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Revista Digital Universitaria
10 de abril de 2007 Vol.8, No.4 ISSN: 1607 - 6079
Publicación mensual

 
     

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Con la ayuda de un pequeño grupo de académicos, dedicados a la diseminación en acceso abierto de investigaciones sobre Boccaccio y la Italia del siglo XIV, fundé Heliotropia una revista electrónica, en la universidad de Brown durante el verano del año 20031. Aunque nadie en el grupo tenía gran conocimiento sobre la publicación de revistas electrónicas, cada uno de nosotros ya llevaba una década explorando las posibilidades de la unión entre la hipermedia y el estudio de Boccaccio2. Con la ayuda del Grupo de Tecnología Académica de Brown, y grupo muy entusiasta, tanto de estudiantes como de profesores en los EEUU y otras partes, nos dimos cuenta de que una revista electrónica de acceso gratuito de estudios de Boccaccio, no sólo sería un recurso muy útil en el sentido general, sino un recurso muy aprovechable para la comunidad de eruditos de Boccaccio. La verdad es que no anticipamos la rapidez con la que Heliotropia empezaría a cumplir sus expectativas.

En el año 2004, la Asociación Americana de Boccaccio la aceptó como su revista oficial y desde su fundación esta publicación ha visto quintuplicadas sus visitas. Este éxito ha sido tan inesperado como gratificante. Mientras, durante los últimos años3, se han recopilado en varios estudios datos relevantes a la publicación de revistas electrónicas, los italianistas han prestado muy poca atención a las posibilidades inherentes a las publicaciones electrónicas4. El propósito de esta ponencia es presentar algunas de las preocupaciones principales relacionadas con las publicaciones electrónicas a los académicos de las humanidades, quienes, aunque están bien informados en sus propios campos, todavía no se han enfrentado a los desconcertantes desafíos que presentan las nuevas tecnologías.

Mientras que en el 1994 sólo existían unas 70 revistas electrónicas, ahora hay varios cientos de miles. Según cifras del año 2000 del Directorio de Revistas Electrónicas Académicas de La Sociedad Norteamericana de Bibliotecas de Investigación5 había: 2390 en biología; 1969 en ciencias sociales; 1139 en ciencias físicas; 963 dedicadas a la tecnología; y sólo 520 publicadas en todas las disciplinas de las humanidades. Entre este último grupo sólo 101 se dedicaban al estudio de la literatura (de todos tipos).

Es obvio que las ciencias preparan el camino en lo relevante a la publicación electrónica, debido, en parte, a la naturaleza de esas disciplinas. Las ciencias, la tecnología y la medicina (CTM) son campos que típicamente dependen mucho más de sus revistas que de monografías de investigación. Además, tanto la rapidez de las innovaciones, como su obsolescencia es mucho más elevada en las ciencias que en las humanidades. La importancia de la investigación humanística, además, no disminuye tan rápidamente a lo largo del tiempo.

En los estudios de Boccaccio, por ejemplo, no se verá una caída dramática en las citas de Vittore Branca. Si se tiene en cuenta esta característica de las revistas humanísticas, es casi imposible, por ejemplo, pagar los costos asociados con una revista electrónica humanística cobrando una entrada para acceder a la revista para después proporcionar un acceso gratuito a los archivos. Dicho simplemente, algunas de los paradigmas frecuentes en las ciencias no funcionarían —o no funcionarían tan eficazmente— en nuestro campo. Durante algún tiempo, se ha bombardeado a los académicos en las humanidades en general, y en las lenguas modernas más concretamente, con anuncios sobre la inminente crisis en la industria editorial y con súplicas para que busquen nuevos modos de publicación fuera de la corriente dominante. La “carta especial”6 de Stephen Greenblatt del año 2002, donde pide medidas de gran alcance para toda la cultura de publicación académica ha sido ignorada en gran parte. También se ha ignorado el informe especial del ALM sobre “El futuro de las publicaciones académicas.”7 Estos informes se ocupan plenamente de problemas reales, a pesar de disfrazarlos de adornos retóricos propios de la “torre de marfil”. Antes de poder encontrar una solución, los colegas en las humanidades deben familiarizarse con todos los avances alcanzados durante la última década en otras disciplinas.

 
   
 

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