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Sobre la actividad de los demonios: un tratado medieval bizantino sobre demonología
Alejandro Flores Jiménez
 

Sobre la actividad de los demonios

¿Qué es un demonio? Sin duda esta es la primera pregunta que surge al enfrentarnos a un texto que pretende dar cuenta de su actividad. Para contestar esta pregunta podemos traer a colación la clasificación por la que el propio Psellos intenta dar cuenta del folklore de la turba endemoniada que asola las almas de los hombres. Según Psellos, los demonios habitan la parte inferior del cielo, la que esta por debajo de la esfera luna,13 ya que como afirma Psellos "todos los demonios fueron expulsados de las regiones lunares como un profano de un lugar sagrado".14 Así pues, Psellos afirma que existen seis clases de demonios en este mundo sublunar. El primero es el ígneo, el cual se mueve por el aire que está encima de nosotros; el segundo, también anda por el aire y le llaman aéreo; el tercero es terrestre; el cuarto es el acuático y marino; el quinto el subterráneo y el sexto, finalmente, es el llamado lucífugo. De las especies citadas, la acuática ahoga a los que van por las aguas; la subterránea y la lucífuga se introducen en las entrañas y producen asfixia, epilepsia e incluso demencia en los hombres; pero los aéreos y terrestres son los más temibles y astutos de todos, ya que buscan y engañan disimuladamente las mentes de los hombres, produciéndoles inusitados y crueles sufrimientos.15 Todas estas clases de demonios, comenta Psellos, odian a Dios y al hombre, ya que envidian la figura con que este último ha sido honrado, de tal suerte que nada los satisface más como ver caer a éste en desvarío.16

Ahora bien, aunque esta caracterización es muy alusiva, poco le dice a un lector moderno sobre el significado de la actividad de los demonios que Psellos está intentando describir en su tratado. Tal vez una caracterización dada por el mismo Psellos de la influencia que dicha actividad ejerce sobre el alma humana nos ayude a comprender mejor la naturaleza de la misma: los demonios –dice Psellos– "nos producen múltiples males sugiriéndonos deseos, mostrándonos formas, agitando el recuerdo de placeres y pasiones, estemos despiertos o dormidos".17 Ante esta descripción cabe preguntarnos: ¿somos acaso conscientes de todos nuestros actos, nuestras decisiones y deseos? Más aún, ¿somos señores absolutos de ellas en el momento en que acaecen? Desde la perspectiva de la demonología medieval de la que es obra principal este tratado, no siempre somos dueños de nuestras acciones y pasiones, incluso no siempre son nuestras.

Un demonio, en efecto, es una entidad espiritual que introduce ensoñaciones, pasiones, temores o deseos en nuestra alma. "¿Pero cómo y por medio de qué pueden hacer esto?", pregunta Timeo a Tracio, interlocutores del diálogo en la obra de Psellos, a lo cual responde el último: "se acercan a nuestro espíritu imaginativo y, espíritus como son también ellos, nos susurran palabras sobre sensaciones y placeres, no con voces estridentes ni ruidosas, sino instiladas por ellos sin ruido alguno".18 Timeo argumenta que es imposible que puedan emitir palabras sin sonido alguno, a lo cual responde Tracio que no necesitan hacerlo, pues actúan directamente sobre el espíritu, dice Tracio: "cuando el que habla esta muy lejos del que oye, precisa gritos muy fuertes; si está a su lado, le basta susurrar en su oído, y si de algún modo se le pudiera introducir en el espíritu del alma, no necesitaría ningún sonido, sino que la palabra que quisiera llegaría al destinatario por una vía silenciosa".19

 


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