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Ramón Sibiuda: Amor y conocimiento en la Cataluña del siglo XV
Edgar Morales Flores
 

El amor en busca de escalera

 

Ramon Sibiuda piensa que en la Creación hay dos escalas básicas:

Escala descendente

1. Dios y sus propiedades

2. Creación del mundo ex nihilo

3. Creación del Hijo por el Padre

4. Creación del Espíritu Santo per modum voluntatis

Escala ascendente

1. Seres inanimados

2. Seres animados vegetales

3. Animales

4. Hombre

Como se puede observar no era demasiado ortodoxa su concepción de la Trinidad;17 pero tampoco lo era su concepción del hombre, cuya naturaleza podía ser conducida hasta lo vegetal pero también hasta su divinidad. Y esto no se hacía depender de la Iglesia o de Dios, sino de la voluntad humana. A ella se dirige Sibiuda, a ella pretende estimular para que escoja la divinización.18

Así como los escolásticos no separaban sustancialmente voluntad de deseo,19 de igual manera Sibiuda equipara la voluntad con lo que se desea, con lo que se ama.20 El amor es lo que hace al hombre: “no hay nada en nosotros que sea verdaderamente nuestro y que dependa totalmente de nuestra potestad sino solamente el amo21”. El amor transforma la esencia humana y la une a lo amado:

“el amor tiene la fuerza y virtud para unir, cambiar, convertir y transformar. Y ésta es su propia naturaleza y su condición indispensable. Y por eso une al amante con la cosa amada, y lo transforma de su ser, y convierte y cambia al amante en la cosa amada... de ahí se origina que el amor y la voluntad se cambien y conviertan, transfiriéndose al dominio y la naturaleza del ser amado. Y por eso el amor cambia al que ama en lo amado, y une al amante con el amado, y de dos hace uno, porque el que ama es uno con la cosa amada en virtud del amor”22

Por esto si el hombre ama lo que es inferior a sí denigrará su naturaleza. Por el contrario, si ama a Dios se divinizará, puesto que “la voluntad transforma la cosa amada en su propio ser”.23 Es decir, Sibiuda distingue dos tipos de amores, el amor a Dios y el amor a lo que no es Dios. Éste último se manifiesta en el amor a sí mismo y conduce a los vicios y al divorcio con la Creación, es el cáncer de la Naturaleza, crea la discordia entre los hombres y atomiza al individuo: “este hombre singular, está dividido y separado de todos”.24 Por el contrario, quien ama a Dios agradece la Creación, se reconcilia con su prójimo y esto genera la felicidad. Dice Sibiuda: “en tres cosas se encierra todo: en la obligación, en el amor y en la alegría”.25

 


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