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Para
la historia política de México
el año de 1861 es significativo por
las dificultades que enfrentó el Presidente
Juárez una vez que recobró el
poder después de la Guerra de Reforma.
Lejos de haber alcanzado la pacificación
del país, el gobierno central sufría
el desacato de los caudillos regionales y
las rencorosas sublevaciones de las fuerzas
de la reacción. Fue también
el año en que desembarcaron en Veracruz
los ejércitos de Inglaterra, España
y Francia, luego de que se declarara la moratoria
sobre los pagos de la deuda externa y las
convenciones diplomáticas firmadas
con aquellos países. Eran los prolegómenos
de la Intervención Francesa; el país
estaba en quiebra; la tension entre la federación
y los estados continuaba radicalizándose
y sin embargo había voluntad política
para promover el desarrollo científico.
De
hecho, en las efemérides de la ciencia
mexicana el año de 1861 se marca la
concepción del Observatorio Astronómico
Nacional, que iniciaría sus actividades
en 1863. Los años intermedios se ocuparon
en la elaboración del proyecto de actividades
y la compra de los instrumentos, la elección
de los colaboradores, la adecuación
y puesta en punto del local en el Castillo
de Chapultepec, así como la calibración
de los instrumentos.
La
erección del Observatorio en tan difíciles
circunstancias sólo puede explicarse
en términos de una política
que integraba el desarrollo científico
entre sus designios. Las raíces de
este concepto se encontraban en el pensamiento
ilustrado, que prescribía “el
buen uso y ejercicio de la razón”
para alcanzar la felicidad y el bienestar
públicos. Así, tanto los proyectos
esbozados por José María Luis
Mora, como los delineados por Lucas Alamán,
establecían entre sus prioridades el
fomento a la instrucción pública
y las actividades científicas para
encauzar el progreso de la nación.
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