cabeza

Revista Digital Universitaria
10 de marzo de 2007 Vol.8, No.3 ISSN: 1607 - 6079
Publicación mensual

 
     

RDU

 
 
 

La innovación desde la óptica empresarial

Algunas aportaciones, como las realizadas desde el ámbito de la economía, permiten en buena medida aclarar el significado de este concepto. Así, la definición de innovación se establece en términos de creación, introducción o adopción de algo nuevo, independientemente de que se trate de un producto, un método de producción, una forma de organización, una fuente de aprovisionamiento, un mercado o una forma de hacer las cosas (Abernathy y Utterback, 1978; Barras, 1986). Esta aproximación, sin embargo, aún deja abierto a debate algunas cuestiones que es preciso aclarar a fin de poder abordar –en toda su extensión– la innovación bajo una perspectiva empresarial (Adams et al., 1998, Cooper, 1996, Johne y Storey, 1998).
Tradicionalmente la discusión mantenida sobre la innovación ha versado en torno a dos ejes: los tipos de innovación que se pueden desarrollar la empresa y los riesgos asociados al proceso (Oldenboom y Abratt, 2000; Langerak et al., 2004; Storey y Easingwood, 1996). Indiscutiblemente ambos elementos se encuentran estrechamente ligados entre sí, de tal forma que la intensidad y el tipo de riesgo padecido vienen determinados por el tipo de innovación que la empresa desarrolla, al igual que el riesgo existente a menudo condiciona el tipo de innovación que la empresa desarrolla (Johne y Storey, 1998).
La actividad innovadora en la empresa puede afectar a tres ámbitos diferentes: la organización, los procesos y los productos (Solow, 1956).


Figura 0 Ámbitos de la empresa en los que se puede dar la actividad innovadora
Fuente: Elaboración propia

Por innovación organizativa se entiende la introducción de cambios en las formas de organización y gestión del establecimiento o local; cambios en la organización y administración del proceso productivo, incorporación de estructuras organizativas modificadas significativamente, puesta en marcha de estrategias, y adopción de orientaciones estratégicas nuevas o sustancialmente modificadas (Johnston y Lawrence, 1988, Song et al., 1997). Por otro lado, innovación en procesos supone la adopción de métodos de producción nuevos o significativamente mejorados. Su objetivo puede ir desde producir o entregar productos tecnológicamente nuevos o mejorados, que no puedan producirse ni entregarse utilizando métodos de producción convencionales, hasta buscar un incremento de la eficiencia de producción o entrega de productos existentes (Athuahene-Gima, 1996a, Bowers, 1989, Cooper, 1996). Finalmente, la innovación en producto consiste en la introducción al mercado de un producto tecnológicamente nuevo o significativamente mejorado (Smith y Blanck, 2002, Tatikonda y Stock, 2003).
La aceptación generalizada de la clasificación anterior, sin embargo, no ha favorecido el mismo nivel de interés y estudio de los diferentes tipos de innovación empresarial. El análisis de la innovación empresarial tradicionalmente se ha circunscrito al ámbito de los productos, o los procesos (Storey y Easingwood, 1996; Weerawardena, 2003). De esta forma, se ha dado poca importancia a otras transformaciones que, de gran calado, afectaban a la estructura, cultura y estrategias organizativas. Desde hace no poco tiempo se considera la importancia de la innovación sobre el grado de competitividad de la empresa, por lo que se ha comenzado a analizar la innovación organizativa; aunque siempre con el interés de establecer su importancia y repercusiones sobre los nuevos procesos o productos que la empresa puede desarrollar (Langerak et al., 2004).

En este mismo ámbito también se ha de considerar que algunos trabajos amplían la clasificación anterior, incluyendo un cuarto tipo de innovación: la innovación comercial. En ésta se contempla la introducción de métodos para la comercialización de productos nuevos, de nuevos métodos de entrega de productos ya existentes o de cambios en el etiquetado, envasado y/o embalaje. Sin embargo, a efectos prácticos, cabe considerar que el desarrollo de este último tipo de actividades realmente no puede calificarse como un nuevo tipo de innovación, diferente y separada de las anteriores. Por todo esto al suponer la introducción de una nueva forma de desarrollar la actividad de comercialización o la incorporación de algunos servicios adicionales a la oferta, habría de ser considerada en la esfera de las innovaciones de procesos o de productos (Achrol and Kotler, 1999).

Otro aspecto a tener en cuenta es que la innovación no sólo ha de ser contemplada en su dimensión de cambio radical, ruptura, o adopción de algo totalmente nuevo. La innovación también implica cambio, renovación o mejora (Adams et al., 1998, Ottun y Moore, 1997, Rotwell, 1994). Es por ello que, junto a la clasificación anterior sobre tipos de innovación, también se ha de considerar otra, atendiendo al grado de novedad que el proceso implica para la organización (Storey y Easingwood, 1996). En este sentido cabe distinguir entre innovación radical e innovación incremental. La innovación radical supone la adopción de algo original y totalmente nuevo y diferente de lo anterior, ya sea una nueva forma de organización, un proceso diferente o un producto que la empresa nunca ha elaborado y el consumidor desconoce. Mientras que, la innovación incremental implica renovación, y supone la realización de un cambio –a pequeña o media escala– con el objetivo de mejorar (Storey y Easingwood, 1996).
Independientemente del ámbito en que se produzca, o el grado de novedad que ésta suponga, toda innovación lleva consigo asociado un fuerte grado de riesgo (Oldenboom y Abratt, 2000). Atendiendo a los factores que lo generan, se reconocen tres tipos de riesgos. El riesgo de mercado o riesgo comercial es aquel asociado al grado de originalidad y complejidad de la innovación. Propio del desarrollo de nuevos productos, este riesgo viene determinado por no saber cómo los consumidores reaccionarán ante la innovación –grado de receptividad del mercado– y por la existencia en los consumidores de costes asociados a un cambio de marca o producto –costes de cambio–; este tipo de riesgo es propio de los productos reposicionados y de los productos nuevos. Por otro lado, el riesgo tecnológico es aquel asociado al grado de innovación tecnológica que supone la adopción de un nuevo proceso, así como de la capacidad de la empresa para adecuarse al mismo a través de la adquisición de conocimientos o el empleo de operarios cualificados y conocedores del proceso. Finalmente, el riesgo estratégico, es aquel asociado a la capacidad de gestión de la empresa. El mismo será más elevado cuanto mayor sea el riesgo comercial y tecnológico asociado a la innovación, de ahí que será propio de los productos nuevos. Una empresa será capaz de reducir este riesgo, cuanto más familiar le resulte el mercado al que se dirige y más controle los procesos tecnológicos necesarios (Athuahene-Gima, 1996).

En los últimos años las importantes transformaciones sucedidas en los ámbitos económico y social han generado importantes interrogantes, abriendo nuevos focos de interés y estudio relacionados con el proceso de innovación empresarial (Athuahene-Gima, 1996 a, Bowers, 1989). Actualmente académicos y profesionales comienzan a centrar su atención en los factores determinantes de la innovación y en el modo en que los mismos condicionan el grado de innovación desarrollado por la empresa. En concreto, el estudio de algunos factores como: los cambios en la demanda, la globalización en los mercados y el desarrollo, adopción y uso intensivo de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), por parte de las empresas, ha despertado gran interés; dada su importancia en el desarrollo de la economía del conocimiento, y en el profundo proceso de transformación sufrido por las empresas (Achrol y Kotler, 1999; Castells, 2003; Gulati et al., 2000, Tuominen et al., 1997).

 
   
 

D.R. © Coordinación de Publicaciones Digitales
Dirección General de Servicios de Cómputo Académico-UNAM
Ciudad Universitaria, México D.F.
Se autoriza la reproducción total o parcial de los artículos aquí presentados,
siempre y cuando se cite la fuente completa y su dirección electrónica.