Conclusiones

Se concluye entonces que la evaluación de la creatividad entendida como un concepto teórico y las maneras en que llega a expresarse prácticamente, requiere de formas que le dirijan hacia el pensamiento complejo, para a partir de ello sea en primera instancia conceptualizada de manera más clara y posteriormente poder evaluarla desde la perspectiva sistémica al pensamiento creativo, como una nueva manera de ser entendida y estudiada.

Medir las habilidades consideradas como especiales en este caso el pensamiento divergente o creatividad, aún tiene sus complicaciones, como señala McNemar (1964). Hasta que se diseñe una prueba que pueda predecir el desempeño con base en un criterio de creatividad y que se acepte de forma general, no debemos desechar las pruebas de inteligencia general. Pero en se sentido nuevamente demos de subrayar que no estamos evaluando con precisión lo que realmente se desea.

Por lo tanto, siendo la creatividad un fenómeno complejo tanto en su naturaleza como en su expresión, no existe un instrumento válido para evaluar la creatividad en los seres humanos. Aceptamos que hoy no existe un instrumento que pueda ser utilizado para evaluar todos los aspectos significativos que intervienen en este proceso.

Se concluye entonces en concordancia con De la Torre, (2006, p. 201) al hablar de medida y evaluación de la creatividad lo siguiente:

a) Carece de sentido esforzarse por alcanzar determinadas mediciones de la creatividad, si no es con fines estadísticos, y comparativos en investigaciones. Otro tanto podemos decir de las puntuaciones numéricas en las calificaciones escolares. El fenómeno evaluado, formación o potencial creativo es tan complejo que cualquier puntuación nos dice muy poco de su verdadero alcance o cambio.

b) Es posible y conveniente plantearse de forma sistematizada la valoración y evaluación de la creatividad en tanto que estrategia de acrecentamiento, orientación y mejora.

c) El instrumento, con todas sus limitaciones y problemáticas, es un recurso de recogida de información y como tal debe considerarse, no otorgándole mayor consideración que la instrumental. Lo aconsejable sería recurrir a diferentes instrumentos y fuentes de información. La necesidad de evaluar la creatividad a través de instrumentos adecuados, nos limita a abrir el camino y el estudio de la misma, dado que como señala (De la Torre, 1999), “no contar con estas equivale a reducirla al terreno de las meras especulaciones”.

Al respecto De la Torre (2006, pp. 35) señala: “Hablar de evaluación de la creatividad no es hablar de medida, ni de diagnóstico, ni de calificación, ni de encasillamiento, y excusión. Por el contrario hablar de evaluación es hablar de valor, de cualidades, de persistencia: es hablar de reconocimiento, orientación y acrecentamiento creativo”.

La creatividad en su sentido más nítido es trasformación, cambio, movimiento, variedad, metamorfosis, evolución, ¿cómo medir lo que se encuentra en permanente cambio? El reto hoy por hoy, sobre todo para quienes nos encontramos por decisión propia comprometido con el estudio, fomento y pasión por la creatividad, es abrir camino a la evaluación del pensamiento divergente profundizando en su estudio y aportando en cuanto a una forma de comprenderle y consecuentemente delimitar los referentes valorativos que nos permitan acercarnos a la evaluación del pensamiento creativo adecuada y abrirnos a nuevas formas metodológicas que darán paso a conocer este fenómeno humano objetivamente en su justa dimensión.

 

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