Revista Digital Universitaria
10 de septiembre de 2006 Vol.7, No.9 ISSN: 1607 - 6079
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Identidades e imágenes

Como definición operativa, identidad ha de entenderse como lo que nos hace idénticos o muy semejantes a unos y nos diferencia de otros. La identificación es, por tanto, el reconocimiento de aquellos a quienes uno es idéntico, y también el de quienes son diferentes pero uno quiere asemejarse a ellos. De modo que en los procesos de identificación está involucrada la imaginación en tanto aspiraciones, ideales, mitificación, deseos de aceptación y reconocimiento.

Frecuentemente nos identificamos (e identifican) por un referente geográfico o territorial (lugar, que puede ser la colonia, el pueblo, la provincia, la ciudad o el país); poblacional (familia, comunidad, etnia, hombre o mujer); generacional (niño, joven, adulto, viejo); gremial (actividad económica o productiva); de militancia (religiosa, política o artística), o de aficiones (una canción, una película, un libro, un equipo deportivo, etcétera). De modo que la identidad está frecuentemente asociada a la idea de pertenencia, pero también a la de compartir valores y bienes intangibles. Las identidades culturales son, por tanto, los símbolos y significados que hacen idénticos a unos y distintos a otros. Se identifican entre sí quienes producen, circulan o consumen los mismos símbolos y los significan igual.

Asimismo, las identidades no son necesariamente permanentes. De acuerdo con el Informe sobre Desarrollo Humano 2004 (PNUD, 2005) las personas tienen múltiples identidades complementarias, dadas por su “ciudadanía, género, raza, lengua, política y religión”, a las que cada quien les da distinta prioridad, a al vez que son “límites móviles” y “pueden desaparecer”, así como incorporarse otras.

Algo más. Generalmente las identidades se reconocen por medio de imágenes. A cada identidad debe corresponder una imagen. Cuando no es así, hay cierta sensación de esquizofrenia. De tal modo que quienes poseen una identidad (en común, por supuesto), tendrán entre sí una imagen semejante: vestimenta, peinado, accesorios, objetos propios o compartidos que le rodean, la manera de hablar y comportarse, y los lugares o espacios donde suelen establecerse o que visitan frecuentemente. Tal vez, inclusive, características fisonómicas. La aceptación para pertenecer o permanecer en un grupo que comparte una identidad, frecuentemente está condicionada por la obligación de asemejarse a la imagen de sus miembros. Es decir, la gente que comparte una identidad, suele verse parecida entre sí y en determinados lugares o espacios (y no en otros), especialmente en países como México en los que hay diferencias socioeconómicas extremas. Cambiar de identidad implica cambiar de imagen. Porque las identidades se reconocen por sus imágenes, el cine ha sido un medio especialmente importante para la promoción de procesos de identificación.

 
   

 

 

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