabilidad débil concibe que el desarrollo tecnológico podrá eventualmente prescindir de la mayoría de los recursos naturales en el futuro.

Algunos elementos básicos de la sustentabilidad fuerte son la calidad ambiental, la salud ecológica y la integridad biótica. Los tres son conceptos muy relacionados entre sí y pueden considerarse como un continuo de influencia humana. La calidad ambiental está representada por una gama de posibilidadesdonde un extremo correspondería a un ecosistema completamente degradado, lo que significa una baja calidad ambiental, un ecosistema “muy enfermo” o con poca integridad biótica. En cambio, en el otro extremo, donde no hay todavía influencia humana de ningún tipo, encontraríamos una alta calidad ecológica, con ecosistemas “gozando de perfecta salud ecológica” o lo que es lo mismo, con integridad biótica total. Entre un extremo y el otro podemos distinguir un cierto grado de calidad ambiental, de salud ecológica o de integridad biótica. Este mismo nivel también distingue la situación sustentable de la no sustentable y estaría dado por un umbral previamente señalado por medio de indicadores ecológicos. Estos conceptos se refieren, por lo tanto, al grado de perturbación y potencial de conservación o restauración de un ecosistema sometido a presiones humanas y son mostrados en la Figura 2 a manera de marco conceptual. De hecho, estos conceptos tienen un valor para la sociedad sólo cuando son percibidos como útiles o necesarios (Power 1999, Rapport et al. 1999). En efecto, al momento que los ecosistemas prístinos (es decir, sin influencia humana alguna, extremo izquierdo de la Figura 2) se vuelven más escasos, éstos son más apreciados por la sociedad. Por ello, la percepción de la calidad ambiental es esencial para poner en práctica políticas exitosas de gestión y conservación del agua. Esto se puede lograr por medio de indicadores ecológicos fácilmente asimilables por el público en general y por las autoridades (Schiller et al. 2001).

Teniendo en cuenta el enfoque de sustentabilidad fuerte arriba definido, el presente trabajo tiene los objetivos de: (i) resumir los índices más frecuentemente empleados en los cuales se utilizan las comunidades de peces como indicadores del uso sustentable en las cuencas hidrológicas; y (ii) señalar los principios básicos que se deben tomar en cuenta para un monitoreo efectivo.

 
   
que miden la abundancia y biodiversidad en un sitio
es decir, el número de especies presentes
que pueden ser especies, géneros, familias u órdenes
que miden por medio de múltiples variables la condición ecológica
La primera definición se refiere al punto de vista más ecológico, por el cual los recursos naturales como los ecosistemas y la biodiversidad, representan un capital natural que debe ser preservado para las generaciones futuras. Éste se puede medir en base a indicadores físicos como la biodiversidad, la salud ecológica o la integridad biótica (Smith 1996, Rapport et al. 1999). En contraste, la definición de sustentabilidad débil concibe que el desarrollo tecnológico podrá eventualmente prescindir de la mayoría de los recursos naturales en el futuro.
Los tres son conceptos muy relacionados entre sí y pueden considerarse como un continuo de influencia humana. La calidad ambiental está representada por una gama de posibilidades donde un extremo correspondería a un ecosistema completamente degradado, lo que significa una baja calidad ambiental, un ecosistema “muy enfermo” o con poca integridad biótica
Es decir, sin influencia humana alguna, extremo izquierdo de la Figura 2
 
   
 

 

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