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Toma 1: Disertación sobre el Apocalipsis que nunca ocurrió

Aún recuerdo el día último de diciembre de 1999. Último minuto. Tal vez fallecería, quizá no. Ya saben, el pánico milenarista finisecular. Coloqué la parabólica en el satélite correcto. Moriría, si es que moría, con la televisión prendida, con la fiel compañera porque nunca me ha importado utilizar la televisión como un sacerdote. No me interesaba ese instante cursi en que se transmiten doce campanadas y se cuentan las uvas, doce en total, una por mes. Mi último instante lo viviría sintonizando un canal de videoclip, pero no cualquier canal, sería MTV pero no cualquier MTV, sino MTV2, el mero bueno.

MTV2 también se preparaba para el cambio de milenio en la cuenta occidental. En ese instante hacía un recuento de todos sus videos de la A a la Z, recuento que tardó varios meses.

Es curioso, no era el cambio de siglo lo que me preocupaba. Nunca he sido partidario del calendario gregoriano, admito que el cambio de milenio me importaba un cuerno, pero había cierta morbosidad de tener la televisión encendida con MTV2 sintonizado porque pensaba que cuando realmente tuviera una oportunidad de esperar la muerte, sería disfrutando buenos videoclips.

Como buen fan de la moda y de los videoclip, esperaba que avanzara la década pues los cambios reales suceden dos o tres años después del año que marca cero como último dígito, es decir, los años inmediatos del inicio oficial. Por tal motivo el año 2000 no era mi expectativa, pero sí el 2002 y el 2003, pues sucedieron los cambios que denotaban la entrada de una nueva época del videoclip.