Diseño para todos

Si bien se sabe que el aprendizaje que ocurre en el museo es un asunto totalmente personal y exploratorio por naturaleza, a menudo muchos equipos se diseñan con la intención de que se cumplan ciertos objetivos formales de aprendizaje. Los diseñadores de exhibiciones suelen buscar que los visitantes concluyan la experiencia con la mínima comprensión, por ejemplo, del proceso evolutivo de los seres vivos, o con conocimientos básicos acerca de la astronomía, o bien con la vivencia de ciertos principios de la mecánica clásica, etcétera.

Dichos objetivos sirven de referentes generales para la concepción de las exhibiciones, pero corren el peligro de presentar la información de manera monótona, o como si todos los visitantes estuvieran interesados en los mismos temas o aprendieran de la misma manera. No todos los visitantes eligen leer, algunos gustan de interactuar con otras personas, pero hay quienes prefieren vivir la experiencia a solas.

Algunas audiencias tienen preferencia por las imágenes, otras por la expresión verbal o por la interacción física. De allí la preocupación de que el diseño de los equipos que los museos exhiben, sea adecuado para el mayor rango posible de visitantes. Una de las mejores maneras que se ha encontrado en muchos museos para lograrlo, es utilizar un marco de referencia que dé cabida no sólo a la creación de exhibiciones que varíen en temáticas, profundidades, abordajes, retos y escolaridades, sino que también incluya de manera consistente las diversas formas en que los visitantes perciben y procesan la información (Pastor, 2004). Este marco lo constituye, en buena parte, la propuesta del psicólogo Howard Gardner sobre las inteligencias múltiples.

Hasta hace poco se pensaba que la inteligencia estaba relacionada con la capacidad verbal y lógico-matemática; pero en las décadas de 1960 y 1970 se hizo evidente que esta forma de medir la inteligencia dejaba fuera otras cualidades, como por ejemplo, el talento musical, la habilidad manual, el manejo del espacio o la capacidad para la danza (Gardner, 1998).

El trabajo de Gardner (1990) plantea un nuevo modelo para el estudio de la mente y la inteligencia, que presenta una forma más compleja de analizar sus capacidades. Gardner propone una percepción pluralista de la inteligencia y, a través de su teoría de la inteligencia múltiple o multifactorial, subraya que hay que tener en cuenta por lo menos siete tipos de facultades: lingüística, lógico-matemática, espacial, musical, corporal-cinestésica, interpersonal e intrapersonal.

 

 

 

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