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Estamos ya habituados a tener acceso a las “versiones en línea” de las publicaciones, periódicas o no, escuchamos comúnmente: la versión en línea del periódico tal; la revista cual ya tiene página web; en su edición digital, actualizada cada hora... Y otro tanto ha sucedido con los libros, desde las reproducciones de obras libres de derechos hasta las copias piratas en PDF de los best sellers, gran parte de la oferta de varios sitios de Internet es que ya “subieron” el contenido a un servidor, contenido que tiene o tuvo su origen en el papel. Lo que no es todavía tan común es que los libros se caigan de la red, esto es, que una publicación cien por ciento electrónica, que nació en bitios1, aparezca posteriormente en formato tradicional: un objeto oblongo, formado por una serie de páginas unidas por un extremo, usualmente conocido como libro.
Flor de Farola (cuyo título se puede rastrear aquí)2, es un libro que no nació como tal, el autor empezó recopilando carteles (pasquines, volantes, simples hojas de papel pegadas por ahí) porque le llamaba la atención su naturaleza: “Eran piezas extrañas, cuya forma de escritura y difusión hacían plantearse preguntas sobre la naturaleza y propósito de sus autores”3 y luego, al iniciar su sitio web decidió publicar una suerte de análisis semiótico de esos hallazgos, “flores” cosechadas a lo largo de más de diez años.
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