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Naturaleza humana y teoría darwinista

Julio Muñoz Rubio
 
 

Conclusión: por un darwinismo dialéctico

El error básico de todo el darwinismo social es el de trazar un continuo a lo largo de la evolución y suponer que, al ser la teoría darwinista una teoría, universalizadora, toda característica de cualquier ser vivo tiene que cumplir rígidamente con el modelo darwinista ortodoxo y que la evolución es un simple proceso de acumulación y desacumulación de formas, tamaños, funciones, y todo tipo de características cuantificables, sin reparar en el hecho de que dentro de la evolución se presentan con inusitada frecuencia cambios de cantidad en calidad, cambios cualitativos y no solamente cuantitativos, es decir, procesos después de los cuales la entidad o proceso resultante es cualitativamente distinto a lo existente previamente y no puede ser juzgado ni única ni principalmente de acuerdo con las reglas y leyes de los entes o procesos que existían antes del proceso mencionado, sino que es necesario entenderlos mediante otras reglas y leyes. En la adopción de ese principio no se desecha ninguno de los componentes revolucionarios del darwinismo, sino que se les refuerza, eliminando sólo a los elementos ideológicos, de falsa conciencia, de esa teoría.

Es solamente la comprensión de este principio dialéctico lo que nos permite entender que el ser humano no sólo es una especie biológica más, sino que manifiesta al mismo tiempo, un comportamiento cualitativamente distinto al de las demás especies, en particular especies animales. Es el caso del ser humano uno de esos importantes cambios cualitativos ocurridos en la evolución tal y como en su momento lo fueron el paso de reproducción asexual a sexual, el surgimiento de la nutrición autótrofa a partir de organismos heterótrofos, la aparición de la multicelularidad desde la unicelularidad o la conquista del medio terrestre a partir del acuático, para mencionar algunos solamente.

El debate entre los evolucionistas a este respecto está abierto. Autores como Gould, Lewontin, Rose, Levins, Lerner, entre otros,2 han puesto el acento en la oposición a las visiones deterministas biológicas del ser humano y han producido un rico debate que demuestra que una teoría tan completa y acertada como la de Darwin nuca dejará de ser polémica entre los mismos evolucionistas. Al fin y al cabo la ciencia no puede ser dogma de fe. Por mi parte, participante activo en este debate (Muñoz, 2006), afirmo que dentro del evolucionismo (como dentro de toda la ciencia) es imprescindible reflexionar acerca de la intervención de los elementos ideológicos que ensombrecen el panorama del evolucionismo y que construyen edificios teóricos fundamentalmente equivocados como lo ha sido históricamente el darwinismo social y sus puntos de vista biologicistas sobre la naturaleza.

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