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Revista Digital Universitaria
10 de marzo de 2007 Vol.8, No.3 ISSN: 1607 - 6079
Publicación mensual

 
     

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El individuo no es entonces más que una pantalla sobre la que se proyectan los deseos, las necesidades, los mundos imaginarios fabricados por las nuevas industrias de la comunicación.
Alain Tourain
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No controles mis vestidos. No controles mis sentidos. No controles.
Flans / Café Tacuba. Original de Nacho Cano

Tribus urbanas

Debido a las múltiples actividades especializadas de la organización económica, de la institución de las relaciones laborales y de las interacciones sociales propias de las urbes contemporáneas, los jóvenes se enfrentan a la dificultad de incorporarse a una mayoría adulta y responsable, reconocida socialmente como legítima. Algunos de ellos no cumplen con los requisitos para ser admitidos en ella y otros no le encuentran sentido, por lo cual pasan a formar parte de alguna corriente minoritaria organizada en forma de tribu.

De acuerdo con Costa Pere-Oriol, José Manuel Pérez Tornero y Fabio Tropea (1996: 27-28), investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona, la coronación del individuo como sujeto protagonista de la modernidad y su ensalzamiento en los medios de comunicación, especialmente en los mensajes publicitarios, ha propiciado la reacción de jóvenes que en las nuevas tribalidades urbanas encuentran otras formas de socialización con valores y conceptos mucho más sencillos, los cuales les garantizan las certezas que la sociedad moderna no les da, como la de saber quiénes son y a qué pertenecen. Se trata de jóvenes que han decidido utilizar su potencial de socialización en oposición a la cultura dominante y se lo demuestran a los demás y a sí mismos en espacios como el concierto, el estadio, la discoteca y la calle.

Estos académicos elaboran una genealogía de las subculturas juveniles urbanas desde los años cuarenta hasta la actualidad y la existencia de doce de ellas en Barcelona: B-boys o break-boys (raperos diríamos en México), hardcores (metaleros), heavies (también metaleros), hooligans, maquineros o tecnos (ravers, discos), mods, motoras (motociclistas), okupas o squatters (paracaidistas), punkies (punks o punketos), rockers (roqueros), siniestros (darks o darquetos) y skinheads o skins. Aunque esta multitud de tribus urbanas tiene ideologías, valores, actitudes, identidades y ritos distintos, todas ellas tienen en común un conjunto de características que permiten tipificarlas como tales: el gusto por el disfraz, el vitalismo rebelde, la (auto) marginación de la sociedad hegemónica y lo oficial, así como la proclamación de lo colectivo sobre lo individual. Todas delimitan un territorio (espacial y simbólico) como elemento distintivo de su identidad que les permite crear una frontera en la que el mundo se delimita, concibe y vive como dentro y fuera. No esconden su identidad, sino que la exhiben como bandera y signo de comunicación, como elemento de choque con la sociedad.


 

 
   
 

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