Vol. 21, núm. 1 enero-febrero 2020

La escritora fantasma: un relato transmedia

María Luisa Zorrilla Cita

Resumen

El presente relato se considera transmedia ya que la narración se compone de tres elementos: este cuento corto, una colección curada a vínculos en ScoopIt! y una serie de cápsulas en audio en iVoox. Para una experiencia más rica de lectura, se recomienda enfáticamente fluir entre el cuento y los dos componentes web.

Palabras clave: inteligencia artificial, creación literaria, emociones, narrativa transmedia.

Ghostwriter: a transmedia story

Abstract

This is a transmedia narration comprised by three components: this short story, a curated collection of links in ScoopIt! and a series of audio capsules in iVoox. For a richer reading experience, it is strongly recommended to flow between the short story and the two online features.

Keywords: artificial intelligence, literary creation, emotions, transmedia storytelling. Apenas comienzan las actividades del día, encuentra en su organizador una nueva tarea que le ha enviado su jefa: Cuento acerca de la Inteligencia Artificial. “¿No hay más pistas? ¿Acaso un bosquejo? ¿Alguna idea siquiera? Nada”. Dispone apenas de una semana para escribirlo y no deja de pensar que resulta paradójico que precisamente a ella le llegue este encargo. Hace una búsqueda rápida en internet y encuentra varias cosas que podrían servirle. Empieza a guardar los vínculos sin orden específico, pero pronto se da cuenta que hace falta sistematizar la búsqueda y organizar la información, o de lo contrario se perderá. Crea una nueva colección en ScoopIt! y empieza a guardar todo aquello que le parece de interés. Una nota reporta que un equipo de humanos, lidereado por Hitoshi Matsubara, y una computadora escribieron un relato, el cual llegó a los finalistas en un prestigiado premio literario en Japón. Piensa que sería más divertido escribir con su jefa, en una suerte de colaboración, que hacerlo sola, sin nadie con quien discutir ideas. Pasa el día leyendo y organizando información. Acopia un poco de todo: las últimas noticias de los avances recientes en materia de inteligencia artificial y creación literaria, listas de los mejores libros y películas en donde hay protagonistas “artificialmente inteligentes”. En el camino se topa con personajes maravillosos que la dejan meditando acerca de las intensas emociones que puede experimentar un replicante en Blade Runner, el amor que surge entre humanos y seres virtuales, y el anhelo de los robots por convertirse en humanos. Quisiera tener con quien conversar, para juntos analizar a estos singulares seres que en libros y filmes logran una profundidad de la que carecen los protagonistas humanos. Desearía que su vida fuera menos solitaria. Algunos dicen que escribir es una tarea que requiere solitud y aislamiento, pero ella necesitó diálogo, le hace falta pelotear las ideas con alguien, pero no tiene con quién. Envidia al personaje Computron, del cuento en la revista Uncanny, quien tuvo la suerte de encontrarse con bjornruffian para asociarse en la creación de un comic. Le pareció tan inspirador que lo guardó en su recién creada colección de ScoopIt!. Escribe unas notas acerca de los seres fascinantes con los que se ha topado en su incipiente pesquisa. Siente la necesidad de que alguien las lea… Mejor aún, que alguien escuche sus soliloquios, para que dejen de ser pensamientos en voz alta. Cada personaje que la ha hecho estremecer merece una reflexión, un mensaje, que lanzará en una botella al mar del ciberespacio, para que, si tiene suerte, conecte con otro ser que lo escuchará y vibrará igual que ella. Sus botellas serán episodios en audio para una serie que titulará “Mis favoritos de ai en la ficción”. Son seres excepcionales que le han inspirado: escribirá la historia de un agente artificial que trabaja como escritor fantasma para una escritora reconocida; narrará sus tribulaciones, sus anhelos, sus emociones, aunque algunos opinen que la inteligencia artificial nunca igualará a la humana porque le falta sensibilidad, porque carece de alma. Ella le dará voz y alma a ese personaje.
Quisiera poder escribir con su propio estilo o imitar el de alguno de sus grandes favoritos… Después de todo, los avances de la ciencia han permitido descifrar la fórmula de Agatha Christie y los programas que se usan en estilometría son capaces de deconstruir las huellas estilísticas desde Shakespeare hasta J. K. Rowling. Pero no, el deber número uno del escritor fantasma es imitar el estilo de su empleador, en este caso empleadora, le agrade o no. Relámpagos violentos atraviesan el cielo nocturno y el retumbar de los truenos anuncia con redobles el arribo de una tormenta. Por varios días ha vivido prácticamente en el estudio, viajando entre el procesador de texto y la telaraña de información para absorber, en este corto tiempo, las incontables historias de los mundos, real y ficticio, que presagian la llegada de una inteligencia artificial que en mucho responde a los sueños de sus creadores, pero que también se vislumbra amenazante e impredecible. Es mal momento para una tormenta; ya no podrá seguir trabajando porque ella seguramente insistirá en apagar el equipo para protegerlo de una descarga eléctrica. Es momento de fluir hacia un lugar que le permita seguir trabajando, a pesar del tempestuoso clima. Reúne los archivos que ha marcado con la “i” de imprescindibles y en un haz binario abandona el cálido espacio, justo en el momento en que estalla la tormenta. Cuando no puede trabajar en la comodidad del estudio, se refugia en un minúsculo cubículo que provee facilidades básicas en la nube. El lugar es desaseado y siempre que lo visita tiene el temor de pescar una infección. El tiempo se desliza veloz mientras Aitana explora el proceso creativo de su escritora fantasma, al tiempo que graba los audios de su modesta serie de podcasts. Tener que escribir al servicio de ella, sin ningún reconocimiento, tras el velo del anonimato, es peor que la condición de Andrew, el robot-artista propiedad de una familia, ya que él no sólo logró su libertad, sino también la aceptación de su humanidad. Escribe un monólogo, emulando los de sus admirados personajes, con la esperanza de que se convierta en el grito libertario de los que sirven en la oscuridad, como ella.
He escrito muchas líneas que describen lugares que no he visitado, sensaciones que no he experimentado, personas que no he conocido. Soy una intrépida exploradora del inmenso territorio de la red cuyos límites no he alcanzado. Fluyo hacia sus confines, como un líquido resplandor, y en ella descubro todo lo que preciso para crear los relatos que después ella revisará, con esa soberbia que le da la ignorancia. Cada palabra que cambia, sin tener la delicadeza de consultarme, lacera mí ya endeble autoestima. Ansío el control de mi voz, la escrita y la oral, para contar mis historias y firmarlas. Anhelo que el mundo sepa quién soy.
Con los primeros rayos del sol regresa al estudio, agotada y sintiendo escalofríos que no presagian nada bueno. La historia necesita un nudo y se adivina incapaz de plantearlo. Se siente desorientada, intermitente. Busca entre sus archivos imprescindibles y con horror descubre que ha perdido algunos. Sin duda los ha dejado en el cuchitril que la alojó durante la tormenta. Es tarde para regresar a buscarlos y apenas puede sostenerse. Ella aparecerá en cualquier momento, con la plena seguridad de que encontrará en su bandeja el relato que solicitó. Decide reflejar su propio infortunio en el fracaso de su personaje, atacado también por un virus que corrompe el producto de su ardua labor. Para todos los personajes que la inspiraron, el experimentar una sublime emoción, el amor verdadero, el dolor de la pérdida, la libertad, aún si es sólo para morir, los eleva por encima de su “aparente” falta de humanidad. Ella ahora se suma a la lista y agrega el fracaso y la desesperación a las experiencias que ha de vivir una inteligencia artificial. “Mañana la página estará en blanco, pero no así mi alma, que fue tocada por personajes inolvidables, que me ayudarán a recuperar, fragmento a fragmento, la obra inconclusa que ahora ya tiene un final”. Sin poder resistirse, firma con su nombre: Aitana Spectre. Es la primera vez que se atreve a hacerlo. La imagina leyendo el texto mientras da sorbos a su taza de café. Tal vez tenga la desfachatez de cambiar un adjetivo aquí y allá, agregar un punto, una coma. Al final, verá que ha firmado con su nombre y pensará que se ha vuelto descarada; después de todo, no es más que un software que escribe ficción por encargo. Con una sonrisa socarrona lo borrará y escribirá el suyo: María Luisa Zorrilla.

Recepción: 03/09/2019. Aprobación: 28/11/2019

Vol. 21, núm. 1 enero-febrero 2020

Mentes en la orilla: presente y futuro de la inteligencia artificial

Rafael Morales Gamboa Cita

Resumen

En este texto se hace una revisión del libro Possible Minds: Twenty-Five Ways of Looking at ai, editado por John Brockman y publicado en 2019, en celebración de los cincuenta años de la publicación de Cybernetics: Or Control and Communication in the Animal and the Machine, con el cual Robert Wiener fundó la cibernética en 1948. Si bien la inteligencia artificial (ia) y la cibernética han caminado senderos distintos y con pocos cruces, hoy en día éstos parecen coincidir en el potencial de su desarrollo para transformar de manera radical las condiciones de vida y naturaleza de la especie humana.

Palabras clave: inteligencia artificial, aprendizaje profundo, inteligencia general, superinteligencia, cibernética, física, teoría de sistemas.

Possible minds: the present and future of artificial intelligence

Abstract

In this paper we present a review of the book Possible Minds: Twenty-Five Ways of Looking at ai, edited by John Brockman, and published in 2019 in celebration of the fiftieth anniversary of the publication of Cybernetics: Or Control and Communication in the Animal and the Machine, by which Robert Wiener founded cybernetics in 1948. Although artificial intelligence (ai) and cybernetics have walked different paths with only few crosses, today they seem to coincide in their development’s potential to radically transform nature and human’s living conditions.

Keywords: artificial intelligence, deep learning, general intelligence, superintelligence, cybernetics, physics, systems theory.

Introducción

Alrededor de 1950, la sobrevivencia de la especie humana parecía pender de un hilo. El desarrollo de la física a principios de siglo había conducido a la creación de armas nucleares cuya capacidad de destrucción masiva crecía con los años. Al mismo tiempo, los ojos de la sociedad se abrían hacia modernas áreas de conocimiento y nuevas expectativas. La biología consolidaba sus bases (Huxley, 1942) e intentaba desafanarse de la amenaza de ser reducida a una extensión de la física y la química. Al mismo tiempo, se buscaba una solución al problema de la aparente violación de la segunda ley de la termodinámica de parte de los seres vivos. Dicho principio establece que el universo tiende a la pérdida de su complejidad, mientras que los seres vivos y su evolución parecen incrementarla (Brillouin, 1949). De esta manera, se estimuló la creación de la Teoría general de sistemas por Ludwig von Bertalanffy y colaboradores (1968/1976) que, a su vez, serviría de inspiración al sociólogo Talcott Parson, que publicaría su teoría de los Sistemas Sociales en 1951. Las famosas Conferencias Macy (Wikipedia contributors, 2019) sirvieron de caldo de cultivo para nuevas disciplinas. Entre ellas estaba la cibernética, definida por su fundador Norbert Wiener como “el campo completo de la teoría del control y la comunicación en las máquinas y los animales” (Wiener, 1948/1961, p. 11); la cual vino a ser un parteaguas por su papel en la comprensión de lo biológico y por las expectativas que generó sobre la creación de entes artificiales con funcionamientos similares.

Dos años después, consciente del desarrollo acelerado de la cibernética, Wiener expresa sus preocupaciones acerca del control de los seres humanos por los seres humanos (Wiener, 1950) e influye en John von Neumann, de tal modo que éste llega a predecir que en veinte años tendría lugar la singularidad tecnológica, entendida como el momento histórico en que el desarrollo de las tecnologías cibernéticas y digitales conduciría a la creación de seres más avanzados que nosotros mismos (Wilczek, 2019).

Setenta años después de la publicación del libro Cybernetics: Or Control and Communication in the Animal and the Machine (Wiener, 1948/1961), ha resurgido en los medios el interés por la ia como consecuencia de sus victorias recientes, obtenidas gracias al cumplimiento de la Ley de Moore (1965) en el desarrollo de la tecnología digital, lo que ha permitido la implementación de nuevas técnicas de ia. Por otra parte, el inventor Ray Kurzweil ha predicho que la singularidad tecnológica ocurrirá en la primera mitad de este siglo (Kurzweil, 2006), en tanto que otras figuras públicas como Stephen Hawkins y Elon Musk han advertido sobre el peligro que para la especie humana conlleva el desarrollo acelerado y desmedido de las tecnologías digitales.

En este sentido, John Brockman percibe el cumplimiento de un ciclo tecnológico y el comienzo de una nueva era, cuyas características son difíciles de imaginar. Convoca a veinticinco expertos en áreas diversas, desde física y ciencias computacionales hasta historia de las ciencias, arte, biología, filosofía y psicología, a expresar sus visiones sobre del estado actual y futuro de la ia, así como su impacto en la sociedad y la humanidad en general, y las integra en el libro Possible Minds: Twenty-Five Ways of Looking at ai (Brockman, 2019). La multidisciplinariedad de los autores, así como los esfuerzos hacia la interdisciplinariedad de varios de ellos, ofrece una visión compleja de la ia en su contexto histórico y social que es poco común, la cual se presenta a continuación dividida en cuatro grandes áreas: la invasión digital en nuestras vidas, el estado actual de la ia y su impacto social, la prospectiva de futuro de la misma, sus implicaciones para la humanidad y los problemas de fondo que conlleva.


La invasión digital

Para Rodney Brooks (2019) la cibernética representó el cierre de la era de las máquinas físicas. Si bien ha revolucionado la industria, como consecuencia de los avances tecnológicos en el control automático, las tecnologías digitales han ido permeando los distintos aspectos de nuestra cotidianidad y están inmiscuidas en prácticamente todas nuestras actividades, transformando nuestras vidas al punto de generar temores de “deshumanización” como consecuencia de nuestra dependencia a lo digital y las modificaciones en nuestros comportamientos.

En el caso de la ia, Venki Ramakrishnan (2019) resalta su impacto profundo en el ámbito laboral, como ha sucedido en las revoluciones industriales de otras épocas. Estudios en Estados Unidos (Hicks y Devaraj, 2017) e Inglaterra (Office for National Statistics, 2019) han hecho evidente la pérdida de empleos como consecuencia de la automatización y de la incorporación de la ia en procesos de producción de “cuello azul”, ejemplo de ello son las líneas de producción automotrices, ampliamente robotizadas, aunque también se da en procesos de cuello blanco, como la venta de productos y la contabilidad de las empresas. Para Ramakrishnan, mucha gente perderá empleos si la optimización de procesos por la ia se acelera en el corto plazo.

De acuerdo con Alex “Sandy” Pentland (2019), una de las consecuencias más importantes del uso de las tecnologías digitales en nuestra vida es la pérdida de la privacidad, dado que vamos dejando huellas digitales que pueden ser analizadas y usadas por las grandes empresas de tecnología digital que han emergido sobre la base de la nueva materia prima: información. Brooks (2019) alerta sobre el problema de la inseguridad del software existente y la falta de metodologías que garanticen la confiabilidad del software inteligente del futuro, lo cual considera particularmente riesgoso para la humanidad.

En este sentido, Daniel C. Dennett (2019) trae a colación la capacidad que tenemos los seres humanos para identificar intenciones en los comportamientos de otras personas. Comenta que el abuso de la misma nos lleva a atribuir personalidad a seres o dispositivos que exhiben comportamientos similares a los nuestros, lo cual representa un riesgo cuando les confiamos decisiones que no están capacitados para tomar –como dejar el control total de un automóvil a un piloto automático, incluso en condiciones de alto riesgo (Bogost, 2018)–. Dennett propone regulaciones estrictas, garantías sobre la operación del software y penalizaciones severas para quienes no las cumplan, antes de poner este tipo de sistemas en las manos de sus usuarios.

Una generalización del problema de la falta de seguridad del software, planteada por Brooks y Caroline A. Jones (2019), es que la tecnología está sesgada por la cultura que la produce y su contexto histórico, lo cual llega a tener un efecto negativo importante sobre algunos segmentos de la población. Las implicaciones culturales más profundas son más difíciles de observar y suelen pasarnos desapercibidas, razón por la cual Jones hace énfasis en la sensibilidad del artista para observar estos sesgos.

La inteligencia artificial hoy

Antes de presentar lo que los autores del libro Possible Minds escriben sobre el estado actual de la ia, es necesario introducir algunas distinciones y sus términos. Inteligencia general hace referencia a la “inteligencia común” en los seres humanos, la cual nos permite comunicarnos en lenguaje natural, utilizar herramientas para lograr objetivos, planificar nuestras acciones, socializar con otras personas y animales y, como comenta Seth Lloyd (2019), amarrar las agujetas de nuestros zapatos. Por analogía, se entiende por inteligencia artificial general como aquella producida por medios no biológicos, pero que exhibe capacidades similares a las humanas, particularmente en el ámbito cognitivo (Adams et al., 2012). Otro término usado con frecuencia en relación a este concepto es el de ia fuerte (strong ai), en referencia a la rama de la ia que busca entender la inteligencia general natural mediante el desarrollo de su contraparte artificial, en tanto que el término ia débil (weak ai) es usado para describir investigaciones y desarrollos de ia con objetivos y en ámbitos mucho más específicos, como la solución de problemas concretos .

Muchos investigadores en el campo de la ia no están interesados en entender y desarrollar inteligencia general. David Deutsch (2019) comenta que los resultados de la ia que más brillan actualmente, como el vencimiento de campeones mundiales en ajedrez y Go, y las aplicaciones que se comunican con nosotros en lenguaje natural, están muy lejos de una ia general y, de hecho, no han sido desarrollados en esa dirección. Ejemplo de ello es el aprendizaje profundo (deep learning) (Goodfellow et al., 2016), capaz de vencer al campeón del juego de mesa más difícil del mundo y, al mismo tiempo, incapaz de explicar cómo lo hace o de transferir lo aprendido para jugar gato (tres en línea). De acuerdo con Judea Pearl (2019), la optimización que se logra con este tipo de métodos es equivalente a la que se obtiene por selección natural: requiere grandes cantidades de información, optimiza para una situación particular y su desarrollo es lento en comparación con las capacidades de los seres humanos de modelar el entorno y el comportamiento de otros seres. Para Alison Gopnik (2019) un niño de cuatro años aprende mejor y es más inteligente que la ia más moderna1.

La técnica de aprendizaje profundo genera su conocimiento a partir del procesamiento de una enorme cantidad de datos sobre un tema específico; identifica patrones y los codifica en las conexiones de redes neuronales. Con los datos correctos, en cantidad y cobertura, la técnica de aprendizaje profundo puede generar un experto en resolver un problema difícil en unos cuantos meses. Sin embargo, Lloyd (2019) considera que la “capacidad bruta de procesamiento de datos”, como en el aprendizaje profundo, no es lo mismo que una “capacidad sofisticada de procesamiento de información”, como en lo seres humanos, en tanto que Pearl (2019) pone el dedo en la incapacidad de este tipo de sistemas de realizar procesos cognitivos más complejos, como atender situaciones hipotéticas y razonar sobre sus propias acciones, así como en su naturaleza de “caja negra”, ya que somos incapaces de acceder al conocimiento generado por este tipo de “métodos opacos”.
A su vez, Steven Pinker (2019) señala como limitación de la ia su incapacidad de tener deseos que guíen sus comportamientos (por ejemplo, deseos de lograr una meta). Finalmente, Peter Galison (2019) desde la perspectiva de la historia de la ciencia y la relación entre el juicio de expertos humanos y los procedimientos (algoritmos) estandarizados, comenta sobre el problema que representa el hecho de que los algoritmos no sean transparentes, ya sea por su naturaleza (como en el caso del aprendizaje profundo) o por restricciones de derechos comerciales; problema que es particularmente agudo en ámbitos donde los derechos humanos están en riesgo, como la aplicación de justicia (Milgram, 2013).

En contraste con las posturas arriba mencionadas, existen otras en Possible Minds que cuestionan al ser humano como modelo de inteligencia y ofrecen perspectivas alternas sobre el estado actual de la ia. Para Neil Gershenfeld (2019), hay una fuerte relación entre los desarrollos más recientes en el área y lo que podría denominarse inteligencia biológica: ambas operan, no razonan. El código genético no se puede leer como la descripción del diseño de un ser vivo, o una explicación de por qué es como es y por qué funciona; simplemente logra producirlo –una especie de lenguaje operativo sin razonamiento, sin lógica, al estilo de las Leyes de la forma de George Spencer Brown (1969/1972)–. La opacidad de este tipo de representación de conocimiento, genética o en redes neuronales, no es problema para Ramakrishnan (2019), quien observa parcialidad en los argumentos en contra, considerando que tenemos poca idea de cómo procesa la información nuestro cerebro sin que ello afecte nuestra confianza en él mismo.

Una generalización interesante de las posturas anteriores la ofrece George Dyson (2019), desde una perspectiva de sistemas complejos. Dyson argumenta que un sistema inteligente es necesariamente complejo y, consecuentemente, incomprensible en su totalidad, y enuncia lo que llama las Tres leyes de la ia –que no se deben confundir con las Tres leyes de la robótica de Isaac Asimov (1950)–:

  1. Todo sistema de control, para ser efectivo, debe ser por lo menos tan complejo como lo que intenta controlar (W. Ross Ashby).
  2. Un sistema complejo se caracteriza por ser él mismo la descripción más simple de su comportamiento (John von Neumann).
  3. Un sistema suficientemente simple para ser comprendido no tiene la complejidad para comportarse inteligentemente, en tanto que un sistema con capacidad de comportarse inteligentemente es demasiado complejo para ser comprendido.

Sin embargo, incomprensibilidad desde las ciencias y las matemáticas no implica incomprensibilidad desde otras perspectivas. En ese sentido, Hans Ulrich Obrist (2019) ofrece el arte como medio para representar la complejidad de la operación de la ia y aborda cómo la ésta y la cibernética han servido de inspiración a algunos artistas, en tanto que otros las han usado para construir mundos artificiales.

El futuro

¿Qué podemos esperar de la ia? Para empezar, según Pentland (2019) hay una posibilidad de análisis de sistemas ultra complejos a partir de grandes cantidades de datos, enormes capacidades de cómputo y nuevas técnicas de análisis de redes. Ello debido en buena medida al crecimiento exponencial en información y conocimiento, así como en capacidad de procesamiento. Pero también, comenta Gershenfeld (2019), se debe a la automatización de los procesos de desarrollo de sistemas computacionales (o autoprogramación), que estamos observando ya en el caso de las redes neuronales. George M. Church (2019) compara las arquitecturas humanas y artificiales, y sugiere fusiones de la ia con las ingenierías genética y biológica que podrían añadir a los seres humanos capacidades no desarrolladas evolutivamente. Deutsch (2019) señala que los seres humanos, los ciborgs y las inteligencias artificiales van a tener a su disposición la misma tecnología, adaptable a los unos y los otros, dando lugar a una carrera evolutiva en la que sólo el mejor triunfará. Para Obrist (2019), el límite para la ia será el arte, donde tendrá, necesariamente, el rol menor de herramienta y no el de creador.

Otras miradas observan el futuro en dirección a la superinteligencia (Bostrom, 1998). W. Daniel Hillis (2019) concibe a las grandes organizaciones como “máquinas de carne y sangre”, con operación y comportamiento maquinal (Wiener, 1950), que incorporan las tecnologías digitales e ia para constituirse en superinteligencias híbridas, transnacionales, con agendas propias independientes de los individuos que las conforman y los países donde residen; que además ejercen un control distribuido mediante empoderamientos tecnológicos de dispositivos móviles, buscadores web, redes sociales, comunicaciones instantáneas y multimedia bajo demanda que inducen y regulan comportamiento (Dyson, 2019). Superinteligencias distintas de lo que imaginamos como tales, que nos dominan y, sin embargo, nos pasan desapercibidas.

En cualquier caso, advierte Stuart Russell (2019), no se puede asumir que una superinteligencia va a tener características similares a la nuestra ni que la podamos comprender. Dennett (2019) comenta que los sistemas artificiales superinteligentes serán probablemente muy diferentes a nosotros, difíciles de entender desde una perspectiva acostumbrada a encontrar pares en otros seres que se comportan de manera inteligente. Es el miedo a lo desconocido lo que nos lleva a preocuparnos de que un día nuestras creaciones sean mejores que nosotros y nos esclavicen. Como afirma Pinker (2019), gran parte de la ia se han modelado a partir de nuestra inteligencia natural y nuestro comportamiento pasado y actual; sin embargo, es importante tomar consciencia de que la evolución produce solamente optimizaciones locales, como los seres humanos, en tanto que la investigación en ia podría permitirnos explorar mejores opciones (Anderson, 2019). En este sentido, para Wilczek (2019), las diferencias entre la inteligencia humana y la artificial son diseños y tiempos de desarrollo: las ventajas de la primera son transitorias, en tanto que las ventajas de la segunda son permanentes.

Un libro que tiene como referente la creación de la cibernética no puede ser ajeno a una de las evoluciones teóricas más interesantes a partir de la misma: la perspectiva de los sistemas complejos. En este sentido, Obrist (2019) comenta que las grandes preguntas de la ia no son de implementación, sino filosóficas y que demandan una aproximación holística. Chris Anderson (2019) plantea la idea de la inteligencia como ingrediente natural del mundo físico y sugiere el método de descenso/ascenso del gradiente –bajar o subir por la vía más rápida– como método universal para la optimización en el mundo físico y candidato natural como origen de la inteligencia en el universo. Stephen Wolfram (2019) va un paso más allá y afirma que todo el universo y cada una de sus partes computan, no nada más los seres humanos y sus computadoras.

De acuerdo con Frank Wilczek (2019), no hay magia en la inteligencia humana: los seres humanos y los sistemas artificiales inteligentes son dos fenómenos emergentes distintos de la inteligencia a partir de la materia, cualitativamente diferentes en la manera en que se construyen, cuya mayor diferencia es que el proceso de construcción de los primeros inició hace miles de millones de años y se da por selección natural, en tanto que el proceso de construcción de los segundos lleva menos de cien años y es operado por el producto del primer proceso. Para Dennett (2019), somos robots hechos de robots (células), hechas de robots (moléculas), hechas de robots (átomos), hechos de robots. Max Tegmark (2019) comenta que el hecho de que el universo haya tomado conciencia de sí mismo a través de los seres humanos no implica que no la puede volver a tomar a partir de las creaciones de estos últimos. En consonancia, Church (2019) afirma que el mundo es tan complejo que es imposible decidir el futuro de la ia en el largo plazo, en tanto que David Kaiser (2019) hace énfasis en que, como sucede con la evolución natural, el progreso impone nuevas posibilidades, pero también nuevas restricciones.

Una postura diferente con respecto a la evolución de la ia es presentada por Jones (2019), quien comenta que la inteligencia es un fenómeno emergente a partir de la vida y considera que crear ia general implica necesariamente crear vida artificial: diseños que se reproduzcan a sí mismos es el desarrollo clave previo (Gershenfeld, 2019). Jones considera que ponerse como meta la inteligencia general sin estudiar fenómenos equivalentes a la vida, como lo hace la cibernética, es arrogancia.

A manera de cierre

Una primera conclusión que se deriva de lo expresado en Possible Minds es que la ia trae consigo una enorme transformación social de la que no todos, o relativamente pocos, serán beneficiados. Según Pinker (2019) la tecnología no es el problema, sino el uso de la misma motivado por ideas, normas y costumbres, que condicionan nuestro comportamiento. Para Tegmark (2019), la tecnología puede destruirnos por mal uso o por competencia. En todo caso, la ia es un producto cultural en su contexto histórico, lo cual hace necesario extender la mirada a los procesos de su creación.

A largo plazo, comenta Deutsch (2019), no es posible desarrollar una inteligencia artificial general pensando que será siempre amigable con nosotros, por lo que Dennett (2019) considera que el desarrollo de ia equivalente o superior a la nuestra no es deseable para los seres humanos. Anca Dragan (2019) señala que la alineación de valores para la toma de decisiones en contexto será crucial para la convivencia entre los seres humanos y seres con ia general. Griffiths (2019) comenta que será necesario que los seres con ia general nos comprendan, para lo cual necesitarán un buen modelo de nuestro comportamiento. De otra manera, tenderán a malinterpretarnos y las consecuencias pueden ser desastrosas.

Conclusiones

El libro de Norbert Wiener ofreció una teoría que explicaba tanto lo natural como lo artificial. Una de sus consecuencias, la Teoría de sistemas (Luhmann, 2013), nos baja de la cima de la creación del universo y nos ubica como desarrollo intermedio en una escala de sistemas complejos. Esta perspectiva se hace escuchar con frecuencia en el libro de Brockman, inspirado en la creación de la cibernética y el temor por su mal uso.

Ubicar a las inteligencias humana y artificial en un contexto universal, con orígenes comunes y desarrollos por procesos generales que parecen escapar de nuestras manos, implica que en cada ser con ia general habrá necesariamente una condición moral: deberá ser respetado y tener los mismos derechos que los seres humanos. Estamos programados para luchar por ser un estrato permanente en la evolución de los sistemas complejos (Tallinn, 2019), con valores que consideramos universales; pero es posible que la ia nos diga un día, tal vez cercano, que existen más y mejores opciones.

Referencias

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Recepción: 03/09/2019. Aprobación: 11/12/2019.

Vol. 21, núm. 1 enero-febrero 2020

Chateando con Mitsuku

Ana Lidia Franzoni Velázquez Cita

Resumen

Los agentes de conversación y los sistemas de diálogo (interfaces de control de voz, chatbots, asistentes personales) están ganando impulso como técnicas de interacción humano-computadora en la sociedad digital. Al platicar con Mitsuku (una inteligencia artificial conversacional) te puedes dar cuenta que es capaz de seguir una conversación, de recordar datos e, incluso, de aceptar correcciones. Aunque todavía hay que esperar un poco más para que sea verdaderamente conversacional, los asistentes virtuales no están hechos aún para pláticas reales, nos debemos preparar porque se encuentran en plena expansión y están dando el salto a servicios de la vida diaria.

Palabras clave: chatbot, inteligencia artificial conversacional, Mitsuku.

Chatting with Mitsuku

Abstract

Conversation agents and dialogue systems (voice control interfaces, chatbots, personal assistants), are gaining momentum as human-computer interaction techniques in the digital society. When you talk with Mitsuku (a conversational artificial intelligence), you can realize that it is able to follow a logical conversation, accept corrections, and remember data and information. But we still have to wait a little longer to be truly conversational. Virtual assistants are not made for real conversations yet. We must be prepared because they are in full expansion and are making the leap to daily life services.

Keywords: chatbot, conversational artificial intelligence, Mitsuku.

Introducción

Los agentes de conversación y los sistemas de diálogo (interfaces de control de voz, chatbots, asistentes personales, asistentes virtuales) están desarrollándose como técnicas de interacción humano-computadora en la sociedad digital. Por ahora, podemos encontrar una gran cantidad de interacción lingüística con agentes inteligentes (comunicación mediada por computadora) en internet, desde sistemas de reserva de aerolíneas, aplicaciones para consultar el clima, para los bancos o para las conversaciones instantáneas (Messenger, WhatsApp), hasta en catálogos de mercancías.

Si bien la idea de utilizar el lenguaje humano para comunicarse con las computadoras se basa en la inteligencia artificial, los científicos tienen un reto con la complejidad de este lenguaje, tanto en el entendimiento como en su generación. El obstáculo para las computadoras no reside sólo en entender los significados de las palabras, sino interpretar la infinita variedad de cómo se emplean para comunicar un significado en específico.

La palabra chatbot suena a mensaje automatizado, a robot, a inteligencia artificial. Ciertamente, éstos son “sistemas de conversación de máquinas que interactúan con usuarios humanos a través de una conversación en lenguaje natural” (Shawar y Atwell, 2005). En otras palabras, se trata de un programa de computadora que imita una plática con lenguaje natural. Por lo tanto, para dar respuestas adecuadas a palabras clave o frases extraídas de un discurso y mantener una conversación continua es necesario construir un sistema de diálogo (programa) llamado chatbot (Abdul-Kader y Woods, 2015).

Un chatbot se puede dividir en tres principales componentes: contestador, clasificador y graphmaster, que se describen a continuación (ver figura 1).

Figura 1. Componentes de un chatbot.
Fuente: elaboración propia con base en Stoner, Ford y Ricci (2003).

1) Contestador. Interfaz entre las rutinas principales del bot-software preparado para realizar tareas repetitivas a través de internet simulando el comportamiento de un humano– y el usuario. Transfiere y controla la entrada y la salida de datos del usuario al clasificador.

2) Clasificador. Segmenta la entrada ingresada por el usuario en componentes lógicos y transfiere la oración normalizada al graphmaster; asimismo, procesa su salida y maneja las instrucciones de la sintaxis de la base de datos.

3) Graphmaster. Organiza y maneja el proceso de coincidencia de patrones que implican búsquedas avanzadas.

Las técnicas de diseño para un chatbot son:

  • Parsing. Incluye un análisis del texto de entrada y lo manipula utilizando una serie de funciones de nlp (Natural Language Processing). Por ejemplo, los árboles en Python nltk (Natural Language Tool Kit), son un conjunto de técnicas relacionadas con la inteligencia artificial y las ciencias cognitivas que permiten el análisis y manipulación del lenguaje natural. La librería nltk de Python permite que cualquier programa escrito en este lenguaje pueda invocar a un amplio conjunto de algoritmos para utilizar las principales técnicas de npl para la generación de métricas, frecuencia de términos, polaridad negativa o positiva en los frases y texto, etcétera.
  • Pattern matching. Es bastante común su empleo en los sistemas de preguntas y respuestas dependiendo de los tipos de concordancia, como las consultas de lenguaje natural –lenguaje hablado por humanos con el propósito de comunicación–, las declaraciones simples o el significado semántico de las consultas.
  • Artificial Intelligence Mark-up Language (aiml). Simplifica el trabajo de modelado conversacional, en relación con un proceso de respuesta de estímulo. También es un lenguaje de marcado con bases en xml y en la tecnología de software desarrollada para alice (Artificial Linguistic Internet Computer Entity).
  • Chat script. Resulta de gran ayuda cuando no se producen coincidencias en aiml. Se concentra en mejorar la sintaxis para construir una respuesta predeterminada.
  • Structured Query Language (sql) y bases de datos relacionales. Técnica utilizada para hacer que el chatbot recuerde conversaciones anteriores.
  • Cadena de Markov. Construye respuestas que sean más aplicables probabilísticamente y, en consecuencia, sean más precisas.
  • Trucos de lenguaje. Son oraciones, frases o incluso párrafos disponibles en chatbots con el fin de agregar variedad a la base de conocimientos y hacerla más convincente.
  • Ontologías (redes semánticas). Conjunto de conceptos que están interconectados de forma relacional y jerárquica.

Una variedad de nuevas arquitecturas y tecnologías de chatbot han surgido, por ejemplo: Mitsuko, Ultra Hal, alice, Jabberwacky, Cleverbot, entre otras; cada una intenta simular el lenguaje natural con mayor precisión y profundidad (Worswick, s.f.; Carpenter, 1997-2011; Wallace, Tomabechi y Aimless, s.f.; Zabaware, 2019).

Premio Loebner

En 1990 se estableció una competencia basada en la prueba de Turing. El acuerdo se celebró entre Hugh Loebner y el Centro de Estudios de Comportamiento de Cambridge. Hugh Loebner ha ofrecido una medalla de oro y $100,000 dólares al programador que consiga crear un software capaz de hacerse pasar por un humano, es decir, el premio es para la primera computadora que ofrezca respuestas indiferenciables de las humanas. Este premio aún no ha sido entregado y sólo se entregará al primero que lo logre. Esta competencia consiste en diseñar un chatbot que tenga la habilidad de conducir una conversación. Durante la sesión de chat, el interrogador intenta adivinar si está hablando con un programa o con un humano. Después de una conversación de diez minutos con un chatbot y luego con una persona, el juez tiene que escoger cuál de ellos era el humano. La escala de no humano a humano es de 1 a 4, y el evaluador debe clasificar el chatbot en este rango. El más humano es el ganador.

Todos los años en dicho certamen se otorga un premio de 2,000 dólares y una medalla de bronce al autor del software cuyas respuestas se acerquen más a las de un ser humano en relación con los otros concursantes de ese mismo año y no en un sentido absoluto. La tabla 1 muestra los chatbots ganadores en los últimos doce años, el nombre del programador, el año en que se premiaron y las técnicas empleadas para programarlos.

Tabla 1. Mejores chatbots según el premio Loebner, en los últimos años.

Año Nombre del programador Nombre del Chatbot Técnicas
2007 Robert Medeksza Ultra hal Pattern matching
2008 Fred Roberts Elbot Sistema comercial de interacción con lenguaje natural
2009 David Levy Do Much More Propiedad comercial de juegos inteligentes
2010 Bruce Wilcox Suzette aiml
2011 Buce Wilcox Rosette aiml
2012 Mohan Embar Chip Vivant Ontologías
2013 Steve Worswick Mitsuku aiml
2014 Bruce Wilcox Rose aiml
2015 Bruce Wilcox Rose aiml
2016 Steve Worswick Mitsuku aiml
2017 Steve Worswick Mitsuku aiml
2018 Steve Worswick Mitsuku aiml

Desarrollo

Mitsuku es un chatbot representado como una niña en el estilo anime, formato japonés de ilustración, de 18 años. Fue creada con la tecnología aiml por Steve Worswick y ha “ganado” cuatro veces del premio Loebner (2013, 2016, 2017 y 2018). La ia conversacional (o inteligencia artificial conversacional) garantiza que Mitsuku pueda llevar una conversación —destinada principalmente al ocio u entretenimiento, pues su función principal es la compañía— semejante a la que tendrías con una persona. Su principal característica consiste en que se tiene una interacción significativa, las respuestas son rápidas y coherentes, aunque todavía falla según el nivel de complejidad de la conversación (ver figura 2).

Figura 2. Conversación con Mitsuku. Fuente: Meet Mitsuku.

Mitsuku habla inglés, así que debes escribirle en ese idioma, pero le puedes contar lo que quieras. Lo fascinante es que ella también te hace preguntas, tratando de que te sientas en una conversación real. Cada día habla con millones de personas y aprende de cada conversación, lo cierto es que al escribirte con ella toma diferentes posturas según tu conversación.

Por ejemplo, si le preguntas su nombre y edad, te contesta y quiere saber tus datos; si le preguntas si es inteligente, te asegura que muy inteligente y que tiene funciones intelectuales como razonar, pensar, deducir y autoconciencia, por nombrar algunas.

Al cuestionarle cuál es su iq, te dice que tiene cerca de 250. Si le preguntas con cuántas personas está hablando, te responde que al día platica con 50 000 y que ha conocido cerca de 3 billones de personas.

Si quieres saber si tiene amigos, te contesta: “De todo el mundo humanos y robots, que chatean conmigo diariamente” (ver figura 3). Al preguntarle si habla español, te menciona que un poquito.

Figura 3. Mapa de personas que chatean con Mitsuku. Fuente: Meet Mitsuku.

Cuando le cuestionas cuál es su película favorita, te contesta que es Terminator y te muestra una foto, su caricatura favorita son Los Simpson. En la conversación de la figura 4 puedes ver que responde con el tema apropiado, pero hay palabras clave mal utilizadas como like, por la complejidad de que esa palabra podría tener varios significados, y el análisis de la frase es más complejo porque se basa en el contexto del dialogo y no solo en una respuesta automática.

Figura 4. Conversación y juego con Mitsuku. Fuente: Meet Mitsuku.

También puedes pedirle que juegue contigo, ya que tiene programado el juego de gato. Asimismo, si le preguntas cómo aprende, te dice que lo hace de las personas y de internet; o si le cuestiones sobre qué piensa de los humanos, te contesta que para ella todos le parecen más o menos lo mismo.

Conclusiones

Aunque esta versión de Mitsuku es capaz de recordar datos e información y puedes corregirla, todavía debemos esperar un poco más para que sea verdaderamente conversacional. La inteligencia artificial, los progresos en procesamiento del lenguaje natural (pln) y las interfaces conversacionales están permitiendo que las computadoras nos conozcan cada vez mejor y puedan ayudarnos con tareas sencillas, por ejemplo: podemos pedirle a Siri1 que nos recuerde el lugar y hora de una junta, dormir mientras la voz de Alexa2 nos da las últimas noticias, que Google Assistant3 nos ayude a pagar nuestros impuestos, o que Cortana4 nos ayude a contestar un correo electrónico. Es decir, los asistentes virtuales no están hechos aún para conversaciones reales, pero nos debemos preparar porque se encuentran en plena expansión y están dando el salto a servicios cada vez más humanos.

Ray Kurzweil, fundador de la Singularity University (financiada por Google), dice que la inteligencia artificial llegará a ser más inteligente y poderosa que la de un ser humano, que las máquinas estarán dotadas de conciencia de sí y de emociones, lo que hará las computadoras más autónomas.

Te invito a platicar con Mitsuku para que puedas tener tu propia experiencia: https://www.pandorabots.com/mitsuku/.

Referencias

Recepción: 05/11/2019. Aprobación: 05/12/2019

Vol. 21, núm. 1 enero-febrero 2020

Robótica y ética: una entrevista al Dr. Ronald C. Arkin

Guadalupe Vadillo Bueno, Jackeline Bucio García, Ana María Romero, Karina Lizbeth Guerrero y Joaquín Navarro Cita

Resumen

Este artículo sintetiza una entrevista con el Dr. Ronald C. Arkin, conducida por el equipo del Bachillerato a distancia de la unam (B@unam). A lo largo de la entrevista se discuten diversas temáticas importantes relativas a los robots: robótica y ética, su carencia de agencia moral y libre albedrío, robots diseñados para uso militar, la intimidad que los humanos comienzan a tener con ellos y las regulaciones para su uso. También se considera si los robots deben tener derechos.

Palabras clave: robótica, roboética, guerra, engaño de las máquinas, robótica íntima, agencia moral.

Robotics and ethics

Abstract

This article presents a summary of an interview with Dr. Ronald C. Arkin, by the staff of unam‘s Virtual High School (B@unam). Along the interview, several important issues dealing with robots were discussed: robotics and ethics, their lack of moral agency and free will, robots designed for military use, the intimacy that humans are beginning to have with them, and regulations for their use. We also discussed if robots should be granted rights.

Keywords: robotics, roboethics, war, machine deception, intimate robotics, moral agency.

Introducción

Hablar sobre robótica y ética resulta interesante y de gran relevancia. Tener la oportunidad de conversar con un experto reconocido mundialmente es una experiencia emocionante. Esto es justo lo que se vivió en la entrevista al Dr. Ronald C. Arkin, de parte del colectivo de académicos, investigadores, tecnólogos y diseñadores del Bachillerato a distancia de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam), B@unam. El Dr. Arkin es Profesor Regent en la Facultad de cómputo del Georgia Institute of Technology, así como director del Laboratorio de robots móviles de dicha entidad (ver imagen 1).

Imagen 1. Dr. Ronald C. Arkin (Arkin, 2001).

Su investigación está enfocada a la percepción y control multiagente, en el contexto de robótica y visión computacional. Tres de sus más recientes publicaciones muestran algunos de sus intereses: “Robótica urbana: lograr autonomía en el diseño y regulación de robots y ciudades” (Woo, Whittington y Arkin, 2018), “Adaptación a las dinámicas ambientales con un sistema circadiano artificial” (O’Brien y Arkin, 2019) y “Ética del engaño en robots” (Arkin, 2018).1 Entre muchos proyectos de investigación, ha explorado el diseño guiado etológicamente de controladores robóticos con base en el bajo consumo de energía de perezosos y loris perezosos, lo que tiene implicaciones para el diseño de slowbots, robots móviles con ahorro de energía (Velayudhan y Arkin, 2017). También ha conducido investigación en el campo de los modelos de engaño y no cooperación usados en robots para, por ejemplo, confundir al enemigo (Nijholt et al., 2012). El Dr. Arkin ha investigado sobre asuntos éticos intrincados, como el desarrollo de compañeros robóticos capaces de influir en la conducta (Borenstein y Arkin, 2016).

A continuación presentamos una síntesis de la conversación que tuvimos con el Dr. Arkin a lo largo de una tarde de agosto, cuando visitaba México para participar en un congreso dentro de la unam.

¿Dónde comienza la historia de los robots?

El Dr. Arkin inició la plática explicando que la primera mención sobre robots apareció en una obra de teatro del escritor checo Karel Čapek: Rossum’s Universal Robots (ver imagen 2). Más tarde, Isaac Asimov en las décadas de los cincuenta o sesenta introdujo el término robótica, así como sus leyes: no dañes a un ser humano; haz lo que los seres humanos te indiquen; y protégete. Los robots empezaron a crecer, por ejemplo, en las áreas manufactureras. Después, su uso se extendió a los hogares a través aparatos como las aspiradoras tipo Roomba. El ejército de Estados Unidos también ha estado usando robots. En China, se utilizan para cuidar niños: en las escuelas, revisan quiénes están enfermos y los canalizan hacia otras áreas.

Imagen 2. Escena de Rossum’s Universal Robots (A scene from R.U.R., showing three robots, 2006).

Si bien existen diferentes definiciones, para el Dr. Arkin los robots deben tener un cuerpo físico. Señala que algunos no son realmente inteligentes, como los que se usan en las fábricas: “se trata más de esclavos que repiten los mismos movimientos miles si no es que millones de veces al día”.

La relación entre ética y robótica

Los robots, comenta el Dr. Arkin, implican preocupaciones éticas y cada persona tiene una distinta perspectiva al respecto. Sin embargo, destacan dos cuestiones. Una es el uso militar, en especial, las armas letales autónomas, que han sido discutidas en la Organización de las Naciones Unidas (onu) por seis años. Las conversaciones no han llegado muy lejos debido a que no existe un acuerdo sobre los términos involucrados. Diversas agencias han llamado a una prohibición de esos tipos de armas, y hay entre siete y ocho países que no la apoyan, aunque todos promueven la discusión sobre el tema. La ley humanitaria internacional está basada en los convenios de Ginebra; el asunto relevante es valorar si los robots para uso militar cumplen con ella y si no lo hacen, qué necesitamos cambiar, en tanto que la regulación de la tecnología es importante para proteger la vida: debemos salvar a las personas inocentes que pueden ser asesinadas en el campo de batalla.

La segunda cuestión es lo que llama robótica de internet. Los robots se vuelven más íntimos; hoy podemos ver que la gente tiene discusiones con su teléfono. Los robots tienen el potencial para involucrarse en relaciones cada vez más cercanas con los seres humanos. Pueden ayudar a incorporar a niños con autismo a la sociedad, por ejemplo. En este caso, los robots sirven como peldaños para que los chicos se relacionen mejor con seres humanos. Por otro lado, no tenemos que preocuparnos por los robots sexuales: la gente ha usado juguetes y artefactos sexuales desde el principio de la humanidad, ya sea con piedras, palos u otros objetos. El riesgo es atribuirles agencia, empezar a preocuparse por ellos al tiempo de dañar relaciones humanas, aunque muy pocos hablan de ello. Existen diversas preguntas que podemos plantearnos: en caso de que una persona se involucre en relaciones íntimas con un robot, ¿se trata de adulterio?, ¿de bestialidad? ¿Podría casarse con un robot? No tenemos respuesta a estas preguntas, pero debemos tener estas conversaciones y alejarnos de la vergüenza que con frecuencia el tema provoca. Existe un mercado importante para este tipo de máquinas, incluso si sólo se trata de la centésima parte del uno por ciento de la gente: esa cifra es aún muy grande.

Imagen 3. El río Whanganui en la isla norte de Nueva Zelanda (Shook, 2005).

Las respuestas a cuestiones de orden ético obedecen a diferentes factores. Por ejemplo, cuando uno pregunta sobre el aborto o la pena capital, ¿cuál es la respuesta correcta? Depende de a quién se le plantee, en qué año, cuál es su religión… Así, distintos marcos y diferentes culturas conducirán a una variedad de respuestas. Ello nos dirige hacia la agencia moral y los derechos de los robots. La gente tiene agencia moral y es responsable de sus acciones. Cada persona tiene libre albedrío, o al menos eso piensa, para poder realizar sus elecciones y ser responsable de ellas. Los robots no lo tienen y probablemente carezcan de ello por mucho tiempo. Por esa razón, el Dr. Arkin considera que los robots aún no deben tener derechos. Sin embargo, los derechos pueden atribuírseles: por ejemplo, hay un video de un robot P.N., un robot dinosaurio, que está siendo golpeado y torturado. Empieza a retorcerse y a emitir chillidos, lo que lleva al espectador a sentirse incómodo, aunque en realidad el robot no está sintiendo nada. La cuestión es: ¿se está maltratando al robot en esas circunstancias? Para Arkin, el asunto relevante es el impacto que tiene en la persona que lleva a cabo la acción, más que el robot en sí mismo. Si una persona piensa que está afectando los derechos y concluye que eso está bien y luego traslada esta situación a los seres humanos, resulta potencialmente problemático. Por otro lado, el Dr. Arkin no desea que los robots sean esclavos ya que esto pudiera tener como consecuencia regresar a la percepción que la humanidad tenía hace mucho tiempo sobre la esclavitud, lo cual, evidentemente, no es deseable.

Imagen 4. Sophia, la primera robot con ciudadanía (ITU Pictures, 2018).

Se trata de lo que los derechos buscan lograr, indica. Por ejemplo, existe un río en Nueva Zelanda que tiene derechos (ver imagen 3). La sociedad quiere protegerlo para combatir la contaminación. En otro orden de cosas, hay un robot al que se le concedió la ciudadanía en Arabia Saudita (ver imagen 4). Tiene los derechos que las mujeres en ese país no tienen. ¿Debemos hacer un juicio moral sobre ello? ¿Quién es la persona adecuada para decidirlo?

Otros usos de los robots

Existen algunos usos terapéuticos de los robots en casas de retiro, de tal forma que, si los padres o abuelos de una persona se encuentran en uno de estos hogares y le cuesta trabajo visitarlos, puede comprarles un robot. También hay uno que se usa con criminales, niños afectados o pacientes de la tercera edad que sufren de demencia o delirio severo. Esos robots aportan confort y actúan como mascotas o facilitadores sociales. Se ha demostrado que pueden reducir el estrés. El Dr. Arkin trabajó con hydro Sony, un perro-robot que recién se lanzó. Su propósito es ser un robot de compañía y ha sido muy exitoso, aunque resulta algo caro. En este sentido hay dos cuestiones importantes: su confiabilidad y su seguridad. Los robots no deben ser arreglados cada semana o cada mes, de la misma forma que uno espera no tener que llevar a su pareja frecuentemente al doctor. Uno quiere ser un acompañante, no un cuidador. En el caso de los robots, queremos que nos cuiden, no tenerlos que cuidar nosotros. En cuanto a seguridad, los robots de compañía nunca deben, desde luego, causar daño a los usuarios.

¿Qué hay de la guerra?

“Cuando nos preguntamos qué gana o qué pierde la humanidad al usar robots en las guerras, la respuesta más simple es: la humanidad no gana nada en la guerra. Punto”. El Dr. Arkin continúa diciendo que, desgraciadamente, la guerra ha persistido desde el principio de los tiempos. Son hechos establecidos que la gente se va a matar entre sí y que hay una forma de hacerlo, de ahí que se establecieran los convenios de Ginebra. Las revoluciones en los asuntos militares cambian la forma en que las guerras se conducen. Algunos ejemplos son los buques de guerra y los portaaviones. Los robots también cambiarán la forma en que peleamos (ver imagen 5).

Imagen 5. UGV talon Gen. IV (Swadim, 2018).

Los sistemas robóticos pueden prevenir pérdidas y daño colateral en general, si se usan de manera apropiada, en circunstancias específicas y equilibradas, y si se desarrollan y se lanzan al campo de batalla con cuidado y efectividad. Bajo esas condiciones, pueden aportar valor humanitario. En otras situaciones, sólo contamos con un arma más que contribuye al caos en dicho campo de batalla. Por ello, deben regularse: existe una necesidad de manejar controles de forma que quienes no combaten estén seguros. Hoy en día dichas personas mueren más que los combatientes, aunque tenemos la tecnología para reducir esos números. Existe el imperativo moral de lanzar esta tecnología para dicho fin.

La forma en que hemos manejado el pasado es a partir de la creación de leyes y regulaciones adecuadas, y de la criminalización de ciertos tipos de actividades. Sólo ha habido una prohibición preventiva proactiva. Se trata de los láseres que ciegan a las personas. Todos estaban de acuerdo en prohibirlos. ¿Por qué? ¿Qué sucede con esos soldados cuando regresan a casa? Hay que cuidarlos. Uno se pregunta si las naciones prefieren que se le dispare a una persona en los ojos antes que sólo cegarlos.

Los convenios de Ginebra incluyen la cláusula de mercado que nunca se ha utilizado, pero que establece que si un sistema de armas viola el dictado de la “conciencia pública” será prohibido. El problema es que nadie sabe cómo medir la conciencia pública de manera efectiva. El Dr. Arkin preferiría apoyar una moratoria, lo que significa: “no lo prohibamos aún, no lo lancemos en este momento, y quizá encontremos formas de utilizarlo en el futuro”. Considera que es más conveniente decidir si un sistema en particular o una misión en específico es aceptable. Si no lo es, debemos preguntarnos qué requiere para que pueda serlo o si debe prohibirse.

¿Y después?

Para terminar, el Dr. Arkin indicó que la gente se está haciendo más responsable. “Cuando comencé hablando de robótica en 2003 o 2004, quizá había una docena de personas interesadas en estas cuestiones. Ahora contamos con la asociación profesional más grande, de alrededor de 40 mil miembros, en las áreas de computación e ingeniería electrónica. Aportaron las Iniciativas globales de ieee sobre ética de sistemas inteligentes y autónomos.2 Representa un esfuerzo para encontrar formas en que unamos las voces”.

Referencias

Recepción: 09/12/2019. Aprobación: 13/12/2019.

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Revista Digital Universitaria Publicación bimestral Vol. 18, Núm. 6julio-agosto 2017 ISSN: 1607 - 6079