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Avatares, el otro Yo

El término avatar es tomado del sánscrito, y tiene un amplio significado, del que se puede rescatar «encarnación» o «descendimiento», actos mitológicos de los dioses para transitar en la Tierra, donde se materializaban de forma variada. El avatar en la realidad virtual es la representación visual tridimensional del usuario en un espacio sintético. Ya encarnado o materializado virtualmente puede desplazarse y ser visto por otros visitantes, con los cuales puede comunicarse, ya sea por medio de texto al estilo de los chats, o de viva voz.

Lo siguiente es habitar con ese cuerpo virtual en un Metaverso, al estilo del descrito por Neal Stephenson en Snow Crash (1992). Desde hace varios años existen en la red sitios inspirados por este escritor, donde se puede comprar "terrenos", construir casas, amueblarlas y desplazarse en estas colectividades construidas en el ciberespacio. Y entonces el avatar (¿o el usuario?) puede vivir confortablemente en su ciberhogar, pasear por la ciudad, visitar a sus vecinos de ese vecindario virtual y charlar a sus amistades de cualquier parte del mundo. E ir de compras al cybermall.

Estas representaciones virtuales llevan una reflexión, la del cuerpo y sus dobles. Mauricio Molina (Luna Córnea, número 4, 1994:39) menciona: «Gracias a la aparición de sus dobles aparece el otro cuerpo, el cuerpo utópico, fantasmal: ese cuerpo soñado, desafiante, saturado de símbolos, sin el cual el cuerpo 'real' no podría existir».

A pesar que Molina se refiere a los dobles creados por la impresión fotográfica, su aplicación al avatar es adecuada. El avatar es ese doble, el cuerpo inmaterial, constituido no por átomos sino por datos binarios. Sin embargo, surge la pregunta ¿es por esa razón menos real que el cuerpo natural? El cuerpo binario nos permite transitar por el mundo virtual, ser reconocido por otros habitantes y establecer comunicación con ellos. Además, ese cuerpo utópico nos permite realizar proezas no posibles con el material, como volar, y si lo queremos, atravesar paredes: un cuerpo fantasmal. «Un cuerpo soñado», vuelve a decir, pues también se hace referencia a los espacios virtuales como sueños fabricados a la medida del creador de esos mundos, ya sean paraísos o pesadillas.

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