Revista Digital Universitaria
10 de mayo de 2006 Vol.7, No.5 ISSN: 1607 - 6079
Publicación mensual
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Sexualidad y muerte

La gruta de Lascaux1 —sostiene Bataille al inicio de Lascaux ou la naissance de l'art2— no sólo ocupa un lugar eminente en los orígenes del arte. Su importancia crucial reside en el hecho de que sus pinturas son también un testimonio único sobre los orígenes de la historia de la humanidad. Esas pinturas atestiguan ya una conciencia humana de lo prohibido y las posibilidades de su transgresión.

Para poder explicarnos la larga y minuciosa realización del universo mural de Lascaux, es preciso suponer un tiempo dedicado al ocio, un tiempo de “juego”, opuesto al tiempo de trabajo.

En efecto, el mundo del trabajo se opone necesariamente al mundo de la sexualidad y al mundo de la muerte, pues el ámbito de éstos últimos constituye el Obstáculo para un conjunto de acciones utilitarias que se subordinan a un fin determinado. Los hombres —sugiere Bataille— tuvieron que expulsarlos muy pronto del mundo del trabajo, ya que el trabajo es el factor principal que les permitió desprenderse de su animalidad originaria. En este sentido, el trabajo fue el fundamento del conocimiento y de la razón.

Hasta aquí, como es fácil constatar, Bataille sigue de cerca la doctrina hegeliana sobre la transformación dialéctica de la naturaleza por el hombre y del hombre por su trabajo.3

El valor de la aparición

Sin embargo, el pensamiento de Hegel no basta para explicar la realización de las pinturas que decoran los muros de Lascaux. Para ensayar una explicación coherente, hay que admitir la existencia de un tiempo en que la acción, ajena a toda preocupación material que impone la realidad, no contempla alcanzar una meta útil.

El desorden temático de todas esas pinturas es la prueba contundente, según Bataille, de que esos antiguos artistas no tenían preocupación alguna por lo perenne. El significado de sus obras se daba simplemente en la aparición, no en la cosa durable que permanece después de dicha aparición. Semejante acción para nada recibe el nombre de juego. Aun si hubiesen tenido un significado mágico en relación a la belleza animal, brutal a la vez que fascinante, ello no contrarresta la importancia de la siguiente conclusión: la obra mural de Lascaux debe su concreción al ámbito del no-trabajo.

 
 
   
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