Desarrollo
En
el siglo XXI el peso de la cultura audiovisual
y el uso generalizado de las nuevas tecnologías
han consolidado nuevas tendencias cuyo origen
en la comunicación deportiva se remonta
a los años ochenta y noventa el siglo
pasado, según José Ignacio Armentia.2
Se ha creado un nuevo tiempo psicológico
que acorta las distancias en la producción,
transmisión, recepción y consumo
de mensajes. Se busca un registro expresivo,
válido para cualquier medio, caracterizado
por la univocidad de conceptos, la eliminación
de la literalización de la escritura
y una valoración interpretativa de
los acontecimientos realizada con la ayuda
de recursos no lingüísticos.
Este
proceso ha supuesto la pérdida de autoridad
comunicativa del idioma y el desarrollo del
diseño gráfico y la música
para crear nuevos sentidos comunicativos con
técnicas de persuasión y para
llegar con más eficacia a un perfil
de receptor que entró en contacto con
la información a través de la
televisión y reclama una presentación
más visual de los acontecimientos.3
Además ha generado una información
más personificada y presentada con
mecanismos de interactividad, en un registro
lingüístico universal fácil
de seguir y capaz de informar entreteniendo.
En el caso español, para el consumo
de prensa deportiva como lectura social en
los espacios de descanso laboral. Y en América
también como hueco de expansión
afectiva y de sentimientos compartidos, en
especial, para unas nuevas generaciones de
emigrantes en países no hispanohablantes.