Diseño
didáctico
Este diseño se refiere a la consideración
del “currículo”, definido en términos
del proyecto global en el que está incluida la
actividad concreta. Y en el caso de temas específicos,
se refiere a lo que todo docente debe conocer sobre su
material de enseñanza para propiciar su adquisición.
Así, el diseño didáctico se concibe
como un cuerpo de conocimientos que se ocupa de: 1) la
comprensión, el mejoramiento y la aplicación
de métodos de enseñanza, 2) la combinación
óptima de métodos, y 3) los contextos o
situaciones en los que se espera que dichos métodos
de enseñanza produzcan mejores resultados.
Al resultado de un diseño didáctico se
le conoce como modelo y es éste la representación
final de un conjunto integrado por componentes estratégicos
que nos permitirá: 1) secuenciar el material, 2)
utilizar grafos conceptuales, 3) utilizar ejemplos, 4)
la incorporación de la práctica en un determinado
momento, y 5) el uso de estrategias para motivar a los
estudiantes.
Otro aspecto importante de este modelo didáctico
es que debe mostrar los diferentes aspectos que entran
en juego en la enseñanza, con el fin de alcanzar
los objetivos deseados del mejor modo posible y bajo las
condiciones anticipadas.
Esquemas
o modelos mentales
En algunas áreas cognitivas es posible formular
teorías de competencia, que especifiquen: qué
tiene que ser calculado, cuándo, y por qué;
y posteriormente, con base en estas teorías desarrollar
un algoritmo que lo represente. A esta área de
estudio se le conoce como la teoría de competencia
y se realiza a través de los esquemas mentales.
La parte esencial de los esquemas mentales radica en
su característica funcional. Son definidos como
abstracciones funcionales con respecto al trabajo o trabajos
que proporcionan un marco deductivo, para la solución
de problemas (Wilson, 1991), (Ryder y Reeding, 1993).
Un esquema mental es distinto de otras formas de representación
de conocimiento, como lo son las redes semánticas
(Laureano, 1995) debido a que no cuentan con un mecanismo
de interpretación para saber si una afirmación
es o no verdadera.
Tal vez otra característica que dota de importancia
a los modelos mentales es que, incluso en áreas
cognitivas donde no ha sido posible elaborar teorías
de la competencia, sería factible obtener (de Arriaga,
El Alami y Ugena, 2001) familias de modelos mentales del
experto humano que podrían ser utilizadas para
la mejora del aprendizaje y justificación de inferencias
que usualmente se sitúan en el terreno de la intuición.
El aspecto básico de esta doctrina radica en
asumir que las mayorías de las inferencias realizadas
diariamente dependen de conclusiones espontáneas
y razonamientos que no siempre llevan a una conclusión
valida.
Los esquemas mentales emergen como un intento de dar
sentido a las inferencias, de forma implícita y
explícita. Johnson-Laird mencionado en Wild (1996)
argumenta que un esquema mental permite explicitar aquellos
objetos o entidades, así como propiedades y relaciones,
que son relevantes para potenciar las acciones. De esta
forma, cada entidad es representada por las propiedades
de sus componentes. Las relaciones entre estas entidades
están representadas por las relaciones entre estos
componentes. Los esquemas mentales son importantes debido
a que representan objetos, estados de asuntos, secuencias
de eventos, la forma en que el mundo se encuentra y las
acciones sociales y psicológicas de la vida diaria.
Existen dos grandes tipos de esquemas mentales los preceptúales
y los conceptuales. En cuanto a los preceptúales
como su nombre lo indica dependen de los sentidos de percepción
humanos. Para estos esquemas mentales son importantes
dos aspectos: la forma del mundo y la forma en como está
el que lo percibe. En cuanto a los conceptuales representan
aspectos abstractos. Ambos pueden reflejar: una posible
situación, una situación imaginaria o una
situación verdadera.
De acuerdo a Jhonson-Laird (1988): a) un esquema mental,
representa una posibilidad, que contiene lo que es común
a diferentes caminos en que la posibilidad puede ocurrir.
Los novatos no tienden a asumir que cada esquema mental
es probable a menos que exista evidencia de lo contrario,
b) los esquemas mentales representan de forma explícita
aquello que es verdadero, pero no lo que es falso. Esta
característica lleva a los razonadores novatos
a cometer errores sistemáticos. La experiencia
obtenida por de Arriaga (de Arriaga et al. 2001) es que
los expertos humanos acotan perfectamente el funcionamiento
de esos modelos mentales, y además disponen de
elementos adicionales que les permite obtener lo falso,
mientras que los aprendices ni poseen esos elementos adicionales
ni acotan con especificidad los límites del modelo
mental.
La naturaleza y características de estos modelos
mentales fueron estudiadas por primera vez por Jonson-Laird
(1988) y también por Gentner y Stevens (1983).
De acuerdo con las ideas del primer autor los modelos
mentales emergen como entidades teoréticas de los
intentos por dar sentido a las inferencias explícitas
e implícitas del experto, en consecuencia, estos
modelos mentales son distintos y se apoyan en los otros
esquemas mentales o modelos generados también por
otras disciplinas como la sintaxis, semántica,
etc., e incluso se apoyan también en los modelos
elaborados por la propia base científica del experto
humano, constituyendo todo un entramado que permite al
experto pensar en el problema, analizarlo, tomar decisiones
y posiblemente resolverlo.
Los modelos mentales se construyen a partir de ítems
o elementos conceptuales que se relacionan entre sí
mediante cualquier estructura a fin de representar total
o parcialmente un escenario real, concreto y específico.
Estos ítems representan los conceptos finales y
sus relaciones que el experto utiliza en el diagnóstico
y toma de decisiones.
Dado que los modelos mentales sirven a propósitos
muy variados, adoptan representaciones también
muy diversas; a veces contienen sólo ítems
que representan individualidades y relaciones muy simples
entre ellas como ocurre con los modelos requeridos para
el razonamiento silogístico. Estas relaciones pueden
ser causales, temporales, cualitativas o cuantitativas,
sencillas o complejas. En definitiva, estas relaciones
reflejan la estructura percibida o concebida del mundo
sin incluir “conocimiento inerte” sino solo
elementos para trabajar conceptualmente con todos ellos.
Un modelo mental necesita un mecanismo para su revisión
de forma recursiva y hacer uso de conectores lógicos
u operadores de conexión (conjunciones y disyunciones)
que permitan determinar la existencia o no de un elemento
y poder concluir la existencia o no de las relaciones
a las que pertenecen dichos elementos. El uso de las disyunciones
debe utilizarse siempre y cuando las condiciones de verdadero
sean elementales, para evitar las explosiones combinatorias.
Jonshon-Laird (1983) propone 5 restricciones para los
posibles esquemas mentales: