banner
  • Inicio
  • Pérfil biográfico
  • Legado literario...
  • Conclusiones
  • Catálogo...
  • Bibliografía

Inicio

El panorama musical en España, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, estuvo marcado por el auge de la zarzuela, género frecuentemente representado en todos los teatros. Algunos compositores que le dedicaron gran parte de su producción fueron Bretón, Chapí, Chueca y Giménez.


La creación de diversas entidades culturales, artísticas y recreativas como los liceos, casinos, ateneos, círculos y otras, propiciaron que los compositores de la época escribieran obras para ser interpretadas en estas sociedades, en las cuales se solía contar con algunos profesores que enseñaban canto e instrumento a muchos aficionados, que en su mayorías formaban parte de la clase alta, eran ellos quienes participaban en los actos musicales organizados, en que se escuchaban fragmentos de ópera, zarzuela y música de salón como rigodones, mazurcas, caprichos, valses y otro. Por esa misma época surgen en España tres de los más grandes compositores de todos los tiempos: Felipe Pedrell, Isaac Albéniz y Enrique Granados, músicos reconocidos universalmente.


La música religiosa estaba bastante influenciada por el estilo operístico. Muchas de las obras que escribían los compositores y maestros de capilla incluían textos, ritmos y giros que se apartaban del sentir religioso y tradicional de siglos pasados. El maestro Eslava fue el primero en realizar una labor de recuperación para la música destinada al templo.


La música en Alicante, durante la segunda mitad del siglo XIX iba en decadencia. La capilla de música de la colegial de San Nicolás, que durante siglos había sido el máximo exponente en la ciudad, dejó de ser subsidiada por el cabildo municipal en el año 1869, ocasionando que fuera un conjunto de aficionados los que se limitaban a actuar sólo en las grandes solemnidades. El tiempo que Ernesto Villar ejerció el magisterio con esta agrupación fue una etapa brillante para la entidad, ya que bajo su dirección fueron interpretadas, tanto sus propias obras como las de otros maestros y músicos, las cuales arregló y adaptó.


Además de compositor y musicólogo Villar fue también escritor, dejó un extenso legado de poemas (algunos de ellos aún permanecen inéditos) y obras que en su tiempo fueron interpretados en los círculos artístico-literarios españoles. Sus colecciones de libros acerca de la música y otros aspectos pedagógicos sirvieron de apoyo y modelo en varias escuelas musicales.


flecha

Subir

1849 -1869
1

Ernesto Villar nació en Alicante el 19 de octubre de 1849. Su padre, gran aficionado a la música, fue el que le enseñó las primeras lecciones de solfeo. A los nueve años e edad su tío su tío, Francisco Villar (maestro de capilla y músico muy reconocido en la ciudad), lo inició en el estudio del violín, continuando con el de armonía y composición.

Su afición a la literatura se manifestó siendo muy joven, pero abandonó esta faceta para dedicarse de lleno a la música en donde destacó como violinista, a los 14 años ocupó la plaza de concertino en la orquesta del Teatro Principal. La dedicación a la música no le impidió ocupar su tiempo libre en la lectura de los clásicos, desarrollando un talento natural para escribir. Por aquellos años se dio a conocer al público como poeta, pues la prensa local publicó algunos de sus primeros poemas. También compuso sus primeras piezas musicales, todas ellas sencillas, como valses, polcas y rigodones, pequeños trabajos que revelaban su talento y disposición para la música.

A los 16 años compuso la música de Per no obedir á la Lley, zarzuela en un acto que fue estrenada en el Teatro Cervantes. Su primera obra del género religioso fue Villancico de Calenda (1866), para dos tiples, tenor, órgano y orquesta. El primer trabajo serio de Villar fue el bailable, El Carnaval de Madrid, cuya música compuso por encargo del director coreógrafo alicantino Enrique Lloret, fue estrenado en el Teatro Principal de Valencia en el año 1869, dándose más de treinta representaciones.

A partir de ese momento se dedicó a la composición, contando con un rico y extenso catálogo musical1 que comprende obras de todos los géneros, las cuales fueron estrenadas en el transcurso de su vida. Durante su permanencia en la capilla de música cultivó especialmente el género religioso, componiendo grandes obras que fueron elogiadas por el público y la prensa, como sus misas, misereres, pasiones, cantatas, motetes y muchas otras, realizó arreglos y transcripciones de las obras existentes en la iglesia de San Nicolás. Además del repertorio litúrgico escribió zarzuelas, himnos, obras para orquesta, banda, música de cámara, canto, piano y para diversos instrumentos.

Fue fundador y miembro directivo de la sociedad El Estudio, creada en 1869 y compuesta por jóvenes amantes del estudio y la literatura que daban a conocer sus obras. En este centro desarrolló Villar todo su talento, exponiendo sus trabajos literarios, poéticos, científicos y musicales, además de sus elocuentes discursos sobre diversos temas. Hasta el año 1871, época en la que se disolvió este centro, Villar fue profesor de armonía e instrumentos de arco.

En la primavera de 1869 puso en escena su drama, Venganza contra venganza, el cual obtuvo gran éxito, animándole a escribir, Zulema o la maldición, al que siguieron otras obras que, aún hoy, permanecen inéditas.


1870-1889

En 1871, después de un concierto en el Teatro Principal, en el que actuó con el violoncelista César Casella, se despidió del público para anunciar su viaje a Madrid, donde consiguió, por oposición, una plaza como perito de Aduanas, lo que le llevó a pasar por diversas ciudades de la geografía española. Esta profesión también le impulsó, algunos años más tarde, a escribir su Memoria sobre valoraciones de la Aduana de Barcelona, correspondiente al año 1874 (inédita), que fue galardonado con una mención honorífica. Escribió otros libros que han sido publicados.

Desde 1876 a 1880 permaneció en Zumaya, donde organizó y dirigió una banda y una capilla de música. Allí compuso diversas obras, como los pasodobles Guetaria y La Victoria (1876), los valses A orillas del Urola (1879), el Miserere breve (1877) y la Misa solemne (1878). También estrenó en el Teatro de Zumaya, en el año 1879, el juguete cómico-lírico La noche buena de un artista.

Durante el año 1881 se trasladó a la ciudad de Mazarrón, donde, también, organizó y dirigió una banda de música. Al año siguiente se instaló en Vinaroz en donde permaneció hasta 1887. En el tiempo que estuvo en esta población formó parte de su movimiento literario, musical y político. Impulsó la banda de música que, hasta su llegada se encontraba en un lamentable estado. Varios periódicos locales confirmaron los magníficos logros conseguidos bajo su dirección: “Afinacion, precisión, gusto, claro-oscuro; todo lo reúne la nueva banda llamada “Euterpe”, que arrastra con su batuta el director.”2

En uno de sus viajes a Alicante, en 1882, tuvo la ocasión de asistir a la función que se representó para beneficio de la cantante Luisa Fons, quien interpretó en el Teatro Principal, el 28 de marzo, La Gitanilla, canción española para tiple y orquesta, compuesta por Villar; esta obra fue ejecutada en uno de los entreactos de La Favorita, donde actuó Manuel Carbonell Villar.3 En 1883 puso en escena su drama histórico en dos actos, titulado Shara, el cual reformó más tarde cambiando el título por Las arras del agravio, obra que continúa inédita.

En la ciudad de Vinaroz estrenó su himno A la Primavera, en el gran festival celebrado con motivo de las ferias del mes de junio de 1884, tomando parte un coro de 60 voces con acompañamiento de banda. Este himno fue repetido, dos años después, en las veladas musicales del Casino de Artesanos de esta misma población.

Aprovechando otra corta estancia en Alicante en el año 1885, fue requerido para dirigir la orquesta del Teatro Principal durante las funciones dirigidas por Manuel Carbonell quien refiriéndose a Villar, dijo La Reseña: “¡Lástima grande esclamamos [sic] al aplaudir á Villar, que los marchamos y espedientes [sic] de aduanas, roben al arte lírico uno de sus mas inspirados sacerdotes"4. Villar dirigió también El Barbero de Sevilla y Hernani. Durante la interpretación de El Barbero, Luisa Fons cantó el vals titulado La Notte, obra escrita por Ernesto Villar y dedicada a la artista, siendo acompañada al piano por su autor.

1890-1900

En 1892 solicitó la excedencia en el cuerpo de Aduanas, instalándose en Alicante, donde se dedicó a la música y a las letras, además de la dirección de la red telefónica, de la que era uno de los propietarios. También colaboró frecuentemente en los periódicos: La Correspondencia Alicantina, El Eco de la Provincia (en la sección de teatro) y más tarde en El Ateneo, Caridad y otros. Fundó y dirigió la Sociedad de Cuartetos de Música Clásica, que celebraba sus sesiones en la casa del Ilustre Decano del Colegio de Abogados, D. José García Soler. Formó también la sociedad propietaria del Teatro Circo Nuevo.


Sus dotes de prosista e historiador se vieron reflejadas en la publicación, en 1893, de su libro Alicante Artístico-Musical, estudio sobre la capilla de música de San Nicolás y sus maestros, obra muy elogiada dentro y fuera de Alicante, contando entre sus admiradores a Felipe Pedrell y Menéndez Pelayo. Este último remitió a Villar la siguiente carta:

 

fig4alupa
Sr. Dn Ernesto Villar y Miralles
Santander, 26 de Agosto de 1894

Muy Sr mío: Recibí con mucho aprecio el interesante estudio de VS. Alicante Artístico-Musical, que contiene datos nuevos e importantes para nuestra historia artística. En especial me han llamado la atención los referentes al maestro Iranzo y Herrero, el antagonista del P. Eximeno.

Dando á VS. el parabien por su excelente y erudito trabajo, se ofrece suyo af. s.s.q.b.s.m.5

 

También se introdujo en el campo de la política activa, dentro de las tendencias republicanas, siendo elegido concejal del ayuntamiento, cargo que ocupó desde enero de 1894 hasta el 4 de octubre de 1895. En ese tiempo elaboró las bases para la creación de la banda municipal, ya que Alicante todavía no contaba con una formación subvencionada por la municipalidad, pero a pesar de que el contenido de las bases fue aprobado, no se llevó a efecto.

 

El 20 de noviembre de 1896 fue propuesto académico de la Real de Bellas Artes de San Fernando y miembro de la Comisión Provincial de Monumentos. La nominación de académico fue apoyada por Felipe Pedrell y Gabriel Rodríguez; este último escribía a Villar:

 

El sr. Giner de los Ríos, me ha escrito, haciéndome saber el deseo de V. de alcanzar el título correspondiente de la Academia de Bellas Artes. Hablaré de esto con mucho gusto á nuestro gran amigo el sr. Pedrell, con vivo deseo de que pueda V. alcanzar tan merecida distinción.6

 

En ese mismo año fue nombrado maestro de la capilla de música de la colegial de San Nicolás, actuando al frente de esta formación y de una orquesta de 30 profesores en los actos a San Nicolás, el día 5 de diciembre. Fueron interpretados los nocturnos de Agustín Iranzo, Quandam die tempestate (1789, a sólo de tenor) y Beatus Nicolaus (1789, a sólo de contralto); a continuación, Ex ejus tumba marmorea (1859, a sólo de bajo) de Miguel Crevea y el Te Deum en Mi menor de Hilarión Eslava. Entre los músicos que reforzaron el conjunto se encontraba Ernesto Villar Lozano, hijo del maestro. El día 6, festividad del patrón, fue ejecutada una misa de Francisco Villar.

 

La Semana Santa de 1897 contó con el estreno de su Miserere, obra que supuso un acontecimiento para los amantes de la música religiosa, pues en los ensayos realizados, había llamado la atención por su majestuosidad y riqueza vocal e instrumental, participando 30 voces y 32 profesores de orquesta. Un extenso artículo acerca de este miserere, publicado por Hermenegildo Giner de los Ríos, decía:

 

La obra del Maestro de Capilla de San Nicolás presenta gran novedad en su extructura [sic], de carácter majestuoso y ámplio: suma originalidad en las combinaciones de la instrumentación y extraordinaria variedad de combinaciones armónicas, salvando las dificultades de la monotonía tan frecuente en el género sagrado, y por último ofrece la innovación en la masa de sonidos de la introducción del clarinete bajo y el empleo del cornetín con sordina, de mucho efecto ambos instrumentos en momentos determinados.7

 

A pesar del éxito de la obra un grupo de fieles católicos, contrarios a que el maestro de capilla tuviera tendencias republicanas, elevaron un escrito, en términos muy duros e injustos, al abad de San Nicolás, el 23 de abril, cuya copia también llegó al obispo y a la prensa católica. Calificaban su Miserere como colección de cavatinas italianas de mal gusto y acusaban a Villar de ser republicano y contrario a la iglesia, pidiéndole al abad su destitución en el magisterio de capilla.

 

Las autoridades eclesiásticas debieron estudiar profundamente el caso, sin ver motivo alguno por el cual apartar a Ernesto Villar de su magisterio, independientemente de su sentir político, que nunca se mezcló con su trabajo en la capilla ni enturbió las excelentes relaciones que mantenía con el cabildo colegial. A pesar de estos incidentes, el Miserere se volvió a interpretar en la Semana Santa del año siguiente.

 

Según Juan de Dios Aguilar, “en 1898 se le concedió el cargo de Director Honorario de la Sociedad-Orquesta de Almería”.8

 

En el año 1899 fue interpretado el Miserere de Miguel Crevea, y las siguientes obras compuestas por Villar: Passio Domini nostri Jesu Christe secundum Joannem (Viernes Santo), Laudate Dominum (Sábado Santo) y Victima Paschali (Domingo de Pascua). El 29 de septiembre de ese mismo año, después de presentarse a un concurso de méritos fue nombrado profesor especial de música de la Escuela Normal de Magisterio.

 

La capilla de música estuvo presente en las fiestas de agosto de 1900, con el Salve Regina de Francisco Villar y la Gran Misa de Mercadante; en este acto tomó parte el gran bajo alicantino Miguel Soler.9 Al año siguiente participó en el novenario a la Virgen de la Soledad, en la iglesia de Santa María, con el Stabat Mater y Salve dolorosa de Ernesto Villar; en abril fue interpretado el Miserere de Francisco Villar (1868), en el que actuaron 70 personas.

1901-1916


Villar dirigió sus últimas funciones de Semana Santa en el año 1904. En ellas tuvo lugar el estreno de su Lamentación en re menor. En la última ejecución de su Miserere participaron 30 voces y 35 profesores de orquesta.

 

El tiempo que ocupó el magisterio de capilla se dedicó con exclusividad a la composición de música religiosa, pues, exceptuando tres obras profanas, toda su extensa producción de esta época se limita a este género. Su trabajo de dirección en la capilla de música supuso un cambio en el repertorio habitual de esta formación, ya que, al realizar arreglos de las obras existentes en el archivo musical (la mayoría pertenecientes a anteriores maestros de capilla) pudieron interpretarse y recuperarse muchas de las que se encontraban en el olvido, además de introducir otras nuevas, debidas a músicos como Eslava, Cosme de Benito, Juan Ginés Pérez, y otros. Las funciones religiosas celebradas con Ernesto Villar contaron con gran número de voces e instrumentos, los cuales contribuyeron a dar mayor realce y brillantez a los actos, cuestión por la que su labor fue muy apreciada y destacada en la ciudad.

 

Con motivo del festival organizado por los centros oficiales docentes de Alicante, para conmemorar el tercer centenario de la publicación del Quijote, Villar leyó en los salones del ayuntamiento, el 8 de mayo de 1905, su estudio literario titulado, Cervantes altísimo poeta, obra escrita con una prosa elegante y florida, en la que su autor realiza un estudio de las obras de Cervantes.

 

Los últimos años de su vida los pasó en Novelda, donde siguió en contacto con la música, y participó en los actos culturales de la ciudad. Falleció el 27 de diciembre de 1916.


 

Legado literario musical

Ernesto Villar nos dejó un extenso legado de obras que comprende, especialmente, los dos campos que más cultivó: la literatura y la música. Hemos de hacer constar que muchas de las obras que escribió aún se mantienen inéditas. Entre su producción hay numerosos poemas, discursos, cinco dramas (inéditos), tres comedias (inéditas) y dos leyendas (inéditas).

 

Hombre de vasta cultura, dotado de una imaginación rica, apasionado de la literatura, la filosofía y teorías modernas, tanto científicas como políticas, religiosas, económicas, sociales o musicales, escribió numerosos artículos en distintos periódicos locales y de otras poblaciones donde residió.

 

Durante su vida tuvo ocasión de tener amplios contactos con diversas personalidades del mundo de la música, la política, la literatura y las artes, entre los que se encontraron: Felipe Pedrell, Rafael Mitjana, Jesús de Monasterio, Menéndez Pelayo, Nicolás Salmerón, Salvador Sellés, Rafael Altamira, Palacio Valdés y otros.

 

Villar dejó un catálogo extenso de obras del género religioso y profano. En su faceta compositiva podemos distinguir dos etapas: la primera, comprendida entre 1865 a 1895, en la que la mayor parte de sus obras son para banda, orquesta y piezas de salón; esta etapa coincide con la dirección de varias bandas, la interpretación de algunos de sus himnos y las obras ejecutadas con los conjuntos vocales que dirigió, además de las piezas cortas compuestas para sociedades. A pesar de contar en esta época con un número mayoritario de obras profanas, compuso algunas de las más importantes del repertorio religioso, destacando sus tres misas. Otras obras muy elogiadas fueron: Himno a la Primavera, los valses A orillas del Urola y La Notte, La Gitanilla y el Himno a las Bellas Artes.

Música religiosa

A partir de 1896 fue cuando Villar se decantó, casi en exclusividad, por el género religioso, escribiendo las más conocidas de sus obras: las dos pasiones, el Miserere y sus Misas, además de otras para interpretar con la capilla de música en las funciones litúrgicas. Sus Pasiones y Misas están escritas en un estilo austero, abusando de las formas contrapuntísticas. La armonía es sencilla, con algunos cromatismos.

 

Tanto el Miserere como la mayor parte de su música religiosa se distingue por el cuidado del concepto melódico, caracterizado por la profusión de temas amplios y majestuosos, bien estructurados. Hay riqueza instrumental, buscando grandes efectos vocales e instrumentales, así como la incorporación de instrumentos poco habituales, como el clarinete bajo o el cornetín. La relación texto-música es admirable en todas sus obras, como consecuencia lógica de su gran afición por la literatura.

 

Además de todas sus composiciones realizó las traducciones del Tratado de Armonía de Fetis y del de Raimundo Boucheron, directamente del italiano.

 

El primer trabajo completo acerca de la capilla de música de la colegial de San Nicolás fue escrito por Villar con el título de, Alicante Artístico-Musical y publicado en el año 1893. El libro dividido en tres partes contiene el prólogo de Alejandro Harmsen y un Ritornelo del autor. La primera, dedicada a la historia de la capilla, desde el año 1600 hasta 1893, si bien, desde 1869, sólo da cuenta, con brevedad, de los últimos maestros hasta la fecha de publicación del libro, la segunda parte contempla los datos biográficos y críticos de los maestros de capilla. La última parte está dedicada al maestro Agustín Iranzo y comprende una relación detallada de sus obras.

 

fig2a
lupa


El Arte bello de la Música, es un discurso para ser leído en el acto de distribución de premios a los alumnos de la Escuela Municipal de Música de Alicante. La lectura tuvo lugar en el ayuntamiento, el 15 de agosto de 1894; fue publicado por la imprenta Costa y Mira. Esta obra es una lección magistral de estética e historia de la música, desde sus orígenes hasta el siglo XVIII, expresada con un lenguaje sencillo, a propósito para su auditorio, en el que da muestras de su exquisita sensibilidad. Queremos resaltar la última parte del discurso, donde Villar ya reclama para la música su carácter obligatorio y oficial en todos los centros de enseñanza y la Universidad, hasta llegar a la obtención del título de doctor.

La Música del siglo XIX

Un interesante artículo periodístico, escrito por Villar cuando era profesor de la Escuela Normal de Maestros, con el título, La música en el siglo XIX,10 afirmaba su admiración por Beethoven, al que calificaba como “el más grande de los músicos”, y por Wagner, de quien decía, “era el poeta más idealista de la música”. En este escrito también hacía mención de los compositores italianos de ese siglo y se manifestaba a favor de las corrientes innovadoras que tuvieron como protagonista al músico de Leipzig. Reproducimos sus conclusiones:


3alupa
Y así como en los fastos musicales la décima séptima centuria fué el siglo de Bach y de Haendel, la décima octava, el de Haydn y Mozart: el extinguido siglo décimo nono quedará proclamado y reconocido por el siglo glorioso de Beethoven y de Wagner.11


Entre sus obras de carácter didáctico destaca las Nociones generales de música y canto, obra dedicada a Pedrell y escrita en el año 1900, cuando Villar era profesor de la Escuela Normal de Maestros. Esta obra fue dada a conocer en varias poblaciones, contando con gran aceptación y recibiendo felicitaciones de Victor Mahillón (director del Museo del Conservatorio de Bruselas). Estamos ante una obra de contenido pedagógico, de gran utilidad para estudiantes de música, que comprende la teoría musical a partir de las nociones más elementales; dedica el último capítulo a la voz, desde su emisión a la respiración, con la descripción anatómica del aparato vocal. Completa el libro una colección de 22 láminas progresivas de la parte teórica y 7 figuras anatómicas que representan el oído, el aparato respiratorio y la laringe.

 

Conclusiones

Después de haber conocido el perfil biográfico de Ernesto Villar, veo que me encuentro ante una personalidad importante en el mundo de la música y la literatura. Su labor, tanto en Alicante como fuera de la ciudad, influyó en las generaciones que le sucedieron. Muchas de sus obras siguieron interpretándose en la colegial de San Nicolás, así como sus numerosos arreglos. Sus libros y escritos fueron texto obligado en diversas escuelas de música españolas.

La mayor parte de su producción religiosa se halla en el archivo de la Concatedral de San Nicolás o pertenece a colecciones particulares.

Considero importante la labor de investigación sobre el maestro Villar Miralles porque se trata de una persona cuya trayectoria se desarrolló principalmente a finales del siglo XIX y principios del XX, época en la que era difícil conseguir una buena proyección en el ámbito intelectual, artístico y musical debido a las circunstancias desfavorables en estas cuestiones dadas en España y que eran aún más arraigadas en Alicante al tratarse de una capital de provincia. Sin embargo, al analizar más profundamente sus obras y escritos pude apreciar que me encontraba ante un músico que merecía ser estudiado.

Mi intención ha sido dar a conocer su vida y obra, pues estas se encontraban en el olvido. El objetivo ha sido el de rescatar la figura de este gran intelectual alicantino para dar pie a futuras investigaciones, que se centren en lo estético, además de una labor de catalogación y recuperación de obras que se encuentran dispersas, para que en años venideros pueda ocupar en la historia de la música el lugar que verdaderamente se merece.

 


Catálogo Musical

 

Música religiosa: villancico de calenda, 2 cantatas religiosas, 12 misas, ofertorio, 2 Ave Marías, Benedictus, Invitatorio, 10 motetes, 2 pasiones, 5 antífonas, Misterios del Rosario, Stabat Mater, 4 secuencias, 3 misereres, 2 vísperas de difuntos, 5 gozos, salutaciones, despedidas, estrofas, flores y letrillas a la Virgen, novenario al Sagrado Corazón, 4 letanías, plegaria, 6 trisagios, 2 septenarios, Via Crucis, Christus factus est, rosario, misterios del Rosario, cánticos de Comunión, reserva al Santísimo, reserva del cuarto tono, credidi, lamentación, marcha religiosa a Santa María Magdalena.

 

Música profana: Per no obedir á la Lley (zarzuela), La noche buena de un artista (juguete cómico-lírico) 6 himnos (a las Artes, Patriótico, a la Libertad, a la Primavera, a las Bellas Artes y a la Patria) , valses, romanzas, barcarola, cantata, bailables, rigodones, 2 sinfonías, polkas, mazurcas, caprichos, fantasía, pasodobles, marchas, plegarias, bailes, chotis, jota estudiantuna.

 

Bibliografía

AGUILAR, Juan de Dios., Historia de la Música en la Provincia de Alicante, 1ª ed., Alicante, Instituto de Estudios Alicantinos, 1970 (2ª ed., 1983).

FLORES, Juan., “Catálogo y Transcripción de los fondos musicales de la Capilla de Música de San Nicolás de Alicante”, en Ayudas a la investigación 1986-87, Instituto Juan Gil Albert, Diputación Provincial, Alicante: 1991.

FLORI, Ana María., “Perfil biográfico del músico alicantino Ernesto Villar Miralles (1849-1916)” en Música i Poble, nº 134, febrero 2006.

GALDÓ ROBLES, Antonio., “D. Ernesto Villar Miralles (Perfil literario-artístico)”, El Graduador, 11.6.1890.

GINER DE LOS RÍOS, Hermenegildo., “El Miserere de D. Ernesto Villar Miralles”, El Ateneo, 30.4.1897.

GÓMEZ, Rafael., “Villar Miralles, Ernesto”, en Diccionario de la música española e hispanoamericana, director y coordinador general Emilio Casares Rodicio, vol. 10, Madrid, Sociedad General de Autores y Editores, 2002, p. 933




D.R. © Coordinación de Publicaciones Digitales
Dirección General de Servicios de Cómputo Académico-UNAM
Ciudad Universitaria, México D.F.
Se autoriza la reproducción total o parcial de los artículos aquí presentados,
siempre y cuando se cite la fuente completa y su dirección electrónica.