Inicio
Sexualidad
y muerte
La gruta de Lascaux1 —sostiene
Bataille al inicio de Lascaux ou la naissance de
l'art2—
no sólo ocupa un lugar eminente en los orígenes
del arte. Su importancia crucial reside en el hecho
de que sus pinturas son también un testimonio
único sobre los orígenes de la historia
de la humanidad. Esas pinturas atestiguan ya una conciencia
humana de lo prohibido y las posibilidades de su transgresión.
Para
poder explicarnos la larga y minuciosa realización
del universo mural de Lascaux, es preciso suponer un
tiempo dedicado al ocio, un tiempo de “juego”,
opuesto al tiempo de trabajo.
En
efecto, el mundo del trabajo se opone necesariamente
al mundo de la sexualidad y al mundo de la muerte, pues
el ámbito de éstos últimos constituye
el Obstáculo para un conjunto de acciones utilitarias
que se subordinan a un fin determinado. Los hombres
—sugiere Bataille— tuvieron que expulsarlos
muy pronto del mundo del trabajo, ya que el trabajo
es el factor principal que les permitió desprenderse
de su animalidad originaria. En este sentido, el trabajo
fue el fundamento del conocimiento y de la razón.
Hasta
aquí, como es fácil constatar, Bataille
sigue de cerca la doctrina hegeliana sobre la transformación
dialéctica de la naturaleza por el hombre y del
hombre por su trabajo.3
El
valor de la aparición
Sin
embargo, el pensamiento de Hegel no basta para explicar
la realización de las pinturas que decoran los
muros de Lascaux. Para ensayar una explicación
coherente, hay que admitir la existencia de un tiempo
en que la acción, ajena a toda preocupación
material que impone la realidad, no contempla alcanzar
una meta útil.
El
desorden temático de todas esas pinturas es la
prueba contundente, según Bataille, de que esos
antiguos artistas no tenían preocupación
alguna por lo perenne. El significado de sus obras se
daba simplemente en la aparición, no
en la cosa durable que permanece después de dicha
aparición. Semejante acción para nada
recibe el nombre de juego. Aun si hubiesen
tenido un significado mágico en relación
a la belleza animal, brutal a la vez que fascinante,
ello no contrarresta la importancia de la siguiente
conclusión: la obra mural de Lascaux debe su
concreción al ámbito del no-trabajo.
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